Mayo ha finalizado y nos deja el caso del imputado y detenido Hugo Ernesto Osorio Chávez, en mi opinión y como una aproximación preliminar a su diagnóstico y perfil criminológico con trastorno asocial de personalidad y asesino en serie, y el que puede convertirse en el mayor asesino en serie detectado y capturado en El Salvador, y que ya se encuentra dentro del top 50, y de comprobarse en sede judicial los crímenes estará en el primer tramo de la historia de la criminología, así de categórico es el caso.
Este caso nos deja muchas oportunidades y desafíos como Estado salvadoreño. En esta oportunidad propongo que reflexionemos en una problemática que he expuesto desde inicios del presente siglo, y es la ausencia de una verdadera comunidad en gran parte del territorio salvadoreño. Una persona como el imputado Hugo Ernesto Osorio Chávez se le facilitó el accionar delictivo y criminal en esa ciudad y en esa colonia debido, entre otros factores, a la ausencia de una verdadera convivencia ciudadana; y, por otra parte, a los patrones de conducta machistas en muchas comunidades, colonias, cantones, caseríos, residenciales, donde un hombre mujeriego, bolo, que no tiene un trabajo aparente, que se mantiene en calzoneta y sandalias todo el tiempo, es considerado normal. Incluso se dice de estas que es una buena persona, que no se mete con nadie, pero… le llueven las mujeres y toma bastante, entre otras frases.
El imputado Osorio Chávez era una persona falta de sinceridad, que engañaba y utilizaba a las personas en la ciudad para sus beneficios. Se presentaba como una persona normal, que tenía gran habilidad y facilidad de palabra, hablaba grandezas y se jactaba de ser un gran comerciante y con muchos contactos.
La prevención situacional del delito es a escala familiar y comunitaria, entre más anonimato hay en una comunidad, existen más posibilidades de delitos y crímenes; no es un tema solo de los gobiernos, de las autoridades, de la policía, es un enfoque comunitario con la participación ciudadana, que son los verdaderos protagonistas para la seguridad democrática.
Es necesario que como sociedad hagamos una profunda reflexión y volvamos a nuestras raíces, que pongamos en práctica lo que es una verdadera «comunidad», que tengamos identidad y compromiso por el lugar donde vivimos, que compartamos con los vecinos, que nos interesemos de manera genuina por quiénes son los vecinos, los más próximos, que socialicemos, que interactuemos, que busquemos el bien común, que cuidemos el espacio físico, que nos organicemos en beneficio de todos y todas. La asociatividad es voluntaria, con relaciones igualitarias para lograr objetivos comunes. El gran reto es la persona significativa que iniciará la organización de dicha comunidad. En otros lugares ya tenemos juntas directivas, asociaciones o comités de vecinos, pero usualmente la comunidad se limita a pagar una cuota mensual para actividades de mantenimiento; y mientras esté al día en el pago, no hay problema. Si caes en mora, publican tu nombre y número de casa en una pizarra y te suspenden los servicios. Hasta ahí llega la convivencia. Por eso se han hecho capturas en zonas residenciales, y de lujo, donde vivían cabecillas de crimen organizado, porque tenían para pagar el costo de vida de dicha zona exclusiva y fueron sorprendidos en la madrugada con operativos de las autoridades. Lo mismo pasó con el imputado Osorio Chávez. Comunidades empoderadas permiten la implementación de alertas tempranas.