El modo de hablar de los salvadoreños nos distingue del resto de personas de Centroamérica.
Si bien es cierto Guatemala, Honduras y El Salvador estamos conectados por la vertiente del río Lempa, con 422 kilómetros de longitud, los cinco países centroamericanos incluyendo a Nicaragua y Costa Rica, también estamos unidos por muchos rasgos culturales parecidos como el arte, las costumbres, los valores familiares y humanos, por citar ejemplos.
Hay dos cosas que nos identifican a cada país centroamericano: nuestras lenguas indígenas y la forma de hacer nuestro el español.
En El Salvador tenemos chispa, humor y creatividad para hacer de nuestro español salvadoreño, una riqueza cultural lingüística, una forma de hablar que va de boca en boca, de generación en generación.
Para resguardar y rescatar esta riqueza lingüística, la Academia Salvadoreña de la Lengua, correspondiente a la Real Academia Española, desarrolló el proyecto «Vocabulario del español oriental salvadoreño (VEOS)», una investigación con 31 voces seleccionadas mediante una recolección de datos en las que se seleccionó las palabras más relacionadas con la vida cotidiana en los departamentos de Usulután, San Miguel, Morazán y La Unión. Este proyecto es parte de una agenda incluida en las estancias de colaboración del programa de becas ASALE, promovidas por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
El vocabulario del español oriental salvadoreño (VEOS) es reconocido como una riqueza lingüística de la zona oriental de El Salvador.
En la investigación se profundizó en los campos semánticos de las relaciones familiares, cosas hogareñas, herramientas de trabajo, prendas de vestir, partes del cuerpo y eventos cotidianos, según manifiesta en la introducción de VEOS el señor David Ernesto Miranda Miranda, quien fue el coordinador del proyecto. Un trabajo que tiene por objeto registrar el léxico que más se usa en el oriente del país, valorizando el español que se habla en estos departamentos.
Algunos ejemplos del vocabulario del español oriental salvadoreño, que incluso usted y yo hemos usado más de una vez a pesar ser originarios de la zona central, son:
- ¡Estoy trapeando el piso! ¡No pasés! Todo ensuciaste con esos burros.
- ¡Cuando vengan tus jefes te van a cachimbear por malcriado!
- Ahí en la cacerola dejé el pollo para la cena.
- Juana es casaquera, no creas lo que te dijo.
- Está lloviendo cernido.
- Ya me compré el estreno para mi cumpleaños.
- Ya pareces retrato, siempre te ponés las mismas hilachas.
- Su marido es un mandilón.
- El perol está recién lavado.
- Matías llevó la tunca porque tienen que podar unos árboles.
- No vino el maitro de matemáticas.
Aplaudo este proyecto VEOS, el cual puede ser consultado en la Academia Salvadoreña de la Lengua y en la Biblioteca Nacional de El Salvador (Binaes). Un orgullo para la zona oriental de El Salvador.
Amor del bueno
Por Yanira Soundy
(Poesía en prosa, con vocabulario salvadoreño oriental)
El silencio crece en los peroles, llena sus madrugadas, con oleadas de humo y leña.
Hay café de palo.
Un gallo canta, se aclara la voz. Es hora de trabajar.
En la vereda, camino al volcán, va el hombre con su estreno para aguantar el sol y la intemperie.
Con su güisute siembra granos, palo largo de madera con pico de metal, pica la tierra seca, una y otra vez.
Su corazón es bueno, no hace maraña. Ni aunque el viento travieso levante las naguas a las mujeres que traen agua. Él no engaña a su Juana.
El campo crece. Se baña de lumbre, astros y flores. Es hora de regresar.
Los campesinos con manos de hojas y raíces, bajan del volcán.
A Chepe el sombrero le tapa la titunta.
Y a pesar de eso, la brisa caliente toca su nariz y asombra sus pupilas.
Se asusta. Su nana ha llegado de visita.
Juana lo espera alegre.
Hay garrobo en alguashte y las tortillas requemadas están listas.
De vampiros, serpientes aladas e historias épicas
Por Luis Antonio Chávez / DeLiteratura
Comentar un texto literario no siempre ha sido fácil, sobre todo porque con ello creamos un impacto a la retina; pero además de eso, el autor debe flirtear con el lector, compensándolo con escritos que pesan lo que valen, de allí que el escritor debe hacer uso de su creatividad para dar fuerza a su credibilidad.
Lo citado me lleva a balancear el afecto hacia el escritor aguilarense Wilfredo Edgardo Peña, lo que podría convertirme en villano o héroe si no soy objetivo.
Trasladándome a la historia de la literatura universal encuentro que los efluvios de una narrativa de dragones, gigantes, viajes submarinos, princesas, príncipes […] todo ellos bien urdidos y plagados de fantasías y luchas épicas, con superhéroes aventureros navegando por lugares paradisíacos, habitantes de castillos, palacetes, historias con finales felices, historias que datan del Siglo XVII.
Y es que hablar de una narrativa gótica cuyo género literario surge en Inglaterra no es fácil, porque sus líneas mezcladas de ficción y de horror, de muerte y romance, ambientes alimentados en la pluma del escritor inglés Horace Walpole en su novela «El castillo de Otranto» (1764), y que hoy el médico-escritor aguilarense Wilfredo Edgardo Peña emula muy bien.
Esas aventuras épicas han sido plasmadas por autores de grandes quilates, quienes dieron vida a la creatividad al narrar hazañas con paisajes fabulosos o lecturas que han pasado a la historia como un gran suceso, y hablo de Carlos Perrault, los hermanos Grimm, Óscar Wilde, Ada M. Flein, por citar algunos.
Así vemos que «Las mil y una noches», una narración encantadora de origen persa, nos muestra a la princesa Scherezade narrando sus aventuras, sus viajes maravillosos acompañados de espectaculares misterios; y también están las historias descritas en «La Odisea» y «La Ilíada», iconos de la literatura universal.
Dos de los misterios en la narrativa estriba en sorprender al lector y mantenerlo atento a lo escrito, y quienes lo han logrado han merecido que sus narraciones hayan sido llevadas a la pantalla grande, para invitarnos a transitar por esos lugares escabrosos, cargados de ficción, que nos dan la sensación de estar en ese lugar surgido de la imaginación de su autor, es decir, el escritor nos llevará de la mano (con su pluma) a conocer otros mundos que nos harán vibrar de alegría, a llorar o espantarnos, espacios bien logrados en «Los vampiros grises de Loudun».
Wilfredo Edgardo Peña, a quien conozco desde hace más de tres décadas, presenta en su nuevo libro de narrativa corta una gama de experiencias aladas con reptiles dispuestos a devorar a quienes se interpongan en sus objetivos, líneas tachonadas de una narración fantástica que nos transportan a los países escandinavos.
En sus cuentos, Wilfredo Edgardo Peña, quien es médico de profesión y ha ejercido como alcalde de Aguilares (al norte de la capital) retoma lugares icónicos del «Valle de las hamacas» (El Salvador), como por ejemplo el lago de Suchitlán (Suchitoto), la cueva de la montaña La Leona, la cueva de los coyotes, combinados con estructuras góticas y escenas cargadas de fantasía que harán volar la imaginación del lector.
Las líneas plasmadas en este nuevo libro de Wilfredo Edgardo Peña están acompañadas de personajes fieles, dotados de inteligencia sobrenatural que se enfrentan a dragones y culebras aladas que nos hacen vivir en primera línea las aventuras; sorprendiéndonos el hecho de que los héroes de sus escritos son sus propios hijos, aunque no sólo eso sorprende, sino el hecho de rescatar valores como la lealtad que permite a las personas a ser íntegras con el otro, a ser solidarias y a sufrir con quienes sufren.
El libro «Los vampiros grises de Loudun» está compuesto por cuatro historias: «La serpiente Medusa», El país de los niños príncipes», «El ogro Kanú y sus huestes invasoras» y «Los vampiros grises de Loudon», narraciones condimentadas con creativas aventuras que hablan de reptiles, príncipes, dragones e historias fantásticas sobre la vida de los vampiros-humanos.
Agrego a mi comentario que cada historia plasmada en «Los vampiros grises de Loudun» catapulta a personajes muy conocidos en sus pueblos de origen, entre ellos Timoteo Lúe, un hombre que se las sabe todas en cuanto a estrategias de combate. También encontramos hombres dotados de una inteligencia nata que asesoran a los gobernantes para salir adelante frente a catástrofes naturales o para vencer a las temibles serpientes aladas.
En «Los vampiros grises de Loudun» se habla de príncipes y monarcas, personajes identificados como César, Wilfredo, Otoniel y Daniel, todos hijos del autor, quienes son convertidos en súper héroes capaces de matar serpientes aladas y vampiros, y quienes nos hacen reflexionar sobre los derroteros que cada uno de nosotros posee.
Volviendo al tema de los valores que nos inculca Wilfredo Edgardo Peña por medio de sus escritos, merece la pena destacar también la honestidad, la honradez y la amistad, los cuales si la población los pusiera en práctica no viviríamos en una sociedad tan confrontativa como la actual, sino que estaríamos rodeados de un ambiente de camaradería y tranquilidad.
Doy la bienvenida a este nuevo hijo literario del doctor Wilfredo Edgardo Peña e invito a la población para que haga suyo esta obra, sobre todo los valores que promueve.
Estoy seguro que al leer este libro cada lector se sentirá motivado a transformar la sociedad en que vivimos.