Carmen Marilú Hernández recientemente finalizó noveno grado en el Complejo Educativo del Cantón Amapalita, de La Unión, y muy orgullosa asistió a la graduación junto con sus compañeros para recibir su diploma de manos del director de la institución.
Pero, detrás de la culminación de su educación básica, hay una historia triste que también refleja los deseos de superación que tiene esta mujer de 33 años, quien debido a una enfermedad ahora usa una silla de ruedas para movilizarse.
En 2010, fue diagnosticada con artritis reumatoide, una enfermedad que dos años después la postró en la cama y la obligó a abandonar la escuela sin finalizar su noveno grado.
Con el paso de los años y con la ayuda de tratamientos que calmaban los fuertes dolores, asegura que ha aprendido a vivir con su padecimiento. «Ya este año me animé a terminar el noveno grado porque las clases eran en línea y se me hacía más fácil porque no tenía que ir a la escuela, y como está bastante retirado de donde vivo, y por mi enfermedad era más complicado», relató Hernández.
Para distraer la afectación de su padecimiento, esta mujer residente en el cantón El Farito, de Conchagua, dedica buena parte de su tiempo a tejer y elaborar artículos con hilo, los cuales adorna y les agrega su toque único con chapas de latas de gaseosa recicladas.
Al momento de visitarla estaba elaborando un bolso que era un pedido de una persona de la República Dominicana. Cuenta que también teje carteras, billeteras, gorros, zapatos y sandalias para mujer, los cuales antes de la pandemia también enviaba a Estados Unidos, pero por las restricciones actuales se le vuelve complicado.
Con los pocos artículos que vende, Carmen recoge por lo menos $75 que debe destinar para asistir a sus consultas en San Miguel, pues contrata transporte particular para trasladarse desde la comunidad donde reside.
Una de las mayores aspiraciones de Carmen es continuar el bachillerato, pero teme que se le haga muy difícil porque en este nivel educativo tendría que presentarse a sus clases.