Con tan solo escuchar la palabra «maratón» su rostro se ilumina y se combina con el dorado resplandeciente de las medallas que cuelgan de las paredes de su habitación. Es una ganadora por excelencia y lleva la victoria, el orgullo y el deseo por competir en sus venas, donde también corre con pasión su sangre salvadoreña. Ella es Jocelyn Rivas, una «dreamer» salvadoreña que ha puesto en alto el nombre de El Salvador en Estados Unidos.
Jocelyn llegó a Estados Unidos cuando tenía seis años de edad. Nació en San Salvador, pero, cuando su madre decidió emigrar a EE. UU. en búsqueda de un mejor futuro, la dejó al cuidado de su abuela en el municipio de Sensuntepeque, departamento de Cabañas, donde vivió algunos años de su niñez, los suficientes para dejarle impregnada su identidad como salvadoreña.
Sin embargo, la historia de Jocelyn está marcada por el deseo constante de correr hasta el éxito. Actualmente, la joven salvadoreña acumula 82 maratones oficiales en los que ha competido con tan solo 24 años de edad. Por ello, de mantener su ritmo de competencia, el próximo mes de noviembre podría convertirse en la mujer más joven en alcanzar los 100 maratones, según el Libro de los Récords Guinness.
Este logro no ha sido fácil, sobre todo, tomando en cuenta que Jocelyn nació con problemas en su espalda y sus extremidades, algo que la obligó desde que nació a vivir en terapias de movilidad y en tratamientos médicos, los cuales presagiaban una vida complicada para ella. Sin embargo, su cuerpo comenzó a responder satisfactoriamente y, ahora, sus extremidades y su espalda son las armas que usa para correr tras su sueño de convertirse en la mujer más joven en llegar a competir en 100 maratones.
Empecemos por lo básico. Contanos, ¿quién es Jocelyn Rivas?
Soy una salvadoreña, una latina, una joven siguiendo sus sueños. Soy una maratonista y me gusta la tecnología, creo que es todo lo que puedo decir de mí, ¡Ja ja ja!
Y, ¿desde cuándo comenzó tu interés por correr en maratones?
Empezó en la escuela, aunque en ese momento, lo único que corría era una milla. Con la práctica y el tiempo comencé a correr más. Pero, en 2013, un amigo participó en el maratón de Los Ángeles y fui a verlo para apoyarlo. Estando ahí, vi a ancianos y a niños correr el maratón y me pregunté: “¿por qué yo no estoy ahí corriendo?, ¿Qué impide que corra con ellos?”. Fue en ese momento en que dije: “si ellos están ahí, yo también lo puedo hacer”.
Poco a poco paso el tiempo y comenzó un programa para estudiantes en Los Ángeles que te ayudan a correr un maratón. Me enlisté y le dije a mi mamá que iba a correr, pero ella me dijo: “¡tú no puedes correr un maratón!”. Me dijo eso porque siempre he tenido dolores de espalda, de pies y del cuello, por un problema que tuve cuando nací. Pero yo dije que lo iba a hacer solo para comprobarle a mi mamá que sí lo iba a hacer. Ya para septiembre de ese año empecé el entrenamiento.
¿Cuál es esa condición física con la que naciste y que preocupaba a tu mamá?
Nací con un problema de formación en el cuello, la espalda y los pies. En mis primeros años tuve que ir a terapia. Con el tiempo fue cosa de milagro que el cuerpo comenzó a sanar y poco a poco se me comenzaron a acomodar las extremidades. Fue un milagro que yo pudiera desarrollarme con fuerza. A mis 5 años, todavía pasaba con diferentes infecciones, pero fui superándolas. Siempre he tenido dolores de espalda y pies. Pero creo que ya me acostumbré a tratar mal a mis pies. Antes de la pandemia sentía mucho dolor de espalda y de cuello, pero la pandemia me ayudó a descansar un poco más, a trabajar desde casa y puedo estar un poco más de tiempo en cama, lo que hace que se me vaya el dolor de la espalda.
A pesar de esa condición, ¿no te dio miedo correr tu primer maratón?, ¿cómo fue esa experiencia?
Mi primer maratón fue ese entrenamiento de seis meses y, en marzo 2014, fue correr en el maratón de Los Ángeles. Ya en ese momento, yo decía que lo iba a terminar, pero no sabía si lo haría. Comencé a correr junto a millones de gentes y, al ver tanta gente corriendo, tomé una energía diferente y comencé a correr más rápido. Cuando ya iba llegando a la milla 8 iba cansada y no sabía si iba a terminar. Comencé a correr un poco más para atrás, viendo lo rápido que iba corriendo y, cuando llegué a la milla 20, comencé a sentir dolor. No sabía cómo iba a hacer 6.2 millas más que me faltaban. Pero llegué a la mía 21 y seguí adelante. Ya en la milla 24 comencé a llorar porque comencé a pensar en mi mamá y cuando ya llegué a la final, crucé la línea del maratón y sentí que estaba encima del mundo, que nada era imposible. Me enamoré de ese sentimiento de correr y fue como decidí seguirlo haciendo.
¿Desde ese momento te llegó la idea de correr los 100 maratones?
No, en realidad no. seguí como tres años más donde solo lo hacía para divertirme. Era más porque me gustaba. Me enamoré de correr maratones. No era nada por trazarme una meta, sino porque me gustaba correr. Lo de alcanzar los 100 maratones comenzó en 2017.
¿Cómo fue que nació esa idea?
Cuando comenzó todo esto de los 100 maratones no me sentía muy bien emocionalmente porque comenzaban los intentos por terminar el DACA (Programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, siglas en inglés) y la idea de deportar soñadores. La idea de regresar a El Salvador no me dolía, es más, me encantaría regresar a mi país. Pero la forma en que podríamos llegar a salir si eso se ejecutaba era prácticamente dejar todo por lo que habíamos luchado con mi mamá acá en Estados Unidos. Fue así como dije que quería enseñarle al mundo que los soñadores, los «dreamers», los migrantes estamos acá para hacer algo nuevo y algo positivo. Quería demostrar lo que valemos y hacerlo de una manera diferente. Busqué en línea y encontré gente que corría 100 o 200 maratones y eso me motivó. Ahí fue cuándo me decidí a hacerlo y, luego, descubrí que podía romper hasta dos récords mundiales más.
¿Cuáles son esos récords?
En 2019, el maratón de Los Ángeles me dijo que iba a quebrar dos récords extra. Eso no estaba, aparte de ser el de la latina más joven en correr 100 maratones. Tengo la posibilidad de establecer tres nuevos récords, pero uno de ellos no es tomado en cuenta por el Libro de los Récords Guinness. Los únicos que son Guinness son el de Persona más joven en correr 100 maratones y el de Mujer más joven en correr 100 maratones. El de ser la Latina más joven en correr 100 maratones no es admitido por Guinness, porque es una cuestión más de cultura o más regional.
¿Cómo te preparás para cada maratón?, ¿tenés alguna rutina en específico?
Para un maratón, uno se entrena seis meses o cuatro meses antes, depende de qué tanta experiencia tengás. Cuando comencé hacía ese tiempo, porque solo corría un maratón al año. Pero, ahora que corro como 30 maratones al año, no me da la misma flexibilidad de tiempo para entrenar, así que hago una rutina de tres a cuatro días en la semana. Esos días corro dos o tres millas para recuperarme y el fin de semana corro hasta 26.2 millas. Con eso hay días que hago un poco de pesas, uno o dos días, dependiendo de la sensación del cuerpo. Pero no me gusta levantar pesas. Lo que me apasiona a mí es correr. Lo encuentro bien aburrido (levantar pesas), pero sé que tengo que hacerlo para poder estar más fuerte.
En toda esta aventura de los 100 maratones, ¿qué tan importante ha sido el apoyo de tu familia?
Cuando comenzó esto, ya tenía la preocupación de mi mamá de que yo corriera maratones. Pero seguí corriendo. Cuando le dije a mi familia mi idea de los 100 maratones, al principio me dijeron que estaba loca, ¡Ja ja ja!, pero ya cuando vieron que lo decía en serio, comenzaron a apoyarme. Ellos conocen que cuando yo digo que haré algo, lo voy a hacer. A los 30 maratones ya mi familia comenzó a apoyarme más porque vieron que mi meta era en serio. Cada vez que termino un maratón le llamo a mi mamá para decirle que estoy viva, que estoy bien, porque sé que ella se preocupa. A veces me desanimaba, pero al siguiente día ya estaba buscando un nuevo maratón. El apoyo de mi familia ha sido de mucha ayuda. No es el hecho de que me hagan favores, sino el saber que ellos están acompañándome en mi meta.
¿Qué sigue después de alcanzar los 100 maratones?
Cuando inicié esta meta yo pensaba en seguir corriendo después de llegar a mi meta. Pero he conocido otros corredores que me han enseñado a hacer más locuras. Después de correr los 100 maratones voy a seguir corriendo, pero ahora me ha inspirado mi comunidad latina, siempre poniendo en alto a El Salvador y a los latinos en Estados Unidos y en el mundo.
Quiero llegar a correr carreras de más de 200 millas y, si considero que ya es mucho, me voy a enfocar en seguir corriendo, pero en espacios abiertos, en bosques, porque es menos impacto y hay mucha más belleza en las montañas, hay mucho más para descubrir.
Tengo tantas cosas en mente que ni sé qué voy a hacer. Quiero hacer otro deporte más, quiero dedicarme a la natación en agua abierta. Quiero seguir viviendo y quiero seguir viendo que otras metas voy a completar. Lo de los 100 maratones es solo una de las metas que voy a poder cumplir.