Desde aquellos lejanos tiempos, cuando los vikingos establecieron la Rus de Kiev en su larga ruta desde el mar Báltico hasta el mar Negro (de donde vino el nombre de rusos a sus habitantes), Rusia significó simplemente el Oriente para aquel mundo europeo occidental que, aplicando la sabiduría producida precisamente en el Oriente, desarrolló un capitalismo fuerte y expansivo. Los zares rusos fijaron el oriente siberiano como la ruta de su expansión y el imperio ruso consolidó esta línea geopolítica.
Pedro el Grande abrió la costa báltica derrotando a los suecos que controlaban esos territorios y después Catalina la Grande abrió para Rusia las costas del mar Negro derrotando a los turcos, y aseguró sucesivamente la salida rusa al Mediterráneo a través de los estrechos del Bósforo y Los Dardanelos.
Rusia siempre fue un poderoso e independiente imperio. Cuando Bonaparte, en 1812, se vio obligado a invadir, fue derrotado totalmente para que pocos años después terminara en Waterloo su larga ruta modernizante en Europa.
En 1917, sorpresivamente, triunfa en Rusia la revolución bolchevique, y el genio político de Lenin y el heroísmo y talento del pueblo ruso hicieron de la Unión Soviética un poderoso centro de desarrollo militar, científico y social. Occidente siempre entendió que ese inmenso, independiente y poderoso país era una amenaza. Por eso, celebró cuando, en junio de 1941, las hordas nazis alemanas de Hitler se lanzaron contra la Unión Soviética y mataron a la población rusa, destruyendo todo a su paso, buscando sus riquezas. Pero, en 1942, en la batalla de Stalingrado, el ejército soviético derrotó estratégicamente al ejército alemán, y en 1945 las tropas soviéticas entraron a Berlín y derrotaron a Hitler.
La URSS emergió poderosa de esa conflagración y Estados Unidos creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) como una fuerza militar agresiva y expansionista que amarró al carro de la guerra contra la URSS a Europa Occidental, convirtiéndola en una marioneta en manos de la Casa Blanca, agresiva y brutal.
En 1990, por razones que podemos explicar después, se derrumbó la URSS y el imperio estadounidense entendió, equivocadamente, que había llegado la hora de usufructuar las inmensas riquezas del territorio de 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión.
Washington no acertó. Del derrumbe de la URSS surgió la Federación de Rusia, que siempre estuvo a la base del Estado soviético, y se levantó un país poderoso en lo científico, político, social, económico y militar. Lo peor para la Casa Blanca y Europa Occidental fue la alianza geoestratégica entre Rusia y China. Este acuerdo entre estos dos grandes países es lo que actualmente determina la diferencia entre el occidente europeo y gringo y el oriente del planeta. Estados Unidos, como imperio decadente, ya no puede totalmente someter a Europa Occidental a su política e intereses, porque las relaciones económicas, científicas y comerciales entre los países europeos y Rusia y China se han intensificado y desarrollado al tal grado que Europa, por primera vez en su historia, cuenta con la posibilidad de ser países independientes de Washington.
Al derrumbarse la URSS, los países que la integraban se hicieron independientes. Con el paso de los años, Rusia entabló con cada uno de ellos diferentes relaciones armoniosas de intercambio y acuerdos políticos diversos. Con Bielorrusia funcionan entendimientos muy cercanos e igual ocurre con los países asiáticos como Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán.
La OTAN estadounidense y la Unión Europea entendieron que el derrumbe de la URSS era el momento adecuado para expandir su organización militar, cada vez más cerca de la frontera rusa para cercar militarmente al país. Varios Estados europeos que integraron la antigua URSS hoy tienen instalados en sus fronteras con Rusia o en las cercanías del territorio ruso sistemas de cohetes de la OTAN apuntando hacia Moscú y otras áreas estratégicas rusas.
La OTAN aspira a convertirse en el único bloque militar en todo el planeta, por eso, incluso en Latinoamérica, Colombia aparece como uno de sus Estados miembros.
En 2014, Estados Unidos y la Unión Europea montaron un violento golpe de Estado en Ucrania, derrocaron al presidente Víktor Yanukovich y desataron en el territorio violentas manifestaciones nazistas, así como matanzas genocidas, como la ejecutada en la ciudad de Odesa, donde le dieron fuego al local de los sindicatos para incinerar a trabajadores de origen ruso que se encontraban adentro. A los que lograron saltar por una ventana los mataron a balazos en el andén. En todo el país, los fascistas tomaron el control con el apoyo europeo y estadounidense.
En este escenario, en marzo de 2014, la población preponderantemente rusa de la península de Crimea votó mayoritariamente en un referéndum para ser parte de la Federación Rusa, y los territorios de Donetsk y Lugansk, al oriente de Ucrania, en la zona llamada Donbás, declararon su autonomía con respecto a Kiev. Esto ocurrió en abril de 2014, momento en el cual el Gobierno fascista de Kiev inicia una guerra contra el pueblo mayoritariamente ruso del Donbás.
La OTAN estableció una política de armamentización de Crimea y de desarrollo de las organizaciones nazi y, aunque Ucrania no es todavía miembro de la OTAN, su territorio sirve para maniobras militares de los ejércitos de la OTAN en las fronteras rusas, así como de entrenamiento y equipamiento al ejército ucraniano.
En febrero de 2015, se celebró la cumbre de Minsk (capital de Bielorrusia) entre Ucrania, Rusia, Donetsk, Lugansk y líderes de Francia y Alemania. En esta reunión se acordó un alto al fuego en el área de Donbás, así como la celebración de una consulta popular para que el pueblo de esas regiones decidiera y expresara su voluntad. Sin embargo, ni la OTAN ni la UE ni EE. UU. ni Ucrania actuaron en ningún momento en dirección a cumplir aquellos acuerdos; por el contrario, aceleraron la guerra contra el Donbás y los preparativos para la guerra contra Rusia. Estaba abierta la ruta para el ingreso de Ucrania en la OTAN; mientras, una guerra inclemente se desarrollaba contra los pueblos de Donetsk y Lugansk.
San Salvador, 27 de febrero del 2022.