La Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (CBP, en inglés) ha instalado 41 torres de rescate en el sector del Valle del Río Grande, en Texas, como parte del Programa de Migrante Extraviado, que busca prevenir las muertes de los migrantes abandonados por los traficantes de personas y recuperar los cadáveres para entregarlos a familiares.
Son infraestructuras instaladas por la Patrulla Fronteriza en los sectores donde con frecuencia cruzan los migrantes y hay conexión a internet. La base está hecha de hierro, algunas tienen paneles solares y cámaras. Cada torre de siete metros de altura está debidamente rotulada y cuenta con indicaciones en varios idiomas para las víctimas. En el centro se encuentra un botón que los migrantes pueden presionar en caso de emergencia o si se han perdido en el trayecto.
Álex Jara, agente de la Patrulla Fronteriza en McAllen y responsable del programa, indicó que, una vez se toca el botón, la torre envía una señal a la base más cercana y por radio se comunica a los oficiales el número de la torre para que acudan a atender a los migrantes.
Son casi 200 técnicos de urgencias médicas y 15 paramédicos los que integran el equipo para este servicio.
El programa funciona desde 2016 y para el próximo año las autoridades estadounidenses planean colocar 30 torres de rescate más. De acuerdo con Jara, son necesarias, pues en los últimos dos años han aumentado las muertes. La mayoría han sido adultos de todas las edades y las causas de fallecimiento más frecuente son por deshidratación o ahogamiento.
Jara indicó que en algunas ocasiones los traficantes de personas impiden a los migrantes acercarse a las torres o les quitan el teléfono para llamar al 911, pero «no hay que hacerles caso, porque a lo mejor no van a poder sobrevivir», comentó durante una conferencia.
En otros casos los engañan al decirles que van a caminar por tres horas, pero se convierten en tres a cuatro días, indicó
La Patrulla también ha invertido en 21,000 infraestructuras como postes de luz y 1,200 placas con instrucciones para los flujos migratorios irregulares.
«No vale la pena arriesgarse, mucha gente sufre en el camino. Mi principal recomendación es que, si ya están aquí [Estados Unidos] y se encuentran en problemas, no marquen a sus familiares y no gasten la batería de su celular o su tiempo; es mejor que llamen al 911. Si marcan este número van a pasar la llamada para adelantar la ayuda que necesitan», expuso Jara, ya que, si los migrantes informan primero a sus familiares, pasan días para que los agentes puedan localizarlos y las personas mueren.
El encargado del Programa de Migrante Extraviado detalló que, si un pariente falleció en la ruta, la familia debe contactar al consulado de su país de origen, porque los agentes estadounidenses son a los únicos que les pueden compartir los datos. A diario recibe entre 15 y 20 llamadas de los consulados para localizar los restos. La Patrulla Fronteriza se encarga de sacar huellas, pero si ya no puede llevar a cabo este proceso por la descomposición de los cuerpos, se realiza microfotografía para enviar a los expertos de la Universidad del Norte de Texas, con quienes trabajan.
Jara comunicó que los consulados se encargan de desarrollar las pruebas de ADN de al menos dos parientes y corroborar que el cuerpo corresponda.