Maudaleno Adonay Ramos, conocido artísticamente como Adonasy, es un pintor del paisajismo y de otros temas. Tiene su galería en la 3.ª avenida, en el barrio Concepción, municipio de El Rosario, La Paz.
El hombre cuenta que entre sus sueños está que el arte crezca y que sea valorado. Recordó que su interés por la pintura comenzó desde que fue a la escuela, ahí se dio cuenta de que le gustaba el dibujo y que tenía habilidades. Fue así como comenzó con lo que se convertiría en su forma de vida.
Según Ramos, a sus 67 años ha alcanzado diferentes logros como viajar a Estados Unidos para una exposición en la Organizaciones de los Estados Americanos (OEA), en la librería Martin Luther King y en otras galerías privadas en varias ciudades de este país del norte.
Antes de estas experiencias tuvo la oportunidad de trabajar en la Dirección de Servicios Técnicos Pedagógicos del Ministerio de Educación.
El artista lamentó que «en el país siempre se ha dejado a un lado el arte». Esta situación también marcó la realidad de sus anhelos en esta área, pues confiesa que ir a la Escuela de Artes a San Salvador no fue posible porque su mayor obstáculo era lo económico.
«Si yo no me hubiera realizado como artista, no hubiera habido personas que les gustara y que consumieran mi obra de arte, entonces, en esa forma yo fui autodidacta», recalca el maestro.
Otra de sus anécdotas es que vivió un tiempo en Guatemala y conoció a personas de gran valor cultural, por lo que asegura que todo eso lo motivó a introducirse en la pintura, pero luego tuvo que regresar al país, ya que vino la guerra y ahí comenzó uno de sus mayores retos.
El artista tuvo que decidir si trabajaba en el Ministerio de Educación o se dedicaba a pintar por su propia seguridad, pues dice que en la guerra enviaban a los trabajadores fuera de San Salvador, «por eso tuve que decidirme solo al arte», recalca.
Tiene dos hijas, ellas también tienen talento, pero estudiaron arquitectura. Dijo que su familia ha sido la motivación para seguir adelante en este arte, que muchas veces no es valorado.
«Con el tiempo fui vendiendo mis obras, fui aceptado, no es fácil. Tuve que vender en la calle, exhibir los cuadros en la calle con otros amigos. Tengo mi sueño turístico, pero mientras no haya consumo del arte, me quedaré soñando», expresó el pintor.