Cuando el Firpo más encimaba la cabaña del Municipal Limeño, el zaguero Lizandro Claros se elevó por todo lo alto del estadio Sergio Torres Rivera para pescar un centro y anotar de cabeza el único gol del juego. Con ese tanto, los pamperos consiguieron su segundo triunfo consecutivo del torneo, además de treparse al subliderato del grupo oriental del Apertura 2020.
Pero detrás de ese gol hay una historia del joven originario de Jucuapa. Ese grito de gol tuvo un significado muy especial, ya que tenía una dedicatoria para su abuelo Pedro Orellana, fallecido hace cuatro meses, y quien era su fiel aficionado desde que se aventuró a jugar fútbol de manera profesional.
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Sobre su emotiva celebración del domingo pasado, esto le comentó Claros a Diario El Salvador: «La verdad, mi abuelo era como la figura paterna para mí desde pequeño, porque no estaba mi papá, entonces se convirtió en esa imagen por la situación cómo crecí, era muy importante para mí, le debo muchas cosas».
«Por ejemplo el torneo pasado que se suspendió, me acompañó a los pocos juegos que hicimos, tampoco se perdía todos los entrenos, era como mi amuleto incondicional», siguió Lizandro, quien por circunstancias de la vida tuvo que volver a El Salvador como deportado.
Su abuelo se contagió de la COVID-19, enfermedad que superó, pero una secuela, que derivó en una hernia, le arrebató la vida el pasado 29 de julio, pasaje en la vida de este futbolista de Firpo que significó un fuerte golpe.
Y no ha sido el único, puesto que en el año 2017 Lizandro estaba por entrar a la universidad de Carolina del Norte, para estudiar la carrera de Administración de Empresas, cuando en un abrir y cerrar de ojos fue deportado a El Salvador. «Estaba por ingresar a la universidad cuando me deportaron, se supone que con el cambio de presidente en Estados Unidos se revisará mi caso; me afectó mucho porque tengo más de tres años de no ver a mis padres, tenía una vida allá», contó Claros.
«Ojalá más adelante se pueda cambiar mi situación para buscar algo cuando deje de jugar al fútbol, viajar sin problemas», confesó a Diario El Salvador.
Posterior a ese amargo capítulo de tener que dejar a su familia en Norteamérica, Lizandro tuvo su primer acercamiento con el fútbol salvadoreño. «La verdad, después de eso no me interesaba jugar al fútbol, me probé en la reserva de Águila y cuando pregunté cuánto pagaban ($200) se me quitaron las ganas, yo venía de Estados Unidos, donde en la semana ganas mucho más de lo que me respondieron, no tenía intenciones de jugar al fútbol», aseguró el zaguero de los pamperos.
Sin embargo, un viaje a Nicaragua le cambió la idea sobre volver a tocar la pelota… «Un mes después de la deportación me fui a Nicaragua a estudiar economía y ahí, con el pasar de los días, me dieron ganas jugar al fútbol, estar reunido con un grupo, jugar cada fin de semana, entonces tuve la experiencia de estar en la segunda división de ese país» en un corto tiempo, comentó.
Y tras su enriquecedora experiencia en territorio chocho, Lizandro Claros retornó al país para comenzar, primero en Aspirantes, de la Liga de Plata, para dar el salto al Independiente, de San Vicente, y actualmente en Luis Ángel Firpo.
«Vestir sus colores es un orgullo, un sueño. Desde chiquito te dicen en Usulután que Firpo es el equipo más grande de El Salvador, además toda mi familia es del equipo. En cada partido, en cada entreno, lo dejó todo por esta camiseta», cerró el defensa de los taurinos.