La red social Instagram, propiedad de Mark Zuckerberg, que invita a sus usuarios a compartir fotos y videos, ha cobrado mucha relevancia en el segmento más joven. Primero porque permite compartir contenido, como su nombre lo dice, de una manera más instantánea, conecta a personas de diferentes partes del mundo, crea comunidades con las mismas afinidades y ha permitido el desarrollo de pequeños emprendimientos, de personas que venden productos u ofrecen algún servicio de manera particular. Además de contar con herramientas más interactivas, como «stories», «reels» e Instagram TV.
Hasta aquí todo parece positivo, pero basta deslizarnos un momento por sus «reels» para conocer el lado oscuro de dicha red. Los «reels» de Instagram son pequeños clips de video de hasta 15 segundos. Esta herramienta permite el uso de efectos y filtros. Sin embargo, los que inundan esta sección son jovencitos, en su mayoría, menores de edad, que con poses o bailes muy sugestivos tratan de ganar popularidad. La música de banda y el reguetón predominan en los clips con mayor número de reacciones. Evidentemente, muchos padres de familia desconocerán el uso que hacen sus hijos de esta red. Algunos toman los videos en sus habitaciones, lo cual expone a los niños ante posibles pedófilos, quienes, según algunos investigadores, ganan su confianza primero por medio de comentarios en sus publicaciones, luego por mensajería instantánea y terminan solicitando fotos y videos con escasa o nula ropa en privado.
Facebook, otra red de Mark Zuckerberg, ha recibido múltiples denuncias por ser muy permisiva. En 2016 se vio obligada a cerrar una página que le hacía apología a la pedofilia, se presentaba con el título Ser Pedófilo no Es un Delito. Y recibió múltiples denuncias de usuarios ante la ley y la propia red. También Facebook calificó como error preguntar a sus usuarios en una encuesta cómo la compañía debería tratar a los pedófilos que solicitan imágenes sexuales a menores en sus plataformas. El solo hecho de haber llevado a cabo dicha encuesta resulta reprochable.
«Facebook se convirtió en una empresa valorada en $1 billón gracias a que pagó sus ganancias con nuestra seguridad y la de nuestros hijos. Eso es inaceptable», dijo la denunciante de Facebook France Haugen en el caso Molly ante el Senado de Estados Unidos.
Haugen explicó cómo Facebook e Instagram utilizan algoritmos para adaptar el contenido a cada usuario. Esto pudo enrutar a Molly a un «feed» de Instagram repleto de ideas suicidas y autolesiones, y como consecuencia provocar que se suicidara. En conclusión, mientras estas grandes redes sociales como Facebook, Instagram, WhatsApp e incluso la china TikTok no tengan ningún tipo de regulación, la seguridad y salud mental de nuestros hijos seguirán en riesgo. Y no queda más que ser sus padres o tutores quienes supervisen el uso que dan a sus móviles y computadoras, principalmente en el tiempo que no permanecemos con ellos.