Miles de personas seguían bloqueadas este jueves en Kabul en su intento de abandonar el país, según acusaciones de Estados Unidos, mientras que Rusia advertía que la resistencia a los talibanes se organiza en el noreste del país.
Decenas de miles de personas intentan huir de Afganistán desde que el movimiento islamista radical se hiciera el domingo con el poder, tras una expeditiva campaña militar, que le permitió tomar la capital en diez días y poner fin a dos décadas de guerra.

Estos afganos, que recuerdan el precedente régimen talibán, entre 1996 y 2001, marcado por violaciones de los derechos humanos, no confían en las promesas de moderación hechas en los últimos días por los talibanes.
Los que quieren huir deambulan desesperanzados entre el aeropuerto y las embajadas occidentales. Los accesos a esos lugares clave para escapar están custodiados por los nuevos amos de la capital afgana.

«Hablé con un amigo que está allí [en el aeropuerto]. Tiene una carta de los españoles que asegura que puede salir con ellos, pero cuando trata de entrar le amenazan con dispararle», declaró a la AFP un hombre que deseó mantener el anonimato.
«Los españoles le dijeron que si conseguía entrar, todo iría bien, pero no lo consigue».

Resistencia en el Panshir
Los talibanes constituyen poco a poco sus autoridades políticas, con la llegada del exilio del cofundador del movimiento talibán, mulá Abdul Ghani Baradar, que junto a otros dirigentes se entrevistó con el expresidente afgano Hamid Karzai.
Y paralelamente, la resistencia se organiza en el aislado valle del Panshir, liderada por el vicepresidente Amrullah Saleh y el hijo del comandante Masud, el emblemático líder antitalibán fallecido, dijo este jueves el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov.

«Los talibanes no controlan todo Afganistán. Hay informaciones que llegan del Panshir», al noreste de Kabul, «donde se concentran las fuerzas de la resistencia del vicepresidente Saleh y de Ahmad Masud», dijo Lavrov.
«Estados Unidos aún puede ser un gran arsenal de la democracia» si apoya con armas a sus combatientes, escribe Ahmad Masud en una columna en el Washington Post publicada el miércoles.
Hace más de veinte años, su padre, el legendario comandante Ahmed Shah Masud, lideraba también la resistencia a los talibanes que acababan de llegar al poder.
Los islamistas afganos albergaban por entonces abiertamente al grupo Al Qaida, que perpetró un atentado mortal contra Masud para ayudar a sus huéspedes a asentar su poder.
Dos días después, el 11 de septiembre de 2001, se producían los ataques de Al Qaida en Estados Unidos.