La poza La Sirena y Los Saltos forman parte del atractivo turístico del municipio de Uluazapa, en el departamento de San Miguel. En esta zona hay cuatro pozas ubicadas en el cauce del río Vargas, que conecta con el río Taisihuat y posteriormente el río Grande de San Miguel.
El lugar ofrece desde una relajante pausa en el camino debajo de un árbol que brinda una acogedora sombra, acompañado de un chapuzón refrescante, hasta convertirlo en algo más emocionante para los amantes del senderismo que gusten de explorar y descubrir lugares increíbles, como la poza La Sirena, que cuenta con una caída de agua cercana a los 20 metros o más.
La aventura inicia con una caminata partiendo del parque central de Uluazapa, con rumbo a caserío Los Saltos, del cantón Río Vargas.
El trayecto es de menos de 10 minutos y a la zona se puede llegar también en automóvil hasta cierto sector y luego se van por los senderos en busca del río.
«La entrada principal para las pozas está bajando algunas gradas, pero para La Sirena la forma más segura de llegar es entrar por una propiedad privada, a menos de 10 metros antes de la entrada principal a las pozas. Se debe venir bien preparado para caminar por los senderos», comenta Rubén Rivera, encargado de la Unidad Ambiental de la alcaldía de Uluazapa.
Una vez en La Sirena, si gusta visitar Los Saltos, se debe subir por una especie de pared de grandes rocas y atravesar una pequeña vereda, que representa toda una aventura.
Entre los mayores atractivos de la poza La Sirena y de Los Saltos están sus paredes formadas por rocas hexagonales o basalto de roca magmática que representa el 42.5 % de la corteza terrestre y se forma en chimeneas volcánicas o calderas, cuyos magmas se solidifican en el momento y posteriormente quedan expuestos ya sea por la erosión o por la modificación humana.
Los lugareños aseguran que algunas de las pozas tienen la forma de un embudo, como la poza número dos, considerada la más profunda de todas, pero perfecta para nadar para aquellas personas que cuentan con esa habilidad.
Otras de las ofertas turísticas de este pueblo colonial son el templo católico San Pedro Apóstol, que data del siglo XIX; el cerro La Ídola, donde han encontrado vestigios arqueológicos, y el parque municipal.
Como patrimonio cultural intangible e inmaterial, el baile de san Benito forma parte de sus principales tradiciones, así como el relato mitológico de La Taconuda.