El llanto de las familias de las víctimas de la tragedia en el estadio Cuscatlán es desgarrador. Sus testimonios de dolor afuera de Medicina Legal encogieron el corazón de salvadoreños con sentido humano, de los que amamos la vida y agradecemos a Dios por ella. Mi más sentido pésame y solidaridad para todos.
Desde 1902 a la fecha han sucedido 38 situaciones dolorosas en estadios de fútbol en el mundo. Una invasión de hinchas al campo de juego, disturbios y estampida humana dejaron un saldo de 125 fallecidos y 302 heridos en el estadio Kanjuruhan, en Indonesia, en octubre 2022, mientras que 43 personas perdieron la vida en el estadio Ellis Park, en Sudáfrica, por una avalancha de aficionados luego de la sobreventa de boletos, en 2001, por mencionar algunas. Tragedias que mirábamos de lejos.
Ahora nuestro país vive una pesadilla similar. La noche de este 20 de mayo quedará para siempre grabada en la memoria del fútbol, un deporte que brinda alegría y diversión a millones.
Y es que no se vale. ¡Cuánto ha costado rescatar la paz y la tranquilidad a esta sufrida nación que vivió más de 40 años de luto a manos de criminales solapados por políticos tricolores y rojos rastreros! Miles de vidas perdimos durante la guerra y durante el dominio territorial de pandilleros, para venir ahora a convertir el sano esparcimiento en campos de luto.
Los mismos aficionados asistentes dan fe de la sobreventa y falsificación de boletos, de malas decisiones de junta directiva, entre otras cosas, que apuntan a una administración perversa con estrategia de «unos dólares más», en la que seguramente están involucrados muchos que ahora se dan golpes de pecho y buscan lavarse las manos con comunicados de solidaridad —que no devolverán la vida a 12 salvadoreños ni consolarán a sus familias—, cuando son los primeros responsables de la tragedia. Para muestra, un botón: la declaración de este sujeto, el presidente de la comisión de seguridad de escenarios deportivos: «Hay 12 muertos, algo tuvo que haber fallado».
No pueden seguir vendiendo boletos de muerte ni poniendo al mejor postor la alegría y las emociones que el deporte provoca.
Estoy seguro de que con las investigaciones muchísimas cosas nefastas saldrán a luz y que los que se lucran con lo que debería ser sano esparcimiento se preparan para que nadie se meta, como ya sucedió cuando este Gobierno quiso intervenir. Cuando, rápidamente, los bufetes que se han hecho millonarios a costa de lo que sea, y de arbitrajes, se activaron y terminaron decidiendo sobre el fútbol del país, luego de vender «pajística» a los compradores internacionales de humo, que también tienen historial negro.
¿Y qué hemos obtenido de estos particulares y de los internacionales? Nada. Solo vemos al encargado de la comisión viajando hasta el Mundial —acostumbrado a vuelos privados o primera clase—, con la paja de reuniones. Asomó la cabeza, con cantinfladas, evadiendo, buscando no asumir responsabilidad. Quizá la FIFA le dé la estrategia.
Seguramente sí saldrá a oponerse y a buscar el apoyo de sus aliados, al tomar cartas en el asunto el Gobierno.
También en todo esto siempre sobran pordioseros políticos, plumíferos y leguleyos que navegan con gorra de «genios» y que buscan un minuto de fama, pero terminan convirtiéndose en bufones y amos de la ridiculez. Esos que creen obtener la victoria con estupideces, tratando de esconder a los responsables, por motivos conocidos, y de desviar la atención. Roja directa para estos zarrapastrosos.
Y qué decir de los pseudoaficionados de la era cuaternaria que, en lugar de colaborar, impidieron la labor de bomberos, cuerpos de socorro, personal de salud y policías, a quienes atacaron con piedras. Ojalá los videos muestren el rostro de ellos, porque también tiene que caerles el peso de la ley.
Los salvadoreños debemos estar conscientes de que la seguridad y la vida, en el lugar o evento que sea, no puede estar en manos de mercaderes de emociones ni de vida. Aplaudo al Indes por sus valientes decisiones; entre ellas, proponer la creación de una ley para «penar fuertemente la venta de boletos falsos y regular la reventa de entradas».