Al visualizar los avances tecnológicos y los juegos virtuales, en algunos casos, estos producen en la niñez aislamiento, ya que los niños juegan solos delante de la pantalla y pueden pasarse horas en esa práctica.
Con esta analogía no digo que también tienen grandes ventajas como el desarrollo del pensamiento, pero como responsables de la familia tenemos que estar atentos, es aquí la importancia de los juegos tradicionales, ya que se caracterizan por ser al aire libre, compartir con amigos y utilizar elementos del entorno para comenzar la diversión.
Detengámonos un instante en el tiempo, recordemos que, en algunos momentos de nues[1]tra vida cuando éramos niños, pasábamos por alguna tienda o bazar del mercado de nuestro pueblo, nos deteníamos a ver un juguete que nos ilusionaba (carritos, muñecas, entre otros) y hacíamos lo imposible por obtenerlo o nos quedábamos con la ilusión de poder alcanzarlo y tenerlo en nuestras manos.
En esos momentos, no nos dábamos cuenta de la dicha que teníamos de ser felices con nuestros amigos, con la práctica de los juegos tradicionales y con la adrenalina que experimentábamos con cada uno de ellos.
Entre los juegos que más se practicaban y están en nuestro recuerdo se encuentran los siguientes: la peregrina, el trompo, el yoyo, el saltaburro, el capirucho, el arranca cebolla, la chancha balancha, a la víbora de la mar, la chibola, el escondelero, la mica, ladrón librado, pecado, saltacuerdas, triquitraca, carreras de encostalados, jacks, piscuchas, rondas, campito de fútbol, entre otros.
La práctica de estos juegos tradicionales o populares nos dejaron muchos aprendizajes, ya que mantienen viva la memoria lúdica; fortalecen habilidades, destrezas, valores y actitudes necesarias para un desarrollo integral; propician los vínculos de relación entre pares, es decir, la relación con los demás; enseñan a los niños a ser solidarios, a compartir; se fortalece el desarrollo de las motricidades fina y gruesa, también son de gran importancia para el trabajo en equipo.
Toda esta práctica fue de gran importancia en la construcción de nuestra personalidad, en la creación de personas más proactivas en función del relacionamiento social.
Retomando todo lo anterior y con un enfoque del fortalecimiento de entornos amigables para la niñez, en relación con los juegos tradicionales, es de mucha importancia ponerlos en práctica en los espacios como los recreos dirigidos en los centros escolares, en la familia y los encuentros en los espacios de recreación de nuestras comunidades, y poder encaminarnos hoy en día en los beneficios entre padres, madres e hijos, ya que fortalecen sus vínculos afectivos y generan ventajas físicas, mentales y de autonomía en el niño.
Son juegos que aparecen en diferentes momentos o épocas del año, que desaparecen por un período y vuelven a surgir. De esta manera, se recomienda hacer estas prácticas con la niñez.
Nuestra propuesta es que, como padres y madres o en liderazgos comunitarios, podemos organizar pequeños talleres para la elaboración de algunos juguetes con materiales reciclables y del entorno como trompos, piscuchas o yoyos, entre otros.
Con estos recursos que son de fácil acceso y al alcance de todos, planificar juegos y competencias en los diferentes espacios en la comunidad y durante todo el año para fomentar en la niñez la creatividad para diseñar y fortalecer sus habilidades. Es de gran importancia rescatar los juegos tradicionales, porque nos permiten el desarrollo del pensamiento, de lo físico y lo social en los niños.
Mediante los juegos tradicionales la niñez se acerca un poco al tiempo en que se divertían sus abuelos, abuelas, padres y madres, en función de vivenciar con el niño este legado del patrimonio cultural, permitiéndole conocer otras culturas distintas en el tiempo o las nuestras en los diferentes territorios a escala nacional.