Si eres de los que buscan productos únicos, personalizados y de excelente calidad, Motita Factory te encantará. Es un emprendimiento que en agosto próximo cumple 10 años y se ha mantenido firme ofreciendo diversos productos.
Las pruebas han sido para su fundadora, Ivania Rosales, un llamado a innovar, a replantearse estrategias de mercado y, por supuesto, a sacarle provecho a la creatividad. «Poco a poco hemos ido evolucionando y viendo las necesidades de nuestros clientes», comenta.
Tanto los colores como el diseño y el acabado son muy distintivos, pero reconoce que ese es el resultado también de todo un esfuerzo familiar.
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«Ha sido un trayecto bien duro, pero nació cuando tuve a mi hija. Creé la marca porque es algo bien especial y, de hecho, muchos de los productos e ilustraciones que tenemos han sido ideas de mi hija Valeria. Ella ilustra, igual que su papá. El logo, por ejemplo, nació de un dibujo de ella», explica.
La figura de la calavera es otra de sus características como marca y esto es porque para su propietaria es todo lo contrario a una imagen lúgubre o temerosa. «Para mi significa vida, es algo que representa el seguir viviendo, y todos tenemos una calavera. Yo siento que es algo bien natural», expresa.
LO IMPORTANTE ES NO DESFALLECER
Motita Factory ha tenido que sobrevivir a desventuras, como la llegada de la pandemia. Ivania es diseñadora gráfica y de modas por profesión; laboraba en una maquila, pero tuvieron que prescindir de sus servicios. Sin embargo, cuenta que recibió indemnización y ese fue otro punto de apoyo para seguir adelante.
«Ha sido bien duro para nosotros porque pensamos en un momento que esto ya no iba a funcionar. Empezó a decaer y yo dije: “¿Qué más voy a hacer?”, porque yo estuve trabajando como diseñadora de modas y las maquilas cayeron totalmente. Donde yo estaba todavía no ha empezado. Gracias a Dios que me indemnizaron y lo invertí comprando dos máquinas de coser, la máquina de corte y la plancha de sublimado», cuenta.
FOTOS: DES/Huber Rosales
Además, en la pandemia nace un nuevo producto: las mascarillas personalizadas, que ha vendido como pan caliente. «Al principio las comencé a hacer solo para mi familia y me quedaban pandas, pero poco a poco fui perfeccionando la técnica y al final logré arreglar mi patrón hasta llegar a lo que tengo ahora», asegura.
Las mascarillas que ofrece al consumidor van más allá de un diseño llamativo y exclusivo. Constan de cuatro capas, tienen dos filtros de 185 gramos cada uno, e incluyen tela deportiva que al contacto con la piel evita molestias por transpiración. La capa que se imprime es antifluidos y ayuda a que no pase el agua. El elástico es suave y no aprieta las orejas. Las mascarillas pueden usarse solas y al interior constan de una bolsa que permite colocar un tapabocas quirúrgico.
FOTOS: DES/Huber Rosales
«Somos un negocio que se adapta a cualquier situación. Nos metimos a leer las normas de la OMS para hacerla protectora y saber también cuáles materiales usar y cuáles no. Las que elaboramos no absorben el agua. Les hicimos varias pruebas en laboratorio y pasaron todas. Así que además estamos certificados», explica.
FOTOS: DES/Huber Rosales
Sus productos son diversos, hace cojines, camisetas, tazas personalizadas, decoraciones para fiestas, mascarillas, bolsos de tela, promocionales. Los materiales con los que los elabora van desde el fieltro hasta la manta.
«Todo esto es cuestión de perseverancia. Emprender es algo bien bonito y hay que buscar también apoyos, porque la satisfacción de ver a un cliente feliz es lo que más llena», concluye Ivania.