Descubrió su amor por la música a temprana edad y, desde entonces, se ha dedicado a ello. Así es la vida de Carlos Romero, músico salvadoreño para quien el latín jazz es uno de sus géneros preferidos, y que además es la especialidad de su grupo «Proyecto Acústico».
En la actualidad, Romero se encuentra impulsando una nueva agrupación llamada «Manteka», que busca brindarle al público un estilo de salsa que sea más bailable y no simplemente para escuchar.
Asegura que dedicarse a la música es una decisión «bastante atrevida», y que no podría dedicarse a ninguna otra cosa. También relata que trabaja realizando producciones para el padre Martín Ávalos, con quienes ya tiene bastante tiempo colaborando: «es bonito porque todo se combina, tratando de hacer las cosas bien», y expresa que además de un trabajo, también es un servicio.
En entrevista ofrecida a Diario El Salvador, Romero relató cómo se ha desarrollado su carrera, y la manera en la que su amor por la música, lo llevó a trabajar exclusivamente en lo que más le gusta.

¿Quién es Carlos Romero?
Es un músico salvadoreño que empieza en estos avatares de la música cuando tiene aproximadamente 10 años. Empezamos como un juego, con mi hermano mayor, luego comenzamos a estudiar en el departamento de artes, en el CENAR, y ahí concluimos con una formación media. A la par de eso siempre continuaron los grupos de todo tipo. La verdad es que es bastante multifacética la característica en el caso mío, porque en esa época de estudio se combinaron bastante grupos de carácter folclórico, de hecho, estuve en la (Orquesta) Sinfónica un tiempo, pero sí hemos pasado por bastantes formatos.
¿Cómo se definiría a usted mismo?
Me gusta la música y hacer bien lo que hago, eso es esencial. El otro tema es que trato de ser un poco selectivo, pero eso no es “muy comercial” y no va mucho con las audiencias. Sé lo que no quiero hacer, lo que, en mi mente como músico, no quiero hacer dentro de un proyecto mío.
¿Cómo fue la preparación que tuvo como músico?
Desde pequeño entro esto de la preparación, en el CENAR. Ahí, con mi hermano mayor, fuimos bastantes años. Ahí, con esto de la música popular, la he confrontado con los otros músicos. Por ejemplo, mis primeros arreglos, yo tenía una orquesta de salsa, en la que mi hermano mayor era director. Ahí empecé. Comencé a hacer arreglos probándolos ahí. Luego he ido afinando algunas cosas. Yo me considero un estudiante porque esto es un mundo, mientras abrís una puerta, aparece otra realidad que es mucho más amplia.

¿Qué nos puede decir sobre este peculiar instrumento del vibráfono?
Soy un percusionista, son todos los instrumentos que se percuten, ya sea utilizando directamente las mano, o alguna baqueta, algún mazo para percutirlo, y dentro de ellos están los que no requieren afinación, y los que requieren afinación. Uno de los que requiere afinación es el vibráfono, que es pariente de la marimba, entonces por ahí va la historia como vibrafonista. Son dos instrumentos que tímbricamente no se parecen en absoluto. (El vibráfono) posee unas teclas de aleación de aluminio, donde existe un sistema de sonido que parece pedal de sostén del piano, que mantiene la nota, no es el caso de marimba que debes hacer un trémolo para mantener la nota.
La marimba es madera, esto (vibráfono) es metal, y se llama así porque en los resonadores, debajo de cada una de las teclas hay una especie de veleta, que es el único componente eléctrico que tiene, y que al girar produce un efecto como de una oscilación, es un instrumento relativamente joven. En El Salvador hay más personas que tienen este instrumento, pero un grupo lo utilice, no hay. El vibráfono va muy ligado al tema del jazz. Yo ya tenía el conocimiento de la marimba.

¿En el mundo de la música, cuál ha sido la etapa que más significó para su carrera?
Todas las etapas son importantes, porque en todas estás aprendiendo y no es bueno cerrarse a nada, y uno tiene que estar confrontando lo que hace, primero con la gente y luego con los músicos. Lo importante es que siento la misma pasión. Recuerdo cuando estaba niño, y oía música que me gustaba, siento la misma pasión y el mismo gusto, es lo que siempre se mantiene, es como una sensación bien personal.
¿Cómo descubre su amor por el latin jazz?
Surge de manera espontánea, cuando yo tenía 16 años comencé a escuchar eso. Un amigo viaja bastante a EE. UU. y traía mucho disco de Tito Puente y Poncho Sánchez, fue el primer latin jazz que yo oí. Creo que exponer una mente principiante al latin jazz es lo mejor con esos dos exponentes, no es tan complejo, como ahora que hay demasiado, tiene uno que empezar con la base, lo más sencillo. Hay un disco famoso “La onda me va bien” que me marcó, el sonido del vibráfono ahí fue cuando yo entendí el tema de este instrumento en el latin jazz.
¿Cuáles son los proyectos en los que se encuentra trabajando actualmente?
Hay varias cosas, además de “Proyecto Acústico”, que tenemos un avance, es como una invitación al festival de jazz de Panamá el otro año, que creo que es algo muy bonito para nosotros. Estoy con ese proyecto que se llama Manteka, que lo que queremos hacer es una salsa más para la gente que baila, poque creemos que la salsa solo es para oír. He estado en lugares donde la gente va solo a oír. Aunque no seamos un país meramente salsero, creo que algunos grupos que han hecho incursión en el género, se han ido abriendo poco a poco; a la gente le gusta más oír, pero, ir a bailar creo que es una cosa que todavía hay necesidad de generarlo, independientemente de que haya escuelas de bailarines de salsa.
Hay otros proyectos, uno que estoy trabajando que se llama Herencia Cultural, que son unos arreglos para gente de Los Ángeles, pero es algo que tiene que ver con la identidad del país, es algo bastante diferente.
¿Cómo califica el hecho de poder dedicarse a la música, y decir “es mi profesión, y de esto vivo”?
Es una decisión bastante atrevida, en el amplio sentido de la palabra. Hay otros amigos músicos que hacen otra actividad. Yo no hago nada más que no sea música, no pudiera hacer otra cosa. Aunque tengo una carrera universitaria. Es que la música tiene muchas partes, yo tengo un home estudio pequeño en mi casa, grabo y toco en diferentes formatos, hago arreglos, a veces doy clases, pero ahora casi no; entre otras cosas.
¿Se dedica exclusivamente a sus proyectos?
Por ahora sí. Trabajo también para un padre (sacerdote) le hago las producciones a ellos, el grupo del padre Martín Ávalos, tengo bastante tiempo de estar con ellos laborando, y es bien bonito porque todo se combina, y lo importante es hacer las cosas bien. Yo le digo a este grupo… imagínate que uno tiene un oído, y ahora, imagínate el oído de Dios, entonces uno tiene que tratar de hacerlo de acuerdo a las posibilidades de uno, lo mejor, eso es bien importante. Además de trabajo es también un servicio, y se aporta en el tema de los valores, y el cambio que todos debemos tener como seres humanos.
¿Qué no haría en la música?
Yo no haría mi música solo por pegar, no haría una música chocarrera. No haría cosas de doble sentido, ya mucha basura tenemos en el mundo, eso no lo haría, porque al llegar a la casa de mis papás, por ejemplo, que saben de música y son críticos, yo no sabría qué decirles… también por respeto a lo que tengo en mi cabeza, que tengo que ser homogéneo de lo que digo y lo que hago, no puedo venir y hablarte de la cultura y poner a dos chamacas a bailar semidesnudas en el escenario.
Con la pérdida de valores en la música ¿tendrá alguna responsabilidad, en este caso, la audiencia? Al preferir este tipo de cosas
Lo que pasa es que las audiencias han ido cambiando, antes la música popular era otra cosa, estoy hablando de la música que se hacía en Europa, que hacían los grandes compositores, era lo que escuchaba la gente; se ha ido deformando todo, la música es arte porque nos conmueve como seres humanos, nos hace llorar, por eso somos seres humanos, tiene esa capacidad la música… ahora, en el caso hay música para el corazón, para la cabeza y para los pies. La música para los pies se ha combinado con la chabacanería, con el sexo y con cualquier m… que se haga, hemos caído en lo vulgar, y eso es lo que consume la gente, y es a nivel mundial. Hay ciertas cosas que no deberían sonar, no querría yo que un hijo mío de 5 años escuche una letra que es una grosería.

¿Qué le falta a la música salvadoreña?
Lo que hace falta es algo es una idea, es acreditación. Para que yo pueda tocar, y ganarme la vida, yo debo estar acreditado, así como los médicos, ingenieros y abogados, por eso es que muchos andan ahí y “hablale a un saxofonista” y al que cobra más barato, cuando hay muchos músicos que apenas saben tocar la trompeta. Se suben porque ahí les van a pagar 30 pesos, los va a ver la cipota subido en una tarima, y apenas tienen un año de estar sonando una trompeta, es decir, tiene que haber una categorización.
¿Qué mensaje enviaría a los amantes del latín jazz y la salsa?
A los amantes del latín jazz que busquen a Proyecto Acústico, que, aunque somos un grupo que hacemos todo con respeto a la música, así como nosotros vemos este género de música, el cual hay de digerible a extremo virtuosismo. Y a los amantes de la salsa que busquen las raíces de esto, porque la salsa es una acumulación de ritmos que comercialmente se le llamó salsa, que busquen la música cubana, los puertorriqueños que desarrollaron este estilo, porque ellos son unos campeones en esto. La música desde el Benny Moré hasta lo que usted quiera.
