Grande como pocos, Lito Ibarra ha escrito en los últimos 25 años la historia tecnológica del país y de muchos otros en Latinoamérica y El Caribe. La vida, o como él dice «los caminos que he seguido», lo ha llevado a vivir situaciones realmente excepcionales que, sin pretenderlo, son todo un hito personal y profesional.
En 1993 estuvo en Costa Rica cuando el país se convirtió en el primero de Centroamérica en conectarse a internet y tiempo después -exactamente el 14 de diciembre de 1995- logró que El Salvador se conectara a la gran red mundial. En el país, fue el primero en tener correo electrónico. Colaboró en la producción de chips integrados «made in El Salvador».
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¿Hace cuánto inició Lito Ibarra con toda esta dinámica de internet?
Yo estudié Ingeniería Eléctrica en la UCA, porque cuando yo empecé a estudiar, que fue en 1976, no existía nada de computación como carrera, aunque sí me hubiera gustado… Estudié entonces Ingeniería Eléctrica, más adelante estudié Licenciatura en Administración de Empresas y después una Maestría en Nuevas Tecnologías. Mi campo preferido siempre fue la ingeniería, la tecnología, la matemática, la física. De hecho, di clases de Matemática y Física en el externado, de donde yo salí, y daba clases en el bachillerato. Tenía cuatro años más que mis alumnos, entonces, todo eso siempre me gustó. En ese afán, trabajé en un momento dado en la MCR que para ese entonces era la gran competencia de IBM, tenía que ver con computadoras, tenía que ver con equipos.
¿Dónde estaba MCR?
En el pasaje Morazán, por la catedral. Trabajé con ellos por tres años, le daba mantenimiento a computadores del Banco de Fomento Hipotecario, del Banco Agropecuario, Cuscatlán. Algunas de esas grandes instituciones tenían computadoras MCR… después de eso, me cambié de trabajo y me fui a trabajar en Texas Instruments en El Salvador, allá en la Santa Lucía.
Texas Instruments fue un gran hito para El Salvador porque fabricamos aquí circuitos integrados, que eran los de tecnología top de ese momento y decían con gran orgullo «made in El Salvador». Ahí tengo varios… Cuando esta empresa decide cerrar su planta en El Salvador, en 1985, que a propósito lo hizo no por la guerra sino porque bajó la demanda de lo que se producía a escala mundial. Entonces, junto con 17 personas nos ofrecieron trabajo en Estados Unidos. Dos dijimos que no. Dije que no porque creía y sigo creyendo que El Salvador merece que sus profesionales, que la gente que tuvimos la oportunidad de estudiar, le devolvamos lo que más podamos a la sociedad. Esto lo he inculcado a mis hijos también. Entonces, en ese tiempo, cuando ya había cerrado Texas, que me quedé un rato ayudando a vender las cosas, a cerrar la planta, todo lo que sea…
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¿Vender partes de la planta?
Sí, era el jefe de sección, que se encargaba del mantenimiento del equipo de producción, en el área de test, en el área de prueba.
Ahora, ¿cuándo surge ese conglomerado de instituciones donde se incluye la UCA, Conacyt y Antel que se vieron involucradas en la llegada del internet al país?
En 1987 empecé a trabajar en la UCA, bueno a finales del 86, gracias al padre Ignacio Martín Baró, de los mártires que mataron en el 89. Él me llamó y me pidió que trabajara con ellos, pues yo había estudiado en el externado, había estado en la UCA.
¿Se conocían desde antes?
Sí, por ser jesuitas y ser estudiante de ellos.
Obviamente ya le habían detectado algo.
Bueno, pensemos que sí… bueno, también fui el primer bachiller del externado.
Hay una mezcla entonces, ser el primer bachiller, trabajar con Texas, su experiencia.
Bueno sí, acepto.
Nada es fortuito…
Sí, nada es fortuito… pero sí, las cosas pasan por algo, algún mensaje traen. Las buenas y las malas que le pasan a uno por algo suceden. Esta decisión, por ejemplo, de quedarme en El Salvador. No sé qué habría pasado allá en Estados Unidos con mi familia, mis hijos. Gracias a Dios al quedarme aquí no pasó nada. Al tomar una decisión entre dos caminos nunca se va a saber qué habría pasado en el otro, el que no se tomó. Así que, lo mejor es alegrarse y estar contento con lo que le pasó… Entonces, estando en la UCA llego a ser director de Informática, de toda la tecnología de información de la UCA. Estamos hablando del 86, 87, en el 89 matan a los padres, yo sigo ahí, y hasta 1993 que empieza la historia.
¿En 1993 fue a Europa?
No, fui a Costa Rica. En abril del 93 me invita la OEA a un taller a Costa Rica, de una semana, donde nos iban a enseñar TCP/IP que siguen siendo los protocolos o la base tecnológica de internet. Claro que aquí no sabíamos absolutamente nada de eso. Bueno, dijimos, vamos a aprender. Voy esa semana a Costa Rica que termina con la inauguración de la conexión de Costa Rica a internet. Esa semana llovió, yo estuve ahí, fui uno de los privilegiados. Éramos como 30 personas en la Universidad de Costa Rica, incluido el director de Ciencia y Tecnología de Costa Rica. Entonces, yo estuve en ese momento que el primer país centroamericano se conectaba.
¿El Salvador fue segundo?
Lastimosamente no.
Después de Costa Rica, ¿quién va?
No sé, la verdad no sé. En Centroamérica hay que averiguar porque Nicaragua estaba muy adelantada. Tenía mucha solidaridad de afuera, vinieron muchos alemanes, muchos europeos por el tema de las guerras internas nuestras y, entonces, vino mucha gente que también sabía de tecnología y les ayudaron. Aquí quizás, pero menos para hacer esas cosas. Pero volviendo a Costa Rica y de regreso al país dije: «tenemos que conectar al país, no sé cómo, pero tenemos que hacerlo». Y empecé a hacer las gestiones.
Había que hacer gestiones con la gente que estaba en Estados Unidos, que en ese momento estaba administrando internet a escala mundial, que no era ni mucho ni grande la cosa. Solo eran dos, tres, cinco personas. Yo llamé, escribí vía fax, porque obviamente no había correo electrónico. Me comuniqué con las personas allá y uno ellos, que falleció a los pocos años, en 1997, Jon Postel (Jonathan Bruce Postel) que se reconoce como uno de los pioneros, y tuve el honor de conocerlo y que él me delegara la administración del punto SV porque entonces era bien personal, solo decía: «está bien, aquí está».
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¿Le delegó el dominio de país?
Sí, y un bloque de 65,000 direcciones IP. Las direcciones IP son el distintivo. Cada dispositivo que se conecta a internet tiene que tener una dirección IP única.
¿Ahí se conectan la UCA, la UES?
No. Yo estaba en la UCA y empiezo a llamar a esas instituciones, a Conacyt, que acababa de surgir. En 1993 se creó. Entonces, como teníamos alguna afinidad fui a decirles que sería bueno que tuviera que ver… Luego involucramos a la Universidad de El Salvador, Antel por supuestísimo que era la institución encargada de las telecomunicaciones. Y bueno, ya el trabajo práctico fue el siguiente: gestioné y escribí un documento para gestionar un donativo de la OEA por alrededor de $6,000, que no era la gran cosa, en equipo… computadoras, switcher para conectarnos.
¿De Estados Unidos vino el equipo?
Sí. Entonces, los técnicos de Antel trabajaron en la configuración para poder conectarse, que más el dominio SV, las direcciones IP y esos fonditos logramos conectar a El Salvador a internet el 14 de diciembre de 1995.
¿Por qué esa fecha?
Solo ocurrió, veníamos trabajando, trabajando, y ese día pasó. Fue como un nacimiento, como un parto que ese día ocurre.
¿Ya habían hecho pruebas?
Sí, ese día funcionó. Pudo ser antes, pudo ser después.
¿Hubo un acto simbólico?
No, para nada. Es que nadie sabía de esto. Nadie dimensionaba sobre lo que esto significaba. Sin falsa modestia, uno estaba haciendo historia ahí, pero no sabía que la estaba haciendo. Es bonito recordar. Nos íbamos a meter en las noches allá a Antel Centro, por el Hula Hula, donde estábamos trabajando.
A eso iba, ¿dónde se creó ese primer centro de conexión?
El equipo desde el cual nos conectamos estaba en Antel Centro. Lo habíamos puesto en el antiguo edificio del Telégrafo, porque para ese entonces Antel tenía concentradas varias cosas fuertes ahí. Ahí hicimos la conectividad. Años más tarde, trasladamos esos equipos a Antel Roma. En ese edificio de Antel, en el centro, empezó todo. Ahí recibimos el primer mensaje. Como ya administraba el dominio SV, creé mi primera cuenta de correo electrónico que terminaba en SV.
¿Envió un primer mensaje?
Sí, curiosamente envié uno y recibí respuesta en ruso. Yo creo que porque la gente pensó que era soviet, creo yo.
¿Cuándo recibió respuesta?
En unos cuantos días.
¿Lo guardó?
Para nada. Uno no se imagina que está haciendo historia. Hay un montón de cosas que después he buscado, pero bueno. En febrero de 1996, trabajando con Antel, ya pudimos conectar a la Universidad Don Bosco y a la UCA y luego, un par de meses después, conectamos a Conacyt y a la Universidad de El Salvador. Ya después fue avanzando la cosa. Estamos hablando de 1996, en ese mismo año fue que se vendió Antel. Coincidió la venta. ¿Por qué? Ya estaba consignado que se iba a hacer.
¿Fue un error privatizar?
Para nada. Fue bienvenido porque, primero, la venta y la privatización abrieron la competencia porque permitió que fueran más exigentes los servicios, que tuviéramos teléfonos más rápido…. internet fue supereficiente también.
Si damos un salto en la historia, usted habló de 65,000 IP, ¿cuántas son ahora?
No tengo idea. Yo sigo administrando esas 65,000. Todo lo que termina en sv solo, en «punto com.sv», en «punto net. sv». Estos son los códigos o dominio de país que me delegó Jon Postel y lo sigo administrando. Entonces, creé SVNet en mi cabeza en esos mismos años 94, 95, pero no lo creé legalmente. Eso fue hasta 2004 que creé legalmente la Asociación SVNet, sin fines de lucro.
El gran desafío de país: la cultura digital
Contar con teléfonos inteligentes no es suficiente en El Salvador. La población aún no está educada a escala tecnológica, sostuvo Rafael (Lito) Ibarra.
¿Podemos hablar de gente conectada, sitios web para dimensionar qué fue hace 25 años el surgimiento de internet y lo que tenemos ahora?
Yo pensaría que no hemos avanzado tanto como yo quisiera. Por ejemplo, solo hay nada más un 35 o 40 por ciento de salvadoreños conectados, y eso diciendo mucho, y agregando los que tienen teléfonos inteligentes que se pueden conectar, pero quizá no tienen computadora, no tienen energía eléctrica. Es una deuda de todos, de la sociedad, no solo de los gobiernos; que estemos más salvadoreños conectados, eso falta todavía.
Han pasado 24 años desde el arranque de internet. Vamos a cumplir 25 en diciembre.
O sea, en 25 años solo un posible 40 % está conectado, y eso que solo puede tener un teléfono inteligente, pero no sabemos la calidad de la información, no sabemos qué buscan. Y sobre todo no sabemos con qué habilidad usan esos recursos. El que esté conectado no significa que ya cumplimos, no. La gente tiene que saber cómo utilizarlo y eso se llama cultura digital. Saber que puede pagar con una tarjeta, hacer transacciones, firmar. Hay un montón de cosas que uno tiene que aprender a la hora de usar la herramienta. No solo es saber para qué sirve una tecla. Que es algo muy mecánico Exacto, no es usarlo provechosamente. Hay tareas pendientes.
Pero entonces, ¿en cuánto calcula la brecha digital si consideramos la calidad no solo el uso?
Estamos graves. Alguien podría decir que no, pero falta. Obviamente, los que no están conectados no saben porque no tienen dinero, no saben cómo hacerlo, no encuentran cómo. Yo he dicho que a partir de esta pandemia hemos apreciado la utilidad de internet hoy en día, porque tenemos reuniones, encuentros, conferencias, webinar, un montón de cosas a través de internet, reuniones de trabajo, escuela, educación, etcétera, que eso no se nos olvide cuando volvamos a la normalidad. Cuando, primero Dios, estemos normales, que no se nos olvide que tenemos un deber con todos esos salvadoreños que hoy en día no pudieron hacer uso de esta tecnología que salvó o palió el problema económico, el problema social, el problema educativo.