Un material noble, versátil y duradero en el tiempo es el mimbre. Originalmente era utilizado por los artesanos para dar forma a objetos útiles para el hogar, pero ahora se ha vuelto materia prima para piezas de decoración de estilo rústico y a la vez vanguardista.
Nahuizalco es un pueblo de gran tradición indígena y es hogar de talentosos artesanos que trabajan con fibras naturales, incluyendo el mimbre.
Arcadio Hernández, conocido como Cayito, trabaja desde 1973 con fibras naturales (mimbre, henequén, penca de plátano, ninfa, tule de agua y de petate) y es uno de los máximos representantes del nuevo uso artístico que se da al mimbre. «Es interesante trabajarlo porque es más firme y le da dureza al producto. Hacemos mezcla de fibras», dijo.
Algunos de sus productos son zapatos, bolsos para mujeres, pantallas (pequeñas o gigantes) para lámparas, por supuesto muebles de diversos diseños.
«Gracias a Dios, todo lo que hemos hecho le gusta a las personas […] así tenemos más oportunidad de trabajo», agregó.
El mimbre es traído de Honduras y Guatemala, y según don Arcadio «es un bejuco que se reproduce por sí solo en las montañas de clima helado. Los pájaros ayudan a que crezca en otros árboles cuando lo picotean y llevan las semillas a otros árboles».
Toda una vida como artesano
Don Arcadio cumplió 50 año de ser artesano. Recuerda que frente a su casa había un taller donde trabajaban con mimbre. En ese entonces cursaba cuarto grado y por la difícil situación económica en su casa decidió aprender el oficio para ayudar a la familia.
Su mentor fue don Isidro Ramos, quien poseía uno de los cuatro talleres que existían en aquel momento en Nahuizalco.
«Esto ha sido un trabajo de toda mi vida. Tenía 13 años cuando aprendí a trabajar. En mi casa éramos siete hermanos. Mi papá era trabajador del campo y en ese entonces apenas le pagaban 12.25 de colón en toda la semana. Como era de los hijos más grandes veía que el dinero no alcanzaba y me dediqué a esto para ayudarle a mi madre y que comprara lo necesario de la casa», recuerda.
Dos meses fueron necesarios para que Cayito aprendiera a trabajar con fibras naturales y desde entonces le encanta todo lo que hace.
En 1977 abrió su propio taller, el cual está ubicado en la 3.a avenida sur, en el centro de Nahuizalco. Junto a él trabajan tres personas más.
Con toda la experiencia acumulada, el artesano espera que los jóvenes se animen a aprender el oficio y así continuar con este legado.
«Me encanta lo que yo hago. Más que todo eso de transformar a otros jóvenes para que sigan trabajando en este oficio y para que cuando me muera esto no se pierda. He trabajado con varias instituciones y también he dado clases en universidades», dijo.
De todos sus hermanos, solo dos se dedican a trabajar con fibras naturales. No obstante, se alegra de que sus hijos sigan sus pasos y esto debido a que les enseñó desde pequeños.
«Mis dos hijas trabajan en el oficio. Una sí se dedica a elaborar productos con fibra natural y la otra es con fibra sintética, que es el plástico, y tiene clientes que exportan a Colombia y Estados Unidos. Cada una tiene sus clientes, pero cuando estamos saturados en el taller les digo que elaboren los productos que puedan y así trabajamos todos», dijo.
Agua, hilos de mimbre, sobre todo la disposición para trabajar son los elementos principales que han hecho posible que su taller se mantenga hasta la fecha.
Sobre el tiempo que se invierte en la elaboración de los productos, don Arcadio indica que pueden ser horas o días, dependiendo del diseño y las dimensiones del producto.
Compartió que las pantallas para lámparas que tiene un metro de diámetro pueden llevar hasta dos días y medio para finalizarlas, y si son pequeñas pueden fabricar hasta tres cada día.
«Si la pantalla lleva estructura metálica, primero se manda a hacer la forma, se le quita la escoria y se pinta. Luego, iniciamos a forrar todo el hierro. Aquí se sumerge en agua el mimbre para que sea más fácil manejarlo y después se inicia el tejido», explicó.
Con el paso de los años, don Arcadio lamenta que muchas personas hayan dejado de trabajar en su oficio, pero confía que el quehacer perdurará. Si deseas adquirir o encargar algún producto puede llamar a los teléfonos 2453-1444 y 7757-8671.
Reconocimiento
El 21 de diciembre pasado, don Arcadio Hernández ganó la edición XXXIV del Premio Nacional de Cultura en la rama de Expresiones Culturales Artesanales de Comunidades Indígenas y Afrodescendientes de El Salvador, que cada año otorga el ministerio de Cultura.
Tras la distinción dice sentirse motivado para seguir trabajando en el rubro.
«Ese premio, para mí, es sinónimo de levantar a los artesanos. Soy miembro de la Cámara Salvadoreña de Artesanos y la institución se siente orgullosa porque me seleccionaron como un buen elemento para la postulación en el premio por primera vez y nos llevamos el premio», dijo.
Junto al artesano también fue premiado el grupo de danza de los emplumados de Cacaopera, en la rama de Bailes y Danzas Tradicionales de El Salvador.