Hace menos de una década, Dora Isabel Martínez comercializaba huevos de tortuga, una actividad que hacía por «tradición» y ante la falta de oportunidades de trabajo. Sin embargo, ahora es una de las referentes en la protección y la preservación de la tortuga marina y la encargada de cuidar el vivero que existe en la Barra de Santiago, en Ahuachapán.
«En otros tiempos, cuando era cipota, mi mamá compraba huevos de tortuga y yo aprendí a andar comprando el huevo y a venderlo en el mercado, pero cuando vino el proyecto Quelonia en 2014 y necesitaban una mujer viverista, empecé a trabajar y he sentido una motivación porque me gusta este trabajo», señala Martínez.
De vender los huevos, ahora Dora Isabel los adquiere de los tortugueros de la zona para llevarlos al vivero y darles el cuidado necesario hasta la eclosión y posterior liberación de los neonatos.
«Para mí, ha sido bonita esta experiencia, más cuando veo que las nidadas comienzan a brotar en la arena. A mí me gusta trabajar por la naturaleza», agrega.

Dice que desde que comenzó su labor como viverista en 2014 ha estado en el nacimiento y la liberación de más de 700,000 crías de tortuga, con lo que ha contribuido a la protección y la preservación de las cuatro especies de tortuga marina que anidan en las playas de El Salvador, algunas en peligro de extinción, como la prieta y la carey.
Más allá de ser una fuente de empleo, la viverista señala que el proyecto también le ha servido para tomar conciencia ambiental, principalmente sobre la importancia de las tortugas marinas en el ecosistema de la Barra de Santiago, donde ha nacido y crecido.
«Todo esto ha valido la pena. Cada año miramos las arribadas de tortugas que vienen, nos alegramos porque hay más tortugas. Ahora tenemos motivación por las tortuguitas. Uno les va teniendo cariño, a mí me ha gustado, es algo que estoy haciendo por el mar, que esta tortuga sobreviva para que ya el huevo no se vaya al mercado negro», sostiene Martínez.
De acuerdo con Dora Isabel, una de las cosas más emocionantes de su trabajo es ver las nidadas de tortugas cuando emergen de la arena y también su paso hacia el mar, a su hábitat, donde la naturaleza se encargará de darles una oportunidad de desarrollarse y convertirse en tortugas adultas, que regresarán a la Barra de Santiago a poner sus huevos, si llegan a esa etapa.