Las selvas protegidas de Costa Rica se han convertido en almacenes de droga y un escenario con mayor violencia por la operatividad de grupos transnacionales. Un reportaje de «The New York Times» reveló que el país centroamericano incluso superó a México en 2020 como el primer punto de transbordo con destino a Estados Unidos, Europa y otros países. Aunque México volvió a catapultar el año pasado en el primer puesto, Costa Rica está cerca.
Según los analistas, la criminalidad en las selvas ha crecido drásticamente por la operatividad de los cárteles de drogas y su batalla por ganar terreno en los mercados. Entre 2020 y 2023, los homicidios aumentaron 53 %.
Las escuelas, parques u hospitales tampoco son seguros. Las instituciones educativas se caracterizan por ser sectores de crímenes, donde los progenitores son asesinados a tiros cuando pasan a dejar a sus hijos, dice el periódico. En los parques las autoridades han encontrado bolsas de plástico llenas de miembros amputados y en los hospitales asesinan a los pacientes si son miembros de una banda rival.
Históricamente, Costa Rica ha sido un país sin ejército; sin embargo, ante este nuevo panorama, las autoridades desplegaron a más de 10,000 efectivos y a unos 300 guardas forestales, para que patrullen más de 1,000,000 hectáreas de bosque protegido.
En discusión en el podcast de noticias globales del Georgetown Americas Institute «Y esto no es todo», los dirigentes del proyecto señalaron que los principales factores que han contribuido al auge del narcotráfico en Costa Rica han sido la influencia de los cárteles de la droga mexicana: Sinaloa y el de Jalisco, la Nueva Generación, así como la presencia del grupo delincuencial de Colombia, el Clan del Golfo.
«Todo eso nos acredita que estamos frente a una criminalidad de alto perfil, sumamente violenta, que tiene inteligencia y contrainteligencia, y la única forma de erradicar eso es un trabajo en conjunto con la policía y poder judicial», compartió en entrevista el ministro de Seguridad Pública costarricense, Mario Zamora Cordero, a principios del año.
La consultora en asuntos de seguridad y criminalidad de San José, Tania Molina Rojas, detalló en el podcast que el país atraviesa la cuarta ola regional de narcotráfico.
La consultora declaró que esta se caracteriza por la llegada de más transnacionales, principalmente italianas, albanesas y turcas, que operan todo el tráfico de las drogas desde la región andina, pasando por un país como Costa Rica, por ser la plataforma operativa predilecta.
Esto también permitió el auge de las drogas sintéticas, que atraen a más actores del crimen organizado transnacional. «En Costa Rica, el 60 % de los homicidios dolosos son tipo sicariato y la ola de violencia que observamos tiene una estricta relación con el crimen organizado transnacional, que utiliza al país como plataforma para reexportar cocaína, principalmente marihuana, hacia los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia», aseguró la consultora.
Según la experta, la primera ola regional de narcotráfico se experimentó con el cártel de Medellín, de Pablo Escobar. «Aquella capacidad que tenía para mover toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos de una forma más directa por el Caribe», detalló.
La segunda ola estuvo vinculada con el cartel de Cali, la cooptación que inició en el Estado y el cambio de rutas del Caribe hacia Centroamérica y México. La tercera ola tuvo relación con la alianza de los estados bolivarianos de Venezuela, específicamente con Bolivia y Nicaragua, puntualizó Rojas.
LOS NARCOS APROVECHAN LA RIQUEZA NATURAL
Los guardacostas del país manifestaron que cerca del 70 % de toda la droga entra a Costa Rica a través del Pacífico. También es transportada, en la mayoría de casos, «por grupos locales, que trabajan con los cárteles mexicanos, hasta un puerto de la costa oriental del país, donde se mete en exportaciones de fruta destinadas al extranjero», indica la investigación.