Carmen Margarita Alvarado, de 27 años, es una residente de Santa María, Usulután, que desde hace cinco decidió seguir su sueño de dedicarse a la reparación de motocicletas. A pesar de que es un rubro en el que la mayoría son hombres, Margarita dejó de lado las críticas y los comentarios desmotivantes para aprender el oficio que desde pequeña le había llamado la atención.
Ella recuerda que, desde los ocho años, cada vez que visitaba el taller de su padre, tenía un gran interés y pasión por el trabajo que se hacía. «Yo nunca pensé que iba a trabajar en esto, porque se ve que es muy complicado. Cuando estaba pequeña, sentía el deseo de aprender, pero no le decía a mi papá por miedo a que me dijera que no porque solo hombres comúnmente trabajan de esto», expresó Margarita.
Manifestó que trabajó en diferentes lugares, como hospitales, comedores y supermercados, con variadas funciones, pero nunca se sintió cómoda en esos puestos.
Por eso, cuando tenía 22 años, Margarita le expresó a una persona que deseaba aprender el oficio, pero en lugar de recibir apoyo y motivación, escuchó palabras negativas.
«Esa persona me dijo que las mujeres no pueden con este trabajo y que yo no podría. Entonces decidí demostrarles a las personas que piensan así y a mí misma que las mujeres podemos hacer lo que nos propongamos», contó la ahora mecánica.
Ese mismo día, Margarita renunció a su trabajo en un supermercado y le llamó a su papá para decirle que se presentaría a trabajar al día siguiente para ser una aprendiz más en su taller. A pesar de tener un inicio difícil, poco a poco, con el apoyo y las enseñanzas de todo el equipo, Margarita fue aprendiendo y adecuándose al trabajo que hoy desempeña y tanto ama.