Estados Unidos es el lugar al que muchos salvadoreños han emigrado a los largo de los años buscando mejores oportunidades de vida. Entre ellos, son muchas las mujeres que, estando en suelo estadounidense, se han convertido no solo en madres, sino en auténticas transmisoras de la identidad y cultura salvadoreña a sus hijos e hijas.
Ese es el caso de Patricia Hasbún, una salvadoreña nacida en Santa Ana, quien emigró a Phoenix, Arizona, donde ha logrado edificar su propio negocio de comida rápida y, principalmente, ser la manager y principal influencia en la carrera musical y artística de su hija, Monique Hasbún.
Para la joven cantante, su madre ha sido la principal guía que ha tenido, no solo de vida, sino en su carrera artística, ya que Patricia trae el talento musical en sus venas, mismo que desarrolló en su juventud en El Salvador y que ha transmitido a su hija.
«Tengo el privilegio de tener una madre que apoya mi música con todo. Ella me enseñó a tocar la guitarra y, lo más importante, es que me ha ayudado a ganar el apoyo de los salvadoreños. Los Salvadoreños son increíbles. Estoy muy orgullosa de ser salvadoreña y de representar a El Salvador en los Estados Unidos», comenta Monique.
Y es que Patricia trae la música en su espíritu y su alma. En El Salvador, asistió al Instituto María Auxiliadora, donde aprendió a tocar la guitarra y también recibió clases de canto, lo que le permitió presentarse en diversas actividades escolares y eclesiásticas.
Sin embargo, la vida le tenía preparado un destino en Estados Unidos, donde ha establecido un negocio llamado «Pizza Heaven Bistro» y, también, se ha dedicado a ser la manager y gerente de la carrera musical de su hija Monique.
Pero, más allá de ser un ejemplo y apoyar administrativamente la carrera de su hija, hay algo que Patricia también ha cultivado en el corazón de Monique: su identidad como salvadoreñas.
«Mi mamá siempre me ha enseñado todo sobre El Salvador. Desde pequeña, ella me contaba todo sobre las Fiestas Julias, las comidas típicas y, principalmente, la música salvadoreña. Con ella aprendí que soy salvadoreña y que debo amar, honrar y respetae mis raíces, algo que busco hacer a través de mi carrera artística», asegura Monique.
Este trabajo de cimentar la identidad salvadoreña en su hija también lo ha logrado desde su faceta empresarial, ya que ha sido anfitriona del Festival de Pupusa en Arizona y ha donado gran parte de su tiempo a causas salvadoreñas.
«Gracias a mi madre he logrado crecer como cantante, como mujer y como persona. Ella me inspiró a ser artista y, también, me ha inculcado mis raíces salvadoreñas, algo de lo que estoy sumamente orgullosa», dice Monique.
Sin lugar a dudas, toda madre juega un papel principal en la crianza de los menores. Pero, cuando se cruzan las fronteras, son también las principales transmisoras del amor por la esencia, cultura e identidad salvadoreña.