Existen países que son geográficamente pequeños y han logrado un nivel de desarrollo de primer mundo; un ejemplo claro es la nación de Israel, que apenas con un territorio de 22,145 kilómetros cuadrados se ha convertido en una de las economías más poderosas y avanzadas.
El último informe del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas lo sitúa en la categoría de «muy altamente desarrollado», lo que permite a su población disfrutar de un buen nivel de vida. Israel, a pesar de ser un país geográficamente pequeño, ha logrado construir una moderna infraestructura y un sector de alta tecnología competitiva.
A la par de Silicon Valley es una nación «start-up» con el mayor número de empresas emergentes después de Estados Unidos, con grandes multinacionales como Intel, Microsoft y Apple, que construyeron sus principales instalaciones en el extranjero en Israel.
Empresas de alta tecnología como Google, Facebook, Motorola e IBM han abierto centros de investigación y desarrollo en el país. Todo esto fue producto de una inversión masiva en el recurso humano, haciendo énfasis en la educación, el espíritu empresarial y la inversión en investigación y desarrollo. Israel sigue siendo para el pueblo judío —desde hace 3,000 años— su tierra santa o su tierra prometida.
La revista norteamericana «US News & World Report» ha incluido al estado judío en su top 10 de países más poderosos del mundo. Otro ejemplo de un país geográficamente pequeño es Singapur. De ser un país muy empobrecido, lleno de pantanos, se convirtió en un país de grandes rascacielos. Después de su independencia en 1965, en menos de cinco décadas el pequeño país pobre de Singapur pasó en 40 años a ser uno de los países más ricos del mundo.
Hoy es conocido como La Perla de Asia, llena de rascacielos y Rolls-Royce, es en la actualidad uno de los mayores centros financieros del mundo. Este desarrollo fue liderado por la figura de Lee Kuan Yew, el hombre que ocupó el cargo de primer ministro por más de 30 años. Es el artífice del llamado milagro económico de Singapur.
Su política se basó en la lucha contra la corrupción, la libertad económica, la reforma al sistema de salud y la reforma educativa, aplicando penas graves a los funcionarios que cometieran actos de corrupción. También podemos incluir en este análisis de países pequeños desarrollados a Luxemburgo o el Gran Ducado de Luxemburgo, que es uno de los 27 estados que forman la Unión Europea.
Apenas cuenta con un territorio de 2,586 kilómetros cuadrados y es uno de los países más ricos de Europa. Solo hay tres clases sociales: alta, muy alta y altísima. La desocupación no existe y es uno de los países más prósperos del mundo, donde la población vive muy cómoda y proliferan los Mercedes Benz. Es el país donde más carros Porches hay y un conductor de autobuses puede ganar 5,000 euros al mes.
Es el último gran ducado del planeta es un pequeño milagro económico sustentado, al principio, en el negocio del acero y ahora en que es uno de los centros financieros más importantes del mundo. La pregunta es ¿puede El Salvador convertirse en una potencia mundial, emulando el desarrollo de estos países pequeños en territorio? Seguramente es posible al atacar la corrupción, venga de donde venga, y la evasión de impuestos; invirtiendo en salud e investigación científica, impulsando una reforma educativa estructural profunda y posicionando al país en un gran centro financiero internacional de criptodivisas, si es posible. Tenemos que hacerlo todos como país, Gobierno y población.
Estamos en el momento histórico y tenemos al líder indicado. No hay que mirar la corriente, hay que ver el horizonte. Lo pequeño no quita lo gigante.