Los primeros días de este año vimos circular varias fotografías de cómo habían quedado inundadas de basura las diferentes playas del país. Muchos sentimos rabia, indignación y al mismo tiempo impotencia por no poder hacer nada en ese momento.
Pero me pregunto: ¿qué sintieron las personas que fueron esos días a la playa y dejaron la basura tirada por todos lados? ¿Se sienten orgullosos? ¿No les da pena? Y es que podría haber mil y una excusa para justificar esa mala acción, pero ninguna es válida.
Primero, porque somos los humanos que invadimos esas áreas naturales protegidas y las ocupamos como sitios de recreación, pero no las cuidamos y deberíamos saber que esos espacios son el hábitat natural de muchas especies que poco a poco también han ido desapareciendo, o mejor dicho: nosotros las estamos extinguiendo.
En segundo lugar, no podemos justificar el tirar los desechos sólidos en cualquier lugar por la falta de un depósito de basura cercano, porque cualquiera puede cargar con su poca basura y llevar para depositarla hasta donde esté un basurero. Pero, claro, no estamos acostumbrados a esa práctica y la dejamos donde nos da la gana, porque somos cómodos y hacemos lo más fácil.
Y tercero, quizás lo más importante, no estamos educados para cuidar nuestro medio ambiente. Eso lo vemos a diario en las calles de nuestro país, las cuales se ven llenas de todo tipo de desechos que son arrastrados por los vientos o las lluvias hacia las quebradas y los ríos, y posteriormente también terminan en los mares.
¿Qué nos está pasando? Acaso a usted le gustaría que cualquier persona llegue a su casa y le tire todo tipo de desechos en su sala o en su lugar privilegiado para el descanso, o más aún ¿usted tira basura en su casa?, sí a usted no le gustaría eso, pues tampoco lance desechos al aire libre en cualquier sitio, porque esta tierra es donde vivimos todos; y así como su casa, las playas también son una parte de nuestro hogar y nos sirven para el descanso, distracción y relajación, pero estoy seguro de que ni usted ni yo queremos estar en un lugar lleno de basura o contaminado.
El año pasado, por varios meses hubo restricción para no ingresar a las playas, y fue impresionante ver cómo lucían limpias, la arena de las orillas era una majestuosidad, y así pasaron las vacaciones de Semana Santa y las de agosto. Muchos quisiéramos que estos sitios siempre estuvieran así, impecables. Pero los mal educados ambientales ya no tienen restricciones y están volviendo a llegar para dejar basura y degradarlas.
Regularmente, los sábados y domingos, las playas están siendo visitadas por cientos de salvadoreños, y qué bien por aquellos que no las ensucian con desechos sólidos, pero que pena e indignación contra aquellos que arrojan la basura a las orillas o donde se terminan los alimentos o golosinas. ¿No les da pena? o ¿así tienen su casa?
Las respuestas solo quedarán en su interior, pero espero que la próxima vez que visite la playa, sobre todo en esta vacación que se aproxima, tenga presente que esos lugares son como el espacio más sagrado de nuestra casa en donde no queremos suciedad. Busque un depósito para tirar la basura o llévela a un lugar donde la pueda depositar, y asegúrese de que recibirá el tratamiento adecuado y no terminará en el organismo de las especies marinas.