Gustavo Pérez y Camilo Melara son dos productores que se dedican al cultivo de hongos ostra, que surgió en el país en los últimos años.
La historia de los emprendedores comenzó en 2015, a través de la empresa Tutalyu, ubicada en los Planes de Renderos, en el municipio Panchimalco, con una siembra pequeña; sin embargo, en los últimos años decidieron aumentar la producción.
En la actualidad, la empresa comercializa la producción en restaurantes de San Salvador, sobre todo, en aquellos que se dedican a la venta de comida vegana.
Además, ha logrado posicionar el producto en el agro mercado del Ministerio de Agricultura y Ganadería, y en el mercado nocturno, en el Centro Histórico de San Salvador. El costo por cada media libra de setas es de entre $3 y $3.5.
Pérez aseguró que al mes cultivan alrededor de 300 y 450 libras de hongos. De cada maceta se logra hacer alrededor de tres o cuatro cosechas. La empresa genera alrededor de cinco empleos directos en la zona.
«Hemos ido aprendiendo en el camino, viendo videos de Youtube y aprendiendo del Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal (Centa), ya que no somos un sector conocido; sabemos que el mercado es reducido, pero aun así continuamos apostándole al hongo ostra, porque es un producto rentable», agregó el salvadoreño.
Por otra parte, Pérez comentó que en el futuro les gustaría exportar el producto al extranjero, empezando por Estados Unidos.
«Por el momento estamos viendo si lo exportamos, pero no se ha concretado algo seriamente. El país al que se enviaría sería Estados Unidos, pero se tendría que ver los altos costos de producción. El mercado local se queda pequeño», añadió.
Los productores destacan que con los hongos ostras se pueden preparar platillos, como rapiditas con queso, pizza, y también son ideales hasta para pupusas.
Asimismo, por medio de una empresa hermana, los emprendedores procesan setas para preparar tortas para hamburguesas y chicharrones veganos. Lo interesante es que también se pueden degustar salteados con mantequilla o crudos.
En la producción de este cultivo se utiliza sustrato de olote de maíz, el cual es embolsado, luego se efectúa un proceso de esterilización en ‘baño maría’.
El proceso continúa con la colocación de la semilla en esa bolsa (a la que llama maceta), después pasa a un cuarto de incubación, en oscuridad, en donde el producto pasa un mes, al final es trasladado a un cuarto de producción en donde permanece por cuatro semanas.
Ana Luisa Hernández, encargada de realizar la labor de cosecha, explicó que dedica una hora para cortar el hongo y tres en la selección y empacado del producto en las diferentes presentaciones.
El producto está listo para cortar cuando este presenta un color claro, una textura suave y un tamaño atractivo para el consumidor.
TRABAJO DE LABORATORIO
Walter López, biólogo del Centa, explicó que el Laboratorio de Parasitología Vegetal de la institución brinda la asesoría técnica para la producción de este tipo de hongo.
López dijo que la producción tecnificada de la semilla inicia con la preparación de sustrato (mezcla de sorgo y aserrín de madera en frascos de vidrio); después se procede a la esterilización en autoclave a 121 grados centígrados por 20 o 30 minutos.
«Este proceso permite dejar a este sustrato libre de contaminantes como hongos o bacterias que pueda afectar el crecimiento y pureza del micelio (nutriente del hongo), el cual es parecido a una red de hilos microscópicos de color blanco y aspecto algodonoso», agregó.
Para este cultivo el biólogo recomendó altitudes cercanas o mayores a 1,000 metros sobre el nivel del mar debido a que estas zonas presentan temperaturas más favorables para este producto y para incursionar en este rubro.
«Hemos ido aprendiendo en el camino, ya que no somos un sector conocido; sin embargo, sabemos que el mercado es reducido, pero aun así continuamos apostándole, porque es un producto rentable».
Gustavo pérez, productor salvadoreño.
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