Con 26 años de edad, puede considerarse como una joven que ha incursionado en varios de los rubros más importantes del mundo artístico. Es bailarina, modelo y actriz y, en el fondo, no deja de lado la posibilidad de incursionar en el canto. Todo esto se explica a partir de su talento innato, pero, también, porque lleva el arte en las venas y por su sangre corren armonías, cine y cantidades deslumbrantes de talento.
Ella es Andrea Robin, una artista salvadoreña que tiene el honor de ser hija de Pamela Robin, el rostro femenino del rock en El Salvador y una de las artistas más importantes en la historia musical del país. Sin embargo, Andrea es clara al señalar que ha luchado por alcanzar todo lo que ha logrado y que la trayectoria de su madre es la inspiración más importante en su vida, ya que ella le ha demostrado que, con perseverancia, astucia y disciplina, se puede alcanzar el éxito.
Recientemente, Andrea ganó el premio a Mejor Actriz en el Europe Film Festival UK 2022, gracias a su participación en el cortometraje «Poder Psicodelia» («Inner Strength»), el cual obtuvo en el grupo de condecoraciones entregadas en el festival dentro de la categoría «Jury Diamond Awards», en la que se destacó la participación de Robin, en la producción dirigida por David Martínez.
¿Quién es Andrea Robin?
Siempre que me preguntan eso, lo primero que pienso es que soy bailarina, porque fue lo primero que empecé a hacer. Siento que soy chistosa, amigable y me encanta conocer gente. Soy intrépida también.
¿Cómo nació tu pasión por el baile?
Cuando estaba chiquita, mi familia veía un programa de televisión chileno, porque casi todos en mi familia son de Chile, y ahí veía a un grupo que estaba de moda en ese tiempo que se llamaba «Axe Bahía» y me ponía a bailar sus canciones a la par de ellos. Me aprendía las coreografías solo viéndola y mi mamá se sorprendió mucho porque mi consciencia corporal no era de una persona de seis años. Al principio me daba pena bailar, pero siempre me gustó el baile. Luego, como a los 12 años empecé a bailar Hip Hop y después me especialicé en otros estilos. Ahora, llevo cuatro años entrenando un estilo que se llama «Vogue», que viene de Nueva York y que Madonna lo ha popularizado.
¿Crees que la herencia musical de tu familia, específicamente de tu madre, influyó en tu inclinación hacia las artes?
Sí, definitivamente sí. Mi infancia la viví en los conciertos de mi mamá. Para mí era normal ver músicos en mi casa, tocando y viendo conciertos de Phil Collins y Fredie Mercury. Crecí siendo abierta a la música y al arte. A mi mamá siempre le dije que quería ser bailarina y ella me decía que yo podía ser lo que yo quisiera ser. Siempre vi a mi mamá hacer lo que ella quería hacer y eso me motivaba, me demostraba que yo también podía hacer una carrera.
No solo te has dedicado al baile, sino también a la actuación. ¿Cómo empezaste en esa área artística?
A mí siempre me llamó la atención actuar, pero me daba pena. Mi mamá es cineasta, así que también tomó cursos de actuación y yo iba a sus clases con ella. Allá por 2016 me llamaron y me dijeron que buscaban a alguien de mi perfil. Me llamaron para hacer la audición. Era una película grabada aquí (en El Salvador), pero de producción extranjera. Fui, hice el casting y al director le gustó, así que de esa manera comencé.
Fueron como dos meses de rodaje. Aprendí un montón. Seguí las indicaciones del director y me gustó estar corriendo y aprenderme líneas y compartir con otra gente. Llevo casi tres años en una escuela de actuación llamada SAS (Sivar Actors Studio), con Vanessa Tomasino. Cuando empecé a tomar clases con ella, descubrí lo mucho que me encanta la actuación. Es un proceso muy enriquecedor, es conocer cosas que no te gustan y, también, es una parte de experimentar con tus personalidades. Ellos siempre hacen cortos y una persona me invitó a tomar un papel en uno de esos cortos.
Recientemente ganaste un reconocimiento internacional por tu papel en el cortometraje «Poder Psicodelia» («Inner Strength»), una producción que aborda diversas temáticas muy profundas. ¿Qué ha aportado esta experiencia a tu crecimiento artístico?
Al principio solo me dijeron que trataba sobre las drogas. Me dieron el guion y vi que era un rol difícil para mí, porque mi type es el rol de una chica pequeña y rebelde. Pero, al final, fue todo un reto. No estaba acostumbrada a hacer papeles así. Siento que con este cortometraje aprendí que puedo tomar muchos roles y que eso me ayuda a crecer profesionalmente. Aún tengo mucho que aprender pero, si me esfuerzo, puedo encontrar otros personajes en mí.
Además, fue un reto porque tuve que conectar con mi vulnerabilidad y es algo que, a mí, me cuesta mucho. Me cuesta que la gente me vea vulnerable. Yo puedo ser vulnerable cuando estoy solita, pero frente a alguien me cuesta un montón. Tuve que conectar con mi personaje para que se viera mi vulnerabilidad auténtica. Fue difícil. Leía el guion y me esforzaba por ser lo más genuino que podía. Todo esto me enseñó a entender que está bien ser vulnerable. De hecho, una de las cosas más fuertes es mostrarte vulnerable. Eso me enseñó ese corto.
A veces, al público le cuesta entender que los artistas también son personas vulnerables…
Es que un artista debe ser real. Si sos triste, está bien, si sos hiperactivo, está bien, todo eso está bien porque de ahí sacás tu arte. Siempre procuro mostrarme real para que la gente vea cómo soy. La gente debe saber que no debe idealizar a la gente de la farándula. Nadie es perfecto. Cualquier puede lograr lo que se proponga. Una persona, cuando llega al éxito, tiene que mostrar que otros son capaces de hacerlo.
Todo el camino que uno toma en el mundo artístico nunca es fácil. Siempre hay obstáculos, luchas con uno mismo. Lo más importante es mostraste genuino, mostrarte real, mostrar que también sos vulnerable, que a veces sos inseguro, que a veces uno se siente feo. El artista debe mostrarse real y auténtico.
Otro aspecto que te define es el modelaje. ¿Cómo iniciaste en ese camino?
En el 2016 empecé a hacer casting. Estuve en varias pasarelas en El Salvador. Trabajaba mucho en comerciales. Luego, empecé a trabajar en moda con diseñadores del país y extranjeros. Empecé a salir en portadas. He salido en Vogue México. Empezó de la nada. Siento que cuando quiero hacer algo, no lo abandono. Sigo y sigo hasta que lo pueda lograr. Estoy trabajando con marcas locales, marcas internacionales y me gusta ayudar a emprendedores también.
Tenés una trayectoria artística muy amplia, a pesar de ser muy joven aún. ¿Qué has aprendido de todas estas experiencias que ya has vivido?
Las tres (baile, actuación y modelaje) me han ayudado a darme seguridad en mi personalidad. Todos los artistas tenemos este autosabotaje y de dudar de nosotros mismos o de creer que aún nos falta mucho por mejorar. Obvio, siempre tenemos que tener el deseo por mejorar, pero toda esta experiencia me ha dado mucha más seguridad. Mi mamá siempre me ha dicho que puedo lograr las cosas, pero a veces he tenido dudas. Sin embargo, cuando tenés empeño en lo que hacés, podés ir lográndolo.
Además, en cada cosa que he hecho he podido encontrarme a mí misma. Por ejemplo, en el baile he descubierto a una Andrea que es más «girly», pero también me he empoderado más. En el modelaje, a veces veo fotos mías y descubro que soy bonita. En la actuación, he logrado contar historias de lo que un director está planeando. Creo que todas las cosas han sumado para darme seguridad, para darme autenticidad y todas las cosas me han dicho lo que soy, me definen en quién soy.
Tu mamá es todo un referente de la música y las artes en El Salvador. ¿Cómo has manejado el ser hija de una figura tan importante como Pamela Robin?
Mi mamá es una inspiración para mí. Ella tenía 20 o 21 años cuando sacó su primer unplugged, estuvo en MTV y una vez abrió el concierto de Eros Ramazzotti… viéndola a ella puedo creer que soy capaz de todo lo que yo me prepongo. En sus conciertos siempre estuve con ella. Siempre fue super rockera, pero nunca me dejó de lado. Ella me demostró que puedo hacer muchas cosas y se ha convertido en mi inspiración.
Mi mamá es un ícono del rock en El Salvador. Pero, la presión que siento yo es que no quiero que la gente asocie el éxito de mi mamá con el mío. Ella siempre me ha apoyado, pero nunca me ha regalado algo. Todo lo que he conseguido ha sido por mi cuenta. De hecho, mucha gente no sabe que soy su hija y, hasta que digo mi nombre, caen en cuenta que soy su hija. Me encanta ser hija de mi mamá, pero quiero que nunca se asocie el éxito de mi mamá al mío. Muchas cosas las he conseguido por mi cuenta y muchas cosas han pasado por mi cuenta. Mi mamá siempre ha estado ahí, apoyándome, pero no he logrado lo que logrado porque ella me lo haya dado.
Además, todo el éxito de mi mamá me sirve de inspiración. Tenía hasta tres trabajos a veces y ella nunca dejó de cantar. A veces me pasan cosas en la vida y luego veo a mi mamá y me digo: «Andrea, ¡ya basta!» y reacciono porque digo: «Mi mamá enfrentó situaciones más difíciles y ella nunca renuncio». Ella es una inspiración para mí.
Desde tu experiencia en el modelaje, el baile y la actuación, ¿considerás que, en El Salvador, se le da el suficiente apoyo a los artistas nacionales?
Realmente no. Es difícil ser artista en El Salvador. Es difícil ser artista en cualquier otro lado. Siento que hay una parte importante que el artista olvida y es la administrativa y el manejo de la marca personal. Debe haber un balance. Por eso es importante saber quién sos como artista y qué podés ofrecer. Es difícil, sí se puede, pero tenés que saber cómo hacerlo y para eso tenés que saber cómo vender tu marca personal.