La semana pasada, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Gustavo Villatoro, fue invitado al cónclave de pandillas a nivel de Estados Unidos de Norteamérica, en la ciudad de Nueva York. Representó al presidente Nayib Bukele, al Gabinete de Seguridad y a El Salvador.
Durante las últimas décadas he sido testigo de cómo El Salvador era invitado para hablar de los delitos, crímenes, datos estadísticos que nos hacían ocupar y liderar el nada honroso primer lugar como el país más violento y con mayor número de homicidios y feminicidios en el mundo, y esto tan reciente como en el gobierno anterior. Yo también formé parte como ponente en diferentes congresos mundiales y latinoamericanos de criminología y seguridad, de eventos donde se promovía que estaría un salvadoreño hablando de las temidas pandillas, de sus diferentes generaciones y modalidades criminales. Puedo asumir el reto que asumía el ministro de Justicia y Seguridad ante ese escenario.
En esta ocasión fue diferente, el ministro Gustavo Villatoro fue invitado, era esperado, había expectativa, deseo de escucharlo, de preguntarle y de conocer cómo el método Bukele está transformando a El Salvador del más violento del mundo a uno de los más seguros del continente americano por sus disminuciones en la violencia homicida y las principales tipologías delictivas.
Ante autoridades de la seguridad y líderes policiales de la nación americana, del denominado país más poderoso sobre la faz de la tierra, estaban a la espera de la llegada de un salvadoreño que es el responsable de ejecutar la política y estrategia que lidera y ordena el presidente Bukele. Fue recibido como una personalidad. En su conferencia magistral desarrolló las estrategias, fases del Plan Control Territorial, las acciones, el trabajo articulado e integrado del denominado gabinete de seguridad ampliado y con los órganos del Estado, el trabajo de inteligencia, investigación y contrainteligencia, el fortalecimiento y modernización de la Policía Nacional Civil y el apoyo invaluable de la Fuerza Armada, el régimen de excepción y la denominada guerra contras las pandillas con todos sus resultados y comparativos de los índices delincuenciales, todos a la baja.
El Salvador ahora es referente, es caso de estudio a escala mundial, se están revisando sus mejores buenas prácticas, se le está solicitando asesoría y que comparta esas grandes líneas estratégicas. Lo que hace meses fue criticado, juzgado y condenado haciendo a un lado los indicadores y datos criminológicos ahora nacionales y extranjeros tienen que rendirse ante abrumadoras evidencias.
El Salvador ahora tiene un modelo de seguridad y una estrategia integral que se convierte desde ya en referente mundial. Nuestro país, por el trabajo del gabinete de seguridad ampliado y la dirección como la voluntad política del presidente Bukele, se convierte en el primero del mundo en ganarles no solo la batalla a las pandillas, se ganará la guerra; con modelo creado y diseñado por salvadoreños, sin copiar a ningún país, sin seguir ninguna receta fracasada, sin ningún libro o manual académico, no existe otro referente en el mundo; además, la seguridad ahora se convierte en el eje transversal para el desarrollo de nuestra nación. El Salvador será tierra deseada gracias a la misericordia y el favor de Dios.