Según los expertos, aparte del mandatario Nayib Bukele, solo una vez en la historia se vio un caso tan alto de aprobación de la población hacia un gobernante: en 2001, con el presidente de Estados Unidos George Bush, después del ataque del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York.
¿Cómo ha sido la tendencia sobre la aprobación de los encuestados hacia el trabajo desempeñado por el presidente Nayib Bukele?
Luis Haug: Hay una alta correlación entre la satisfacción con las labores que está llevando a cabo Nayib Bukele, y la confianza que se tiene de que él va a cumplir con las distintas expectativas que el pueblo ha planteado. Parte de esta gran expectativa es sobre el cumplimiento de sus promesas y sus acciones y que nos logre sacar adelante en esta lucha que no solo El Salvador está teniendo, sino que también el mundo entero. Observamos un alto nivel de aprobación en las labores que está llevando a cabo con respecto a la COVID-19.
¿Cree que las acciones que ha tomado el presidente frente a la pandemia han influido en la confianza que la gente deposita hacia el gobierno?
Luis Haug: Definitivamente. La pandemia ha venido a impactar la evaluación que los distintos países hacen de su presidente; por ejemplo, en Nicaragua, Daniel Ortega ha venido siendo calificado consistentemente bien, pero vino la pandemia, donde en los primeros meses él denegó de la existencia de esta, y cayó rápidamente en cuestión de tres semanas con 30 puntos como crítica de este efecto. Carlos Alvarado, en Costa Rica, venía completamente negativo y comenzó a actuar bien con respecto a la pandemia y logró pasar por primera vez a números positivos. Posteriormente, la gente vio que el buen desempeño era cuestión de semanas y empezaron a salir críticas de corrupción y de malas compras que volvieron a colocarlo en números negativos.
Aquí en El Salvador hay un Nayib Bukele donde la gente consistentemente ha estado calificando sus labores sobre 90 puntos en el campo de la salud con respecto a la COVID-19 sobre las distintas medidas que se han tomado para proteger al pueblo y luego con respecto a las ayudas económicas que ha dado por la pandemia, áreas que impactaron en gran medida el orgullo y el sentimiento que se tiene del presidente en estos momentos.
¿Cuáles considera que son los mandatarios más destacados en América Latina?
Cristina Rodríguez: Según nuestras mediciones, el mejor evaluado en Centroamérica es Nayib Bukele, seguido por Luis Abinader, de República Dominicana, quien fue electo recientemente, y a pesar de que no hay un precedente en acciones que generen altas expectativas como en el caso del presidente salvadoreño, sí lo hay en las promesas, que es por lo que votan los electores. El peor evaluado es Daniel Ortega, de Nicaragua, y Carlos Alvarado, de Costa Rica. La toma de decisiones en el campo económico ha venido deteriorando la aprobación y el apoyo del pueblo en cuanto a temas fiscales y pago de impuestos.
¿Cuál presidente salvadoreño cree que ha sido el mejor evaluado durante las últimas administraciones?
Luis Haug: Nayib Bukele está marcando un antes y un después no solo aquí en El Salvador, sino a escala internacional. En el caso de Salvador Sánchez Cerén, desde el principio entró en números negativos en cuanto a su evaluación, desde el principio desencantó al pueblo.
Antes de Cerén estuvo Mauricio Funes, que fue bastante popular, entre el 60 % y el 70 % de aprobación, un valor alto no solo en el país, sino a escala internacional, y antes estuvo Antonio Saca, con focos de aprobación muy positivos.
Estos números positivos les permitieron a estos presidentes elegir a sus sucesores de su mismo partido. El nivel alto de aprobación brinda la capacidad de continuar en el gobierno. Esto pone en perspectiva lo que un 90 % de aprobación significa.
En cuanto a preferencias políticas, ¿cómo ve la configuración que se avecina en el país con la llegada de las elecciones del 28 de febrero?
Cristina Rodríguez: Lo que discutimos en CID Gallup es que, más que una preferencia partidaria, es hacia candidatos. Este es el comportamiento que vemos a lo largo de la región. Una de las variables que podrían influir es que los padrones electorales están rejuveneciendo. Ya no se conforman con aquellas personas que estaban identificadas a morir con un partido, independientemente de la persona que lo represente. Ahora son jóvenes con interacciones diferentes, más individualizadas. Esto podría influir en que elijan figuras en específico, aunado al desencanto que expresan hacia el accionar de los partidos con casos de corrupción.
En El Salvador, el descontento es muy fuerte con los diputados y con muchos de los alcaldes, no con todos, pero muchos de ellos. En contraposición, hay un Poder Ejecutivo nuevo comunicándose diferente y actuando diferente y que por primera vez está yendo en beneficio de la gente.