Desde los cinco años de edad, Xiomara Vargas demostró su gusto por el baile. Sus padres, María Cruz Díaz y Manuel Vargas, optaron por fomentar su graciosa habilidad que años después se convirtió en su forma de vida.
Ambos padres nacieron en Nicaragua: María Cruz en León y Manuel en la costa atlántica, una región marcada por muchas etnias, multiculturalidad y con danzas y sones mestizos.
Xiomara está convencida que su pasión por el baile proviene de las ricas manifestaciones culturales de su padre, aunque a su madre también le gustaba todo lo que fuera arte.
Por sus padres recibió clases de ballet, jazz, gimnasia rítmica, entre otras, lo que permitió que debutara profesionalmente como bailarina en 1990.
El mayor de sus tres hijos, Jordan, nació en 1996. Y nunca imaginó que el pequeño también desarrollara habilidades para bailar, al punto que se ha convertido en su pareja permanente en los escenarios.
En 2018 ganaron tres premios en el San Salvador Salsa & Bachata Summit: el primer lugar como pareja en bachata, el segundo lugar como pareja en salsa y el tercer lugar para él en salsa (solista).
Luego, obtuvieron el segundo lugar en bachata pareja en Estados Unidos, un evento desarrollado el 2021 en el club de salsa Steven Steak House de la ciudad de Los Ángeles y en septiembre pasado triunfaron en el Latin Dance Festival 2024 desarrollado en El Salvador donde participaron bailarines de Colombia, México, Costa Rica y Guatemala. Obtener el primer lugar en bachata les dio el pase directo para competir el 2025 en un certamen similar.
Madre e hijo, quienes se presentan oficialmente como Happy Dancers Family, también planean competir el próximo año en el Euroson Latino y Fussion Salsa Fest, ambos en México. Además de otros certámenes en Canadá y Colombia.
Xiomara habló de su trayectoria y la emoción de que su hijo la acompañe en su pasión por el baile.
¿Cuándo se dedica profesionalmente a bailar?
En 1990, después de que mi papá me ayudó a poner un gimnasio para dar clases y después daba clases de inglés, porque me gustaba mucho. Llegó un representante de una famosa discomóvil del país Luz, color y sonido JL, y él me contrata para que haga las coreografías de danza a un grupo que ya tenía formado, pero ellas no tenían experiencia. Entonces, me dijo que le hiciera una presentación para el 15 aniversario de su discomóvil, me dieron permiso y lo logré. Después de esa presentación quedé enamorada de bailar y pasaron 10 años con esa discomóvil.
¿Formó un grupo?
Sí, integré a mis compañeras de baile de mi escuela y nos llamamos Happy Dancers.
¿Cuántas eran?
Seis niñas y tres varones.
¿Qué ritmos bailaban?
Todos los ritmos, merengue, salsa, jazz, gimnasia rítmica, de todo. En ese entonces estaba de moda el rap y lo hacíamos. Los muchachos que bailaban con nosotros eran especialistas en rap.
¿Después del 2000 que pasó?
Antes que terminaran esos 10 años yo estuve haciendo coreografías a Jhosse Lora, a Súper Combo 12. Tengo un video de aquel entonces para niños y esa coreografía fue montada por nosotros y también la caracterizamos se llama «El canguro y el caballito», siempre es de Jhosse Lora y en la mayoría de fiestas infantiles se oye.
¿Solo con ellos trabajó?
Con Bongo, Marito Rivera y estuve con Karmina Salázar. Yo bailé para ella, era parte de la coreografía. Ella era mi maestra de baile.
Y entonces, ¿qué pasó después del 2000?
Me retiré. Sentí que todo había terminado para mí. Aquel amor a la danza fue estar viendo los solos de otras personas. De hecho, me casé con el dueño de la discomóvil (ríe). Ya bailaba para él, era una persona súper estricta. Él no nos permitía ni siquiera asomar la nariz fuera de los camerinos, fuimos muy respetadas las Happy Dancer. De hecho, lo de Karmina a él le impactó porque la gente a veces se quería pasar de la cuenta por la poca ropa (que usaba). Entonces dijo: “A mí no me va a pasar”.
Lo más novedoso fue Karmina, pero nosotras usábamos trajes de luces, de teatro, lo que podíamos usar. Estaba acostumbra a estar en el Teatro Presidente, en el Teatro Nacional, con Vivra Jazz, con danza, pero no en una tarima. Y la primera presentación fue un susto porque la tarima era de madera y la gente la movía, parecía que estábamos navegando y casi la botan, por el impacto de la gente queriéndonos tocar, queriéndonos dar la mano, un beso, lo que sea.
Se retiró, entonces.
Sí, porque nació mi hija.
¿Cuántos tiene?
Tres […] En 1996 seguí bailando, me retiré con la segunda hija, y la tercera nació en el 2003. Ahora, ella es reina de las fiestas patronales de Zacatecoluca.
¿Cómo se llama la segunda?
Johanna Noches y la tercera Juliana.
¿Y cuándo empieza a bailar su hijo?
Creo que él empezó desde mi vientre porque en 1996 todavía estaba en el grupo y yo no sabía que estaba embarazada, no se me notaba y ni siquiera me dieron síntomas. Al quinto mes que lo supe empecé a retirarme y sentía que cada vez que ponía música esa pancita se movía junto conmigo, daba pataditas, y creo que él ya lo traía de nacimiento.
Cuando nace, los primeros tres, cuatro años, fue un niño normal, pero a los cinco venía detrás de mí. A veces hacía ejercicios para mantenerme y él los hacía y quería bailar. Fue hasta el 2008, para un programa de televisión que vino un famoso bailarín de salsa, se llama Soren Barahona, un salvadoreño residente en Los Ángeles (Estados Unidos), y por la admiración que teníamos por ese programa me dio la inquietud de ir a unas clases con él y retomar el baile.
Fueron clases de un mes, con un montón de adultos, entonces él (el hijo) se quedaba afuera del salón y solo observaba. Íbamos a tener la clausura con una presentación en el teatro y mi pareja dijo que no podía llegar. El maestro me dijo que yo no iba a bailar, pero el niño pide permiso, entra al salón y dice: “Mami, si quieres yo te ayudo porque creo que puedo”. Y me logró llevar hasta mejor que mi pareja, con quien habíamos ensayado. Dio el aval Soren para que él fuera mi pareja y en el Teatro Nacional se lució, bailaba como todo un profesional. Al salir de escena Soren dijo: “Si a esta edad eres como eres, imagínate a mi edad, serás cachimbón”. De 12 añitos y bailando como todo un profesional. Él tiene otro talento y creo que viene del papá, él tocaba batería en la Banda de Paz de Zacatecoluca, para el DM-9 tocó y ese talento lo trae sin que le haya enseñada.
¿Qué bailaron en el Teatro Nacional?
“Idilio”, de Willie Colón.
¿Cuándo toman la decisión de empezar a competir juntos?
Lo de nosotros nace ante la imposibilidad de integrarnos a grupos, que si podía integrar al niño (a grupos), si yo me podía integrar de nuevo. Entonces, surgimos él y yo en casa, empezamos a hacer entrenamientos y nos fuimos metiendo tanto que ahí nos convertimos en pareja.
¿En qué año fue?
2018 con la competencia del Summit, ahí ya estamos como pareja oficial.