Con la lectura de la carta oficial enviada por el Vaticano y firmada por el Papa Francisco, la Iglesia Católica reconoce como beatos al padre Rutilio Grande, los laicos Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano, así como también al fray Cosme Spessotto, marcando un nuevo acontecimiento histórico para la sociedad salvadoreña.
La carta fue leída durante una misa realizada este sábado en la tarde en las instalaciones de la Plaza Divino Salvador del Mundo, en San Salvador, la cual estuvo a cargo del Cardenal Gregorio Rosa Chávez. Con la lectura de esta pieza, los cuatro mártires salvadoreños son ahora reconocidos como beatos y ascendidos a los altares de la Iglesia Católica en todo el mundo.
El Arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, destacó que el Vaticano haya tomado en cuenta como beatos a estos mártires salvadoreños, una acción que honra su memoria y el legado que han dejado a través de una vida dedicada a ayudar a los pobres y a ser herramientas para la construcción de un mejor país en una época marcada por la violencia y la guerra civil en El Salvador.
La Plaza Divino Salvador del Mundo congregó a miles de feligreses salvadoreños y algunos extranjeros que realizaron un largo viaje para presenciar este acontecimiento histórico. Entre los asistentes estuvieron familiares de los cuatro mártires, quienes destacaron el reconocimiento que la Iglesia brinda a todos ellos.
Cecilia Lemus, hermana de Nelson Rutilio Lemus, uno de los mártires y acompañantes del sacerdote Rutilio Grande, señaló que es un privilegio para ella y su familia el reconocimiento que la Iglesia Católica está haciendo de su hermano, pero, a su vez, enfatizó en que esperan que no solo se quede como una ceremonia más, sino que el país pueda entender el legado de vida de estos mártires y practicarlo para construir una mejor sociedad en El Salvador.
«Considero que estar acá es un privilegio, porque es algo que no se da todos los días. El hecho de que mi hermano sea una de las personas que van a recibir en los altares de la Iglesia es un privilegio», dijo la joven salvadoreña.
Por su parte, Guovanni Tellan, sobrino de fray Cosme Spessotto, vino desde la Treviso, una pequeña localidad en Italia, para presenciar esta misa de beatificación con la esperanza de honrar la memoria de su tío y esperando que El Salvador, como sociedad, honre su legado.
«Sentimos como si tocáramos el cielo con nuestras manos. Venimos desde el país de nacimiento de Spessotto, desde Treviso, en Italia. Venimos como familia para este momento importante. Espero que los salvadoreños sigan el ejemplo de este mártir, que se asemejen a la vida de estos santos, de estos mártires», comentó.
El proceso de beatificación de los mártires tuvo un principal interés por parte del Papa Francisco y contó con una dedicación especial por parte del Vaticano, reconociendo el legado que han dejado en El Salvador, según señaló monseñor Rafael Urrutia, canciller vicepostulador y coordinador de la comisión de beatificación.
Urrutia explicó que el proceso inició en marzo de 2015, mientras se realizaban los preparativos para la beatificación de San Óscar Romero. Urrutia destacó que el Arzobispo de San Salvador, monseñor Escobar Alas, pidió que se iniciara el proceso de canonización del padre Rutilio Grande, el cual comenzó, oficialmente, en abril de 2015.
«Han sido seis años. Costó menos porque lo supimos en febrero de 2020, pero la pandemia frenó todo. El proceso avanzó en tiempo récord. El papa Francisco tuvo un interés particular porque es un hermano jesuita y es así como hemos llegado hasta hoy», comentó.
El monseñor señaló que el proceso había iniciado con Rutilio Grande. Sin embargo, el Vaticano señaló que no podía dejarse de lado la obra y legado del fray Spessotto y los dos mártires salvadoreños, por lo que el proceso acabó ampliándose y abarcando a los cuatro para esta beatificación y ascenso a los altares.
«Inicialmente, hicimos el proceso pensando en Rutilio y Roma nos corrigió la plana, nos dijo que era Rutilio y sus compañeros mártires. El martirio es una vocación muy especial. Es una vocación a la que Dios llama para que puedan ofrendar su vida como testimonio de su fe y ser modelos para otros que pueden imitar esta actitud de entrega a Dios», comentó.
El Fray Cosme Spessotto fue asesinado en el presbiterio frente al santísimo de la parroquia de San Juan Nonualco, departamento de La Paz, el pasado 14 de junio de 1980. Por su parte, el padre Rutilio Grande fue asesinado a los 49 años de edad el pasado 12 de marzo de 1977, junto a Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano. Su trabajo como religioso y sus enseñanzas fueron uno de los pilares en la vida de monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien, a la postre, siguió sus pasos en la predicación del evangelio y el constante llamado a la paz en una época violenta en El Salvador.