María Paz Andrade, conocida con cariño como niña Pacita, vive sola en el cantón Montefresco, del municipio de Concepción Batres, en Usulután, ya que sus seis hijos fallecieron, el último hace varios meses y no hay ningún familiar que la acompañe.
Asegura que tuvo de hijos a dos mujeres y cuatro hombres, y el último murió tras pasar varias semanas con problemas de salud luego de caer de un árbol mientras lo cortaba. Su compañero de vida también murió y solo sobreviven unas nietas, con las que tiene poco contacto. La vida siempre le ha costado a Pacita, pero con la ausencia de su último hijo los problemas se acrecentaron.
Una de sus necesidades era tener cama, ya que dormía en una hamaca, por lo que el Sistema Básico de Salud Integral (Sibasi) se la donó y otros empleados de salud le llevaron diferentes artículos, entre estos un ropero de plástico para que guarde sus cosas.
«Yo no tenía cama, dormía en una hamaca y siempre quise tener una cama para dormir tranquila, galán, así que ha sido una bendición para mí este regalo», expresó la mujer de 81 años, que afirma haber trabajado como vendedora, de lavar y planchar ropa, entre otros oficios.
Pero su salud no ha estado en óptimas condiciones, por lo que no ha podido laborar. La casa en la que vive fue donada por vecinos que le han prometido una mejor vivienda. José Antonio Pineda, director de la unidad de salud de Concepción Batres, fue el encargado de entregarle la cama, y con algunos compañeros de trabajo le recolectaron víveres y otros artículos.
«Siempre teníamos contacto con ella y el doctor [Ovidio] López Vega, director del Sibasi, me dijo que íbamos a apoyar a niña Pacita, por lo que le donó la cama como Sibasi y me pidió darle una atención integral como ella se lo merece», contó el médico.
Añadió que la llevaron a que se colocara la segunda dosis de la vacuna contra la COVID-19 en la unidad de salud y también le diagnosticaron anemia, por lo que se mantendrá en tratamiento para que mejore su estado de salud.
El acercamiento con los adultos mayores es parte de los proyectos comunitarios de atención en salud del Sibasi. Marisol Álvarez vende tortillas a pocas cuadras de donde vive Pacita, y es ahí donde la anciana frecuenta normalmente. Álvarez indicó que cuando la anciana se encuentra bien de salud llega a recoger nances para venderlos.
«Hace poco ha estado mal de salud y no ha venido, pero nosotros le regalamos los nances para que los venda y ayudarle de esa manera», dijo la vecina de la niña Pacita.
A pesar de la situación precaria, ella no se desespera, ya que se aferra mucho a su fe en Dios, y manifiesta que siempre hay conocidos y vecinos que le ayudan con comida y víveres. «Yo no me preocupo porque Dios siempre está conmigo», afirmó.