El maestro Marcel Proust solía decir: «El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con ojos nuevos». Ciertamente, la vida si quiere ser intensa y responsable necesita mirar cada día con ojos nuevos; claro, esto es una metáfora, lo que implica es, en realidad, percibir con la naturalidad del asombro y la gratitud cada día; entonces serán nuevas las cosas, circunstancias y personas.
El continuo aburrimiento y hartazgo en que vive la mayoría de las personas actualmente no se debe a no tener variedad de cosas, sino en que no se le da la importancia y no se vive con intensidad y gratitud cada momento; por ello todo las aburre, todo las cansa, todo se vuelve monótono, es más, las parejas terminan con rapidez o son infieles por la falsa idea de no ver nada nuevo en sus mismas parejas.
Ahora bien, no estoy diciendo que la causa de todos los males sea no ver con ojos nuevos, hay variedad de factores para que la vida sea tan complicada; pero sí es cierto que la incapacidad de la gente de no amar y agradecer lo que posee y a quien tiene a su lado hace que sueñen con tener más y otras cosas, cuando en realidad tienen suficiente, pero no les es bastante, pues ellos mismos ya no son suficientes para sí.
Es fundamental comprender que si hay fango en la vida, se quita, y entonces resplandece de nuevo el algo o el alguien, pero en este mundo del desecho se excluye también a las personas, por eso ya no hay respeto por la vejez, por la intelectualidad, por lo moral, etcétera. Al respecto comenta Jean Baptiste Massieu: «La gratitud es la memoria del corazón». Por ello se olvida rápido al de al lado.
La crisis estimativa que se vivencia actualmente pasa por la poca gratitud, y ante todo por no ser capaz de observar la vida y sus bellezas con nuevos ojos cada día, es decir, con gratitud, con asombro propio de la filosofía y del amor por la vida y lo trascendente. Hasta que el ser humano no vuelva a amar la vida y sus fenómenos siempre tendrá deseo de más, de usar, botar y comprar.
Por ende, se necesita una nueva visión de vida en la que observar, agradecer y cuidar a las personas, a los animales, la naturaleza y las cosas permitirá que todo tenga sentido, y que aun lo que cotidianamente se vive y se hace siempre tenga intensidad y algo nuevo que aprender y enseñar. Solo así se podrá alargar la vida en este mundo y tener segura la nueva vida en la trascendencia llamada cielo.
Tal como diría el maestro de la pluma, Kabir: «Reí cuando me contaron que el pez en el agua tiene sed». ¿Te das cuenta al absurdo que hemos llegado con tanta debilidad de ideas e ideologías? A tal punto, que ya no amamos lo que hay, siempre deseamos más, de modas, tendencias, amores, personas, dioses, etcétera. Así nunca podrá degustarse la existencia y siempre se andará buscando grandes y extraordinarias vivencias.
Hay que comprender los signos bellos de la vida, en la que cada cosa y persona posee en sí misma una miscelánea de circunstancias bellas que pueden ser ilimitadas en esta subsistencia. Pero insisto, se necesita ver con nuevos ojos cada día.
Paremos un rato la marcha insolente y en silencio, veamos a cada persona a nuestro lado, cada cosa que tengamos y al verla con gratitud y amor, les aseguro, todo tendrá nuevo brillo cada día y será por mucho la mayor bendición de la existencia. William Blake lo expresa de la siguiente manera: «Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todo aparecería ante nosotros tal cual es: infinito». Empecemos a ver con nuevos ojos y nueva gratitud cada día.