Una necesidad, como lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en una de sus acepciones, es una «carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida». Comprender esto es sumamente importante en el entendimiento de la salud mental y permite marcar la diferencia entre querer y necesitar.
Tengo la impresión de que, lamentablemente, la sociedad moderna se mueve más por lo que se quiere y no por lo que se necesita. Se puede dejar de tener aquello que se quiere y no pasa nada grave, pero si no se tiene aquello que se necesita, la vida física y mental de las personas corre un grave e inminente peligro.
Sería fantástico que se lograra querer lo que se necesita, y hasta que eso esté satisfecho podríamos permitirnos la búsqueda desapasionada de aquello que queremos pero que no necesitamos, pero que al tenerlo se experimenta cierto grado de comodidad o placer extra en la vida. Pero nunca se debe permitir que lo que se quiere sea más importante que lo que se necesita.
Cuidar la economía doméstica, ya sea en tiempos de bonanza o de escasez, pasa por la comprensión de todos los integrantes de la familia, de que se funcionará guiados por la búsqueda de la satisfacción de lo que se necesita, y que lo que se quiere pero no se necesita puede postergarse para otro momento, para cuando todas las necesidades de la familia hayan sido cubiertas.
Muchos de los graves endeudamientos económicos se deben precisamente a que las personas endeudadas no logran tener clara esta diferencia entre querer y necesitar. No hay que olvidar que la necesidad está directamente relacionada con la conservación de la salud —física y mental— y con la vida; en cambio, lo que se quiere apenas se relaciona con la comodidad.
Valorar más lo que se quiere conlleva a una actitud de avaricia y, a largo plazo, a una sensación de insatisfacción de la vida, ya que siempre se estará deseando tener más de lo que se tiene y eso muy pocas, poquísimas veces, hacen sentir satisfechas y felices a las personas. En cambio, cuando el enfoque es la búsqueda de la satisfacción de las necesidades, se genera un pensamiento de logro, de triunfo y un camino hacia la felicidad.
Creo que uno de los grandes triunfos de la publicidad es haber logrado introducir en la mente de las personas la idea de que debemos tener todo lo que deseamos y de esta manera trasformar el deseo en necesidad. Un enorme aplauso a los publicistas por haber logrado ese cambio de pensamiento en los consumidores. Pero si hacemos caso a ese postulado se podrá ver que hay una gran cantidad de cosas que se consideran necesarias y no son tales, ya que no tienen que ver con la conservación de la vida, sino con la comodidad.
Desear y necesitar son dos palabras que muchas veces se confunden abusivamente en el mundo mercantil. Hay que enseñar la diferencia que hay en estas dos palabras en el proceso de crianza de los hijos, y mientras más temprano en la vida, mejor.
Tener clara la diferencia entre un deseo y una necesidad ahorrará muchas frustraciones inútiles.