Cuando abro la aplicación de una red social, me resulta genial ver como cada persona comparte un poco de su día, parte de su vida. Lo que más me gusta es estrechar por ese medio la distancia que tenemos, porque están en otro país, no coincidimos con los horarios para salir a comer o beber un café, o simplemente cada uno tiene sus responsabilidades.
Hace varios meses empecé a ver las publicaciones de un amigo diariamente, publicaba que había ido a entrenar a un gimnasio, salido a correr o había hecho ejercicio en casa, pero todos los días era y es su día número uno de ejercicio. Gracias a las redes sociales he visto como cada «día uno» le ha dado resultados y lo sigue acercando a su objetivo final.
Veo a otra amiga que también publica pequeños videos o fotografías de sus rutinas de ejercicios en el gimnasio o en la casa. Siempre demuestra que le encanta su estilo de vida, pero sobre todo que le apasiona cuidarse y amarse.
Tengo otros contactos que disfrutan de viajes, de la naturaleza y tratan de hacer esto que les gusta con frecuencia. Me fascina ver los lugares tan hermosos que han visitado, fotografías que capturan momentos inolvidables y que posiblemente no se repetirán jamás. Creo que es la forma de sentirse plenos con su vida.
Debo admitir que soy fan de las personas que publican en redes sociales sobre sus emprendimientos, me gusta ver cómo sus habilidades, pasatiempos o ideas de pequeños negocios empiezan a darles un ingreso económico. Unos venden semillas, otros postres, cocteles de mariscos, manualidades, arte; creo que son muy valientes por seguir sus sueños, por intentar algo a lo que pocos se atreven.
Sé que cada persona coloca un extra de voluntad para cada cosa que hace. Nadie le presta atención a su esfuerzo, ya que los comentarios sobre lo que se está haciendo mal son los que en ocasiones llegan primero. Cuando cometes un error, las personas te lo hacen ver muy rápido. No existe una receta secreta o una fórmula mágica para que las cosas que deseamos sucedan en un parpadeo. Lo que es seguro es que hay que esforzarse, estar dispuestos a aceptar los propios errores, intentar ser mejores personas todos los días, aceptar que hay mucho que desconocemos para poder aprender constantemente, valorar cada paso hacia la meta, vivir un día a la vez y disfrutar lo que nos apasiona.
Cualquier cosa a la que se dedique cada uno de los que están leyendo esta columna —sin importar el esfuerzo, tiempo o dinero que requiere—, ¡los felicito! Tomar la decisión de lograr metas o sueños requiere de valentía; salir de la zona de comodidad es una opción que pocos deciden tomar, pero seguramente un día obtendrán una consecuencia de cada una de las acciones que decidieron, serán capaces de inspirar a otros para que luchen por sus sueños. En el camino encontrarán personas con pasiones similares con quienes compartir eso que posiblemente pocos han comprendido; pero, sobre todo, verán y disfrutarán de realidades que para otros únicamente se quedan en sueños.