Este satélite de observación de la Tierra, lanzado en 2018 para medir los vientos, entró en la atmósfera de manera controlada, después de varios días de maniobras destinadas a bajar su órbita.
La nave, de poco más de una tonelada -que operaba a 320 km de altitud-, descendió progresivamente a 120 km, y luego entró en la atmósfera donde se desintegró, en la noche del viernes.
Aeolus «entró con éxito en el corredor que se pretendía, sobre la Antártida, donde hay menos población en el mundo», declaró al AFP Benjamin Bastida, ingeniero encargado de los desechos espaciales de la ESA.
El satélite fue diseñado a finales de los años 1990 y carecía de la potencia de propulsión requerida para controlar su caída, señaló el ingeniero.
Las maniobras de asistencia controlada en la atmósfera son frecuentes para satélites recientes.