Por Yanira Soundy / Caleidoscopio Cultural
Tener un bebé con sordera, no es nada fácil. Las madres no estamos preparadas para educarlos y darles toda la información de su entorno. No sabemos qué hacer, ni cómo lograr que nos entienda. Cuando mi hija Rebeca tenía cinco años la lleve al teatro, para ver «Cri Cri», «El gato con botas», la danza sobre hielo de un grupo europeo, y a la Escuela Nacional de Danza con «El lago de los cisnes», «Alicia en el país de las maravillas», entre otras.
También aproveché para mostrarle el teatro con títeres, la ópera, la Orquesta Sinfónica Nacional, los instrumentos musicales de viento: las trompetas, el saxofón, la trompeta, la tuba, el trombón. Así como los instrumentos musicales de percusión: bombo, tambor, timbales, entre otros. Le mostré todo lo que pude e inventé formas para que sintiera en la piel ese arte. Quizás por eso es tan expresiva y disfruta aún sin oír, a su modo.
Muchas veces imaginé cómo serían los guiones museográficos, las galerías de arte, los teatros y sus compañías de espectáculos, la danza sin velos, la música y la literatura si se hicieran pensando en incluir a las personas sordas.
Luego, conocí las barreras que también enfrentan en el arte y la cultura las personas con hipoacusia leve o moderada, las personas con baja visión y discapacidades motoras. Y me pregunté: ¿Cómo diseñar nuestro entorno y los proyectos culturales para personas que no tienen la agudeza visual ni reconocen rostros, imágenes o colores sin contrastes para que puedan disfrutarlos? Y la bofetada que recibí fue tremenda. A lo largo de mi vida, todo, absolutamente todo, lo vi hecho para el disfrute de las personas sin discapacidad, pues son «la mayoría» y son quienes compran los espectáculos, obras y libros.
Por lo anterior, decidí empezar este cambio, en mis propios proyectos, la forma de presentar mis obras y expresar mis poesías y cuentos. Sé que no es fácil, pero sí resulta necesario para cumplir el objetivo de escribir, para que todas las personas puedan disfrutar de la literatura, aprovechando este recurso, para lograr la sensibilización desde las familias y que puedan aceptar la discapacidad de sus hijos e hijas, además de educar a la población salvadoreña con valores.
Para finalizar esta reflexión, quiero decirles que, para lograr el respeto y el disfrute de los derechos culturales de las personas con discapacidad, estoy convencida que es necesario profundizar en el fomento a la creatividad y la apertura de espacios culturales accesibles para este colectivo, creando programas de apoyo permanente con incentivos y patrocinios a las iniciativas accesibles en el arte y la cultura, tanto en el sector privado como en el gubernamental.
Además de lo anterior, pienso que se deben continuar realizando cambios en la adaptación y ajuste de espacios, iluminación, contrastes, interpretaciones, etc. Y desarrollar las normativas, que sean necesarias para señalar los procedimientos, incluyendo los protocolos de atención a usuarios con discapacidad, servicios e inclusión para cada una de las discapacidades y la calidad de la asistencia e interpretación. Teniendo en cuenta que, y como regla de oro, para lograr avanzar en estas áreas, es necesario contratar los servicios de las personas profesionales con discapacidad.
DeCuento
«La temporada de corte de café»
Por Paula Duke de Castellón

Érase una vez una linda familia conformada por papá, mamá y siete hijos, tres mujeres y cuatro hombres. Todos vivían en un caserío llamado Primaverita, una localidad del departamento de Santa Ana, y de la cual les narraré una de sus tantas aventuras.
Cuando era la temporada de cortar café, que casi siempre era a inicios del mes de diciembre, en la madrugada toda la familia preparaba sus canastos, como herramienta principal para las labores a realizar, luego los cargaban todos al hombro listos para la caminata que duraría aproximadamente dos horas.
La primera parada que hacíamos después de salir de casa era la zona conocida como la YSKL, que es o era una antena repetidora de la radio muy reconocida en la época, allí nos reuníamos con todos los primos para continuar juntos la caminata hacia la finca. Todo era una fiesta llena de mucha algarabía que llevábamos por el camino. La finca a la que nos dirigíamos se llamaba La Reserva, en San Juan de Primavera.
Después de una larga caminata y mucha diversión, llegábamos al campamento de la finca donde todos participábamos encendiendo una fogata para tostar unas deliciosas tortillas, calentar los frijolitos, freír unos huevitos de amor, acompañados de queso y el infaltable cafecito tradicional de mamá, que incluía la mitad café y mitad de maíz con unas rajas de canela, ¡eso era inexplicablemente delicioso! Cuando por fin ya comienzan a salir los rayos de sol por nuestro campamento llegaba la hora de trabajar y todos listos con nuestros canastos bien fijados a la cintura, llegaba el caporal para repartir a cada uno un surco de árboles de café e iniciábamos la faena.
Ojo, teníamos que ser muy cuidadosos para no dañar las ramas laterales, ni cortar los granos verdes porque eso quedaba para el repaso y la pepena.
Cuando terminaba la temporada de corta de café, venían los frutos que tan ansiosamente esperamos los siete hijos. Como siempre, nuestra madre bien organizada nos compraba los estrenos para Navidad, que incluía para las niñas camisa blanca de vestir, falda color café, calcetas Elizabet y zapatos negros. Para los niños era camisa blanca, pantalón café y zapatos negros. Los estrenos de fin año serian también nuestros uniformes de escuela para el año siguiente, así que mi querida madrecita mataba dos pájaros de un solo tiro.
Y cómo les seguiré contando más adelante fueron días de aventuras inolvidables. Continuará.
DePoesía
«Es necesario nacer de nuevo»
Por Mauro Ramírez Meléndez
Lo genuino estalla es las cosas
impregnando esplendor y belleza.
Al color de mariposas y rosas,

al cielo, a toda naturaleza.
Lo que llamamos realidad domina
a voluntad y acción humana,
y es sombra de muerte asesina,
que amor y lo bello extermina
a lo genuino mata entraña;
y de falacia legal se ufana,
como venenosa alimaña.
Bestial sombra de muerte asesina,
filosofía y religión despista,
amor, verdad y belleza fulmina,
confunde avasalla estadista.
Magistrados jueces y diputados
se corrompen, se pudren como muertos,
de la sombra de muerte son soldados,
apocalípticos demonios sueltos.
Hecatombes, hecatombes frustrantes,
no nace el espíritu en muchos,
angustia, dolores penetrantes,
demonios en mentir, robar, son duchos.
Muertos, muertos en todos los instantes.
Por eso hablo con voz desmesurada.
Han ocultado el camino a Dios,
y no hay camino a tu mirada,
solo demonios y solo demonios.
Por eso hablo con voz desmesurada,
sombra naturaleza extermina,
no hay camino en tu alborada,
negrura cubre la luz y las rosas,
verdad, amor y belleza fulmina.
Si no naces de nuevo, vas a la nada.
Lo genuino estalla en las cosas.
DeMitología
«Medusa»

El origen de Medusa es incierto. La versión de la época helenística sostiene que Medusa era una gorgona mortal (monstruo femenino), hija de las deidades marinas Ceto y Forcis, y hermana de Esteno y Euríale, ambas gorgonas inmortales. Las gorgonas eran monstruos femeninos caracterizados por tener serpientes en vez de cabellera, alas de oro, manos de bronce y ojos con el poder de petrificar a quienes las miraran directamente.
Las versiones más antiguas, anteriores a la época helenística, sostienen que Medusa era una doncella hermosa, y que rivalizaba con la belleza de Atenea. La diosa, por celos, la convirtió en gorgona.
En «La metamorfosis de Ovidio» se describe a Medusa como una bella sacerdotisa del templo de Atenea. Medusa habría sido poseída en dicho templo por Poseidón, rival de Atenea. Como desagravio, esta la convertiría en gorgona y la desterraría. Medusa resultaría embarazada, tras lo cual Atenea encomendaría a Perseo su muerte.