La Navidad no solamente es tiempo de dar, recibir o festejar en familia, es una celebración donde surgen diversas tradiciones que se replican año con año.
Aunque la más utilizada sea colocar el árbol de Navidad, la que tiene mayor peso para las religiones es la colocación de los belenes, ya que a través de ellos se representa el nacimiento del Salvador.
La primera aparición del pesebre se remonta a 1223 y hasta el pueblo de Greccio, Italia, cuando San Francisco de Asís hizo una representación viviente del Nacimiento de Jesús, con animales de verdad. A esta se le llamó «crèche» que, traducido del francés, significa cuna.
Para hacer la representación, San Francisco se basó en el evangelio de San Lucas (2,6-7): «Y aconteció que estando ellos allí (María y José), se cumplieron los días en que ella había de dar a luz. Y dio a luz a su hijo primogénito (Jesús) y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón». La idea fue aceptada por los habitantes que reprodujeron la dinámica en otras provincias de Italia.
En los siglos XIV y XV, en Nápoles, se comienzan hacer las primeras figuras que representan el nacimiento del niño Dios, y con la migración de los misioneros a América, la tradición se extiende aún más.
A El Salvador, los nacimientos o belenes, llegan por influencia española, tras la conquista. A los indígenas salvadoreños se les enseña el cristianismo y se deja atrás las creencias y el culto que realizaban a las deidades que tenían.
Para convencer aún más a los indígenas se les presentan imágenes tangibles que ya eran utilizadas por la iglesia católica. Además, se les instruyó cómo podían hacerlos, es aquí donde entran las creaciones de los nacimientos, en su mayoría de barro o madera. De este modo, no solo se aseguraban de convertir al cristianismo a los habitantes, sino que también contribuían al comercio local.
«Los nacimientos vienen de la época colonial. Los españoles ya traían los modelos y lo que se hizo fue retomarlos. Los primeros belenes se hicieron en cerámica o barro, la mayoría fue para decorar iglesias. Ya cuando se hicieron en El Salvador se les enseñó y aprendieron hacerlo con moldes, aunque también se les enseñó a tallar yeso o madera. A partir de allí se hizo en serie y de esa forma fortalecieron el comercio», detalla, Francis Mejía, maestro de cerámica del Centro Nacional de Artes.
En cuanto a la fecha para la colocación de los nacimientos hay diferencias: para la iglesia católica debe ser el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de María; sin embargo, suele colocarse al inicio de diciembre, incluso antes. El niño nace la medianoche del día 24.
Los integrantes de los belenes
Los nacimientos tienen como centro a María, José y el niño Dios, así como un buey y una mula. Estos dos últimos animales, según el libro «Infancia de Jesús», del Papa Benedicto XVI, también tienen un significado importante lo cual aparece detallado en la Biblia.
«A los ojos de la fe, la mula y el buey revelan el cumplimiento de las profecías en Cristo, porque son una alusión a una frase del profeta Isaías: “El buey conoce a su Señor y el asno, el pesebre de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!”», se detalla en la lectura.
Con el paso del tiempo, y en diferentes lugares del país, se han ido añadiendo nuevos integrantes que ya forman parte de los belenes salvadoreños.
En Ilobasco, Cabañas, un pueblo de origen lenca, se conserva el legado de trabajar el barro. Allí crean las piezas principales de todo pesebre, pero también han añadido ancianos, campesinos, seres mitológicos, indígenas y hasta personajes de la televisión que detallan la cotidianidad de los salvadoreños.