Las federaciones y asociaciones deportivas nacionales son fieles testigos del apoyo que esta administración les ha otorgado, poniendo siempre al atleta al centro de toda gestión y respetando siempre la autonomía de cada una de ellas.
De ahí que el apoyo no sea solo a lo que tradicionalmente conocemos como federación o asociación, es decir, a su junta directiva, sino que a todos sus miembros (personas o clubes con derecho a voz y voto dentro de la asamblea general). Nos referimos a todos.
Por ello, todas las denuncias que llegan a nuestras manos son atendidas de inmediato. Se busca detener este «modus operandi» y brindar soluciones efectivas. En administraciones pasadas, estas denuncias eran archivadas, sin entender que se perjudica totalmente al deporte y a su estructura.
Cuando hemos detectado irregularidades en alguna federación o asociación y comprobado cualquier denuncia, apelamos a los debidos procesos e invitamos a las autoridades nacionales e internacionales a conocer, opinar y dar seguimiento a estos casos.
En ningún momento nos anticipamos a decir que tenemos la verdad absoluta, pero sí lamentamos que el Comité Olímpico de El Salvador (COES), por ejemplo, ni siquiera abra los expedientes que le remitimos para leer de qué tratan, y que mucho menos atienda las invitaciones para encontrar soluciones a los problemas.
¿Se acuerdan de Óscar Pineda, el dirigente que dejó con la mano extendida a un atleta que quiso saludarlo? Ese señor, siendo presidente del taekwondo, violentó los propios estatutos de su federación y ha cometido otros delitos de ley que ya han sido notificados.
Desde aquel momento, el presidente del COES, Eduardo Palomo, no quiso conocer este caso ni otros tres similares. Dada mi insistencia, me dijo que nos reuniéramos hace unos días, pero antes de eso lo hizo con el mismo Pineda, a quien le dijo que lo apoyaba. Incluso el secretario del COES firmó esa notificación.
Lo peor fue que me dio cita para un jueves, cuando el lunes se había reunido y había resuelto. Me escribió el día antes de la reunión para decirme que mejor nos viéramos el viernes para comernos un sandwichito. Pero le dije que no, ya que no tenía sentido si ya había apoyado una ilegalidad.
Ahora está pasando lo mismo con natación, donde un miembro de la misma federación y con amplio recorrido en el deporte denunció manipulación de resultados, entre otras irregularidades. Yo me excusé de conocer ese proceso porque mi hija forma parte del equipo de esa federación.
Todos estos casos, y otros más, tienen componentes de delitos que deben enfrentar la justicia ordinaria. Por eso ya los hemos llevado a la Fiscalía General de la República, y ahí se determinará la gravedad de la situación. Lo que no se puede permitir es que continúen los atropellos.
Nuestro deporte necesita gente comprometida y que no trunque el esfuerzo de gente que incluso se mete la mano al bolsillo para sacar adelante su carrera deportiva. Y entiendo lo que esto significa porque, de cierta manera, yo también he sido víctima de este común proceder.