Cuando la escritora británica Mary Shelley publicó en 1818 la historia de Víctor Frankenstein no se dio cuenta de que su emblemática obra iba a ser considerada por la crítica literaria el primer libro de ciencia ficción. La pregunta es: ¿si con la inteligencia artificial estamos desarrollando un nuevo Frankenstein o un verdadero monstruo que podría destruirnos?
En nuestros días se habla mucho de los avances en el desarrollo de la inteligencia artificial, lo que hace posible que las máquinas logren un nivel de aprendizaje desarrollando actividades que solo los humanos son capaces de hacer, aplicando las tecnologías estas pueden hacer tareas específicas, como procesar datos y reconocer la información. Todo esto ha sido posible por la capacidad de almacenaje de las máquinas y de los algoritmos avanzados. Ya el concepto de inteligencia artificial apareció a mitad del siglo pasado, utilizado solamente para fines militares.
El trabajo que se inició con redes neurales entre los años cincuenta y setenta despertó mucho entusiasmo por crear esas «máquinas pensantes». Lo que hoy se llama «deep learning» está impulsando el crecimiento de la inteligencia artificial (IA). La IA analiza datos de una manera profunda utilizando estas redes neurales, apoyándose en el «big data», porque los aprendizajes y las respuestas están en los datos.
De pasar de la ciencia ficción a una realidad diaria, la inteligencia artificial está tomando auge, creciendo de manera exponencial en todas las actividades humanas. Aunque se está en fases iniciales, muy pronto va a provocar cambios disruptivos en nuestra sociedad, como lo hizo en su momento la PC de escritorio, el internet y las redes sociales, para crear máquinas con propiedades y capacidades parecidas a las del ser humano.
Marvin Minsky, científico estadounidense que acuñó el término de inteligencia artificial en 1956, ya hablaba y hacía mención de los límites y controles que esta debería tener. Algunos científicos, como Stephen Hawking, advirtieron que la inteligencia artificial debe ser controlada, antes de que el nivel de la inteligencia artificial se equipare a la del ser humano.
Debemos recordar que la tecnología no conoce de ética, la avalancha en el desarrollo tecnológico es capaz de reformar la esencia y los valores de la humanidad, existe la capacidad de que, a largo plazo, la inteligencia artificial supere las capacidades intelectuales del hombre. Lo que sí es cierto es que la IA ya existe y está evolucionando cada vez más. Por otra parte, se pueden estar creando máquinas que pueden elegir sus propios objetivos. El investigador de IA Max Tegmark alertó sobre los riesgos de estos avances y propuso utilizar estas tecnologías para generar cambios positivos. La inteligencia artificial se está convirtiendo en el mayor evento en la historia de la humanidad, como una imitación de la creación del hombre. Se está creando un nuevo Frankenstein, máquinas que son capaces de ejecutar con éxito cualquier tarea intelectual del ser humano.
Científicos de la universidad de Sunshine Coast, en Australia, han planteado que la inteligencia artificial altamente desarrollada es capaz de destruir o de causar daños catastróficos a la humanidad.
Pareciera que el ser humano está construyendo una nueva Babel o inteligencia artificial, una locura humana que solo Dios la puede detener. El hombre con el desarrollo de la IA simplemente está jugando a ser Dios, que solo es el vaticinio más grande de una destrucción humana de grandes proporciones.