«Vi nueve cadáveres delante de mí», incluidos varios niños, declaró a AFP Dedesi Mitima, responsable de un barrio al oeste de la ciudad, capital de la provincia de Kivu del Norte.
Otra fuente ofreció un balance provisional de diez muertos.
Según testigos, los combates entre los rebeldes del M23 [movimiento del 23 de marzo] y el gobierno fueron acompañados de «bombas» que cayeron sobre cabañas que albergaban a desplazados.
Las cabañas estaban situadas en ambas partes de una carretera que conecta Goma con la localidad estratégica de Sake, a unos 20 km.
El origen de las explosiones de este viernes no se conoce, pero el portavoz del gobierno, Patrick Muyaya, acusó en X al «ejército ruandés y a sus partidarios terroristas del M23».
Tras ocho años de inactividad, la rebelión del M23, de mayoría tutsi, volvió a tomar las armas a finales de 2021, apoderándose de amplias zonas de la provincia de Kivu del Norte.
Tanto las autoridades de la República Democrática del Congo como Naciones Unidas y las potencias occidentales acusan a Ruanda de respaldar el M23, lo que Kigali niega.
Kinshasa también acusa a Ruanda de querer apoderarse de las riquezas del este del Congo, que incluyen un mineral estratégico para la industria electrónica llamado coltán. Kigali refuta estas acusaciones.
El presidente congolés, Felix Tshisekedi, declaró que una guerra entre ambos países era «posible», según una entrevista difundida el viernes en el diario francés Figaro, después de una visita oficial del dirigente africano a Francia esta semana.
El mandatario congolés matizó, sin embargo, que prefería «poner toda nuestra energía y riqueza en el desarrollo de los 145 territorios de la RDC y no en el esfuerzo militar».
Según la ONU, cerca de siete millones de personas estaban desplazadas en el país en 2023, incluido 2,5 en la provincia de Kivu del Norte.