El pasado 8 de abril inició la vacunación para los adultos mayores con la jornada en el Centro de Atención a Ancianos Sara Zaldívar. En ese lugar se administró la primera dosis contra la COVID-19 a 130 personas. Mario Inglés, de 64 años, fue el primer vacunado en el asilo.
Gracias a la inmunización, los adultos mayores podrán empezar a retomar algunas actividades artísticas, recreativas y de comercio que tuvieron que suspender por la pandemia, tal es el caso de María Isabel García, una de las residentes del asilo y quien más tiempo tiene de habitar en él. Llegó a los siete años al Sara Zaldívar con la ayuda del Club de Leones, ya que nunca conoció a sus padres.
Antes de la pandemia se dedicaba a vender sus bordados, actividad que tuvo que parar por las estrictas medidas de bioseguridad que el asilo ha mantenido.
«El Club de Leones me recogió de la calle. No conocí mamá ni papá. Yo vivía con mi madrina y la hermana de ella, pero ya después me dejaron en la calle porque me daban ataques de nervios, y me recogió el Club de Leones, me trajo aquí, y aquí crecí», relató Chabelilta, como todos la conocen.
Actualmente, a los 75 años, aprovecha su estancia en el centro de atención para bordar, lo que con el tiempo se convirtió en una forma de obtener ingresos con la venta de las mantas y bolsas para pan y tortillas que ella confecciona.
«Aquí aprendí a bordar, me enseñaron a bordar. Aquí paso bien entretenida. Me gusta bordar flores, paisajes en mantas y bolsas para pan y tortillas. Paso bien tranquila bor[1]dando todo el día», comentó.
Entre sus principales compradores estaban los visitantes del Instituto Salvadoreño de Rehabilitación Integral (ISRI); sin embargo, debido a la pandemia, no ha podido continuar ofreciendo sus productos, aunque actualmente aprovecha para enseñárselos a las personas que visitan el asilo, siempre tomando las precauciones requeridas.
«Yo las doy a $1 cada una para comprar más hilo, y lo que gano me sirve para comprar más mantas e hilo. También hago tapetes de lana de marquito», expresó con una sonrisa.
Creatividad. Cada puntada representa años de práctica que dan como resultado diferentes diseños de bordado FOTO: Luis Umaña.
Otro artista que el asilo guarda y que desde pequeño destacó haciendo pinturas es Jorge Duarte, quien a los 79 años asegura que todavía le «encanta dibujar». Recuerda que desde los 10 años descubrió su pasión por el dibujo, y ahora, 69 años después, continúa plasmando su creatividad con el lápiz y el papel.
«Me encanta dibujar desde que estaba en la escuela. Yo soy de Ahuachapán, ya no me acuerdo del nombre de la escuela, pero mi maestro se llamaba Manuel Reyes de Paul, un gran pintor. He hecho varios dibujos, por ejemplo, en el centro Alfonso Acevedo, en San Ramón, allí está un paisaje donde hice a monseñor Romero, un venado y un guardia», detalló Jorge.
Entre mucha alegría y nostalgia, comentó a «Diario El Salvador» que es un admirador de la belleza femenina, por esa razón ha pintado retratos de médicas residentes del centro donde habita. «Una se llama Linda y la otra se llama Liz», explicó al mostrar el retrato que dibujó de las doctoras.
Cuando la pandemia inició, Duarte acababa de ingresar al asilo, y asegura que llegó al lugar porque ya nadie lo atendía, y aunque durante mucho tiempo anduvo buscando trabajo como albañil y fontanero, no logró obtenerlo.
Asegura que en el asilo ha encontrado la tranquilidad que necesitaba, y ahora pasa muchas horas trazando rostros y paisajes, que es la pasión que lo ha acompañado desde su infancia.
Color. Jorge asegura que desde que aprendió a dibujar en su niñez, no ha dejado de hacerlo. Ahora se encarga de retratar a algunas de sus cuidadoras, como una forma de elogiar la belleza femenina. También dibuja paisajes. FOTO: Diego García.
Gracias al Plan Nacional de Vacunación impulsado por el Gobierno, tanto los residentes de los centros de atención para ancianos como los doctores, enfermeros y el personal administrativo y de apoyo cuentan con la primera dosis de la vacuna. Esto proporciona la seguridad necesaria para que los adultos mayores no sean contagiados.
En cuanto a la parte deportiva, Roberto García, otro residente, se dedicó durante 30 años al arbitraje de fútbol, tiempo en el que acumuló mucha experiencia en el popularmente llamado deporte rey.
A la fecha, pasa sus días leyendo el periódico y escuchando la radio, y aseguró que durante sus años en el fútbol tuvo buenas y malas experiencias, pero gratificantes, como todo buen amante del deporte.
«El árbitro nunca sale bien ni con el equipo que pierde ni con el que gana, nunca están conformes, pero es lo que a mí me gustaba. Una vez me mandaron al hospital porque en San Marcos fui a un partido y le saqué la tarjeta roja a un defensa, y venía bien veloz, me amagó y me pegó en la cara, y me mandó al hospital», rememoró entre risas nostálgicas.
El día de la vacunación, todos los adultos mayores, sin excepción, debieron cumplir el proceso necesario, que incluyó el registro, el prechequeo y la observación posterior