Paula Rivera Burgos estudió Dirección en la Universidad Nacional de Costa Rica, en 2007. Recibió clases maestras con Lev Kontorovich, jefe de cátedra de Dirección Coral del Conservatorio Estatal de Moscú. Recientemente participó en el curso internacional de Konnakol y música carnática (Universidad de Utrecht) con los maestros BC Manjunath, Ned McGowan, Kristina Fuchs y Mysore Manjunath. También formó parte del Coro de Cámara Surá, agrupación con la que participó en el festival de otoño organizado por el conversatorio Tchaikovsky y se presentó en diversos escenarios de Costa Rica, Rusia y España. Actualmente es la directora del Coro Nacional de El Salvador.
¿Desde cuándo comenzaste a sentir atracción por el canto?
Atracción por la música, en general, desde siempre. Yo empecé en la música desde que era muy chiquita porque mi abuelo era cantante, pianista y director. Él fue el que nos llevó en esa línea de la música. Mi mamá también fue cantante; mi papá, percusionista; y empecé en clases de canto, clases de piano, clases de solfeo ahí en la casa.
A los ocho años me metieron en la Sinfónica Juvenil, digo me metieron porque no fue tanto mi idea. Comencé con el clarinete, pero a mí me gustaba más el fagot, claro, más adelante me cambié al fagot. Y bueno, la música pues, siempre ahí. En 2001, iniciaron el coro del Cenar, el coro infanto juvenil. En ese entonces era una japonesa la maestra, y también me metieron ahí junto a mi hermana. Ahí empecé en los coros, antes de eso solo iba a los ensayos del Coro Nacional porque mi mamá cantaba ahí y yo iba. Siempre me gustó cantar. Toda la vida, pero una dirección nunca se me había pasado por la cabeza hasta ya más grande.

Estando en la orquesta, no sé, yo quizá pensaba en que quería ser fagotista, pero con el tiempo me fue interesando más la dirección. Y así llegó un momento que estudié en la universidad nacional, ahí estudié Lenguas Modernas, pero no terminé la carrera porque no me sentía bien. Al final llegó un momento en que dejé la U y me fui. Para ese entonces yo tenía amigos en Costa Rica que estudiaban en la Universidad Nacional de Costa Rica. De hecho, hay un montón de salvadoreños allá y aproveché eso porque estaba cerca de aquí, de El Salvador, y me salía mejor. Me fui allá ya pensando en estudiar Dirección Coral. Estando allá estudié también Educación Musical, las dos al mismo tiempo. Finalmente me gradué y después me vine. Ahora después de todo esto, pues, puedo decir que me gusta mucho trabajar la dirección coral, trabajar con las voces, trabajar con la gente, o sea el instrumento interno, más que con un violín u otros instrumentos porque tiene mucha más expresión, es otra ciencia, es algo que no podemos ver, es un instrumento invisible.
¿Cómo llega la oportunidad de entrar como directora del Coro Nacional?
El año antepasado comencé con el Coro Infantil Nacional y, bueno, después pasamos encerrados todo el año pasado, pero a principios de este año me llamaron y me dijeron «mira está abierta la dirección del Coro Nacional, te vamos a entrevistar». Yo, feliz, o sea, realmente, te seré sincera, yo desde toda la vida había visto al Coro Nacional como algo grande, increíble, un gran coro nacional. Me preguntaba «¿quién llega ahí?». De hecho, de los tres años que tengo de haberme regresado al país yo me imaginaba que un día, no sé, talvez me dejaban entrar al coro a cantar. Yo ni siquiera pensaba en trabajar, solo quería por lo menos que me dejaran cantar, ya que he cantado en coros toda la vida.
¿Y cómo ha sido la adaptación del coro contigo?, teniendo en cuenta que muchos de los integrantes tienen varios años de formar parte.
Siempre, al principio, es difícil porque son distintos métodos de trabajo, también yo soy mucho menor que ellos. De hecho, hay personas hasta de 30años más que yo, 40 años, yo tengo 31. La diferencia de edad siempre hace las cosas más complejas, hay diferencia de pensamientos, ideas, un montón de cosas. Aun así, siento que de las dos partes estamos aprendiendo. Ellos están abiertos y, de pronto, podrán pensar que tengo una que otra idea extraña, pero ellos tratan de digerirlo y yo también trato de entenderlos porque, pues, yo les tengo un gran respeto. Los he visto por años cantar y he admirado el trabajo de ellos. Tengo mucho que aprender. El coro tiene 71 años de existir y ellos tienen 50, 40, 30 años de estar ahí y yo tengo tres meses.
¿Qué proyectos ves en el Coro Nacional?
Ahorita estoy tratando de presentar mi forma de trabajo. A mí me gusta trabajar rápido, me gustan los retos, mucho. Pero, en particular, una de las cosas que me gustaría es llevarlos afuera, llevarlos a festivales. A mí me invitan mucho a festivales, de hecho, ahora en septiembre hay un festival en México, pero no se va a poder hacer por lo mismo de la enfermedad.
Me gustaría sacar al coro y que vean que tenemos un coro que es nacional. En otros países cercanos, por ejemplo, aquí cerca en Costa Rica, no hay un coro nacional, sí hay un coro sinfónico, pero no es nacional, y nosotros sí lo tenemos, es nuestro. Quiero potenciarlos en el extranjero, es un reto grande, porque ellos no se dedican solo a esto, yo sí, este es mi trabajo. Pero ellos se dedican a otras cosas y esto es una disciplina que requiere un montón de tiempo y montón de esfuerzo, pero poco a poco, con el tiempo que tenemos, con el trabajo que se pueda hacer creo que sí se harán muchas cosas, grandes cosas.
Qué interesante saber que el Coro Nacional tiene 71 años de existencia y qué importante es que sea como una carta más de presentación de El Salvador para el mundo.
La gente, mucha gente, no sabe, pero es que también hay que llegar a ellos. O sea, por mí haría todas las misas de Mozart, toda la música académica o formal, como le quieran decir, pero también a la gente le gusta lo que está acostumbrada a escuchar. Podríamos llevarle música popular. A veces se puede oír mal para algunas personas y pensar que rigurosamente tiene que ser música académica, pero no, a la gente hay que endulzarle el oído, hay que enseñarle cuál es nuestra música, qué otras cosas se pueden hacer con el coro. Hay coros que cantan salsa y esas cosas para que las personas se vayan acostumbrando y que no se imaginen que la orquesta y el coro es solo música aburrida, que a veces es porque no la entienden tal vez, pero es una forma más de educación.
Hace un momento estaba hablando por teléfono porque vamos a ir a hacer un concierto a Suchitoto. Quiero comenzar a hacer giras internas. Me cuentan los del coro que antes andaban cantando en todos los departamentos, es cansado, pero es la única forma de que nos conozcan, porque imagínate la gente que viene de otros departamentos no va a venir aquí solo por un concierto. Un concierto grabado lo pueden ver, pero no es lo mismo a que estén ahí y se sientan envueltos por la música y el canto.
En ese sentido, ¿están preparando alguna gira o funcionar por temporadas?
Sí, por temporadas, aunque ahorita la idea es hacer una gira nacional. No tenemos un programa específico aún, pero en estos conciertos, este que pasó que fue de boleros con solistas, me gustaría llevarlo a varios lugares. Ojalá en un futuro próximo podamos ir por lo menos a uno de estos festivales, por ejemplo, a México. Pero, obviamente, la idea es mostrar la cara y decirle: esta es nuestra música, este es nuestro coro. Estamos apostándole a la música nuestra. Estamos preparando un repertorio de música salvadoreña no solo el clásico «Carbonero», no solo eso, sino que estamos preparando música de compositores formales, académicos salvadoreños. El día de hoy, por ejemplo, en el ensayo tengo que ir a ver una pieza que se llama «Y sin embargo amor», que es un poema de Roque Dalton musicalizado por Juan Carlos Guerra. También, vamos a hacer de «Ola en ola», que también es un poema y el compositor es Joseph Karl Doetsch, que murió hace un par de años.

¡Pero qué genial que estén musicalizando poemas!
«El nido», por ejemplo, también lo estamos cantando musicalizado por Carlos Colón, que ya se había cantado antes y que es un poema de Alfredo Espino. Más bien estamos aprovechando lo que hay. Hay que decirle a la gente que podrían componer ellos también. Yo conozco un montón de niñas y niños que están en las sinfónicas, gente joven, con muchas ganas de aprender y muchas ganas de componer. Ya me ha llegado gente diciendo «mira lo que compuse», «mira lo que he hecho». Entonces sería bueno que toda esa gente que está ahí, que nos hagan llegar la música, a mí me gusta eso. Más bien, para mí, si me dieran la música, cualquier compositor salvadoreño me llega a dejar su música y yo la monto. Eso es lo que quiero, que los que estamos realmente vivos mostremos lo que tenemos para que resurja la música y dejar de pensar que solo lo viejo era bueno.
Qué bueno, esa visión de querer incluir a la gente y no quedarse simplemente con lo que ya está.
Muchas veces las personas tienen muy buen trabajo, pero no se las toma en cuenta o no lo muestran. Sí, les da miedo, bueno es que da miedo, te digo, más con la crítica. El miedo a la crítica es lo peor, pero también si no muestran la música, nadie va a saber si está bien o si está mal, nunca se van a dar cuenta. Es mejor dejarse ir, aunque todos pasamos por eso. Todos pensamos en algún momento, si lo estaremos haciendo bien, da miedo.
Y hablando de miedos, ¿qué tal estuvo la primera presentación?
Imagino que con muchos nervios. Yo sí estaba muy nerviosa, pero es que eso nunca se quita. Te sentís segura hasta que llegas al escenario y pones un pie en él, porque te convertís en otra persona. Pero antes de eso todavía no he llegado al punto de no ponerme nerviosa. Y sí, era al aire libre, era el 104 aniversario del Teatro Nacional. Tocamos solo cuatro piezas, o sea no fue un concierto larguísimo, pero estaba todo el mundo, estaba la ministra, comunicaciones, toda la gente del centro, todos los elencos, y si éramos el centro de atención. Me puse nerviosa, pero aun así fue como, no sé, como estar en casa. Eso siento con el coro, porque me gusta tanto; me gusta demasiado mi trabajo, así que todo bien. Luego, en el siguiente concierto, ahí sí fue solo de nosotros, en el teatro, invitamos a la orquesta de una escuela, de la Escuela Integral de Música, algunos ya conocidos, pero tampoco nunca habíamos trabajado juntos. Ellos montaron por aparte, el coro montó su parte. En el teatro ya había un montón de gente y creía tener todos los ojos encima de mí, pero bien. Realmente uno siempre se pone nervioso, pero hay una magia, cierta magia en el escenario que de repente puedes tener incluso unas cosas que no estaban listas, y en el escenario salen y la repetición fue mejor todavía.
En cuanto a las destrezas de los integrantes del coro, gente que tiene tanto tiempo de estar ahí, imagino que son capaces de hacer espectáculos de una calidad increíble o ¿hay limitantes?
Siempre hay cosas, cuestiones técnicas que eso nos pasa a todos, no especialmente a ellos. Por ejemplo, a medida que vamos creciendo la voz, si no te la cuidas va decayendo. También, la falta de práctica a veces hace que se olviden técnicas y cosas así. Pero ellos siento que me han respondido muy bien. Hemos estado viendo música nueva, solo dos o tres piezas que son viejas, y han respondido y por la experiencia que he tenido con otros coros, con ellos es super rápido. Tienen lectura a primera vista, quiere decir que les pones la partitura y ellos la leen; la calidad vocal también, tiene tantos años de cantar que entonces ya está ahí, no necesitan pensar mucho cómo se va a cantar. Sí, hay cosas nuevas siempre, porque hay que hacer ensambles, música nueva, pero con ellos es fácil en ese sentido. Habría que ver más adelante con música más compleja; sin embargo, no lo veo imposible para ellos.

Como directora, ¿te consideras exigente?
Sí, soy exigente. Ahorita me veo sonriente y toda la cosa, pero cuando estoy concentrada tengo una cara de monstruo. Ya me lo han dicho, que a veces me tienen miedo, y yo ni cuenta me doy. Tampoco quiero que me tengan miedo y que canten de miedo, tampoco soy así, pero a veces de tan concentrada que estoy que no puedo poner atención a mi tono de voz y quizá suene que estoy enojada. Soy consciente de que puede pasar, entonces siempre trato de hacer un chiste o de decir que no estoy enojada y así. Pero realmente a mí sí me gusta que la gente dé, y en el caso de ellos como sé que pueden, les exijo más. Yo no le voy a exigir a alguien que sé que no tiene la capacidad pero a personas como ellos, que de antemano sé que son buenas, yo sí les exijo más.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas que has encontrado en el coro?
Hasta ahorita con lo que he necesitado nos han apoyado un montón. En el caso de los uniformes, por ejemplo, somos 36. Entonces imagínate comprar un uniforme que refleje qué es el Coro Nacional. No puede ser una camisita, sino un uniforme de gala, elegante, y eso es plata. No es tan fácil. Yo quisiera tener cinco uniformes diferentes, pero a veces es difícil, es caro. La otra cosa es, quizá, cuestiones de espacio. Me gustaría que todos estuviéramos en el mismo lugar, tener un lugar solo para el coro, estar todos ahí. Es más, el sueño de la vida sería tener a tiempo completo el coro, hacer y deshacer. Hacer clases de técnica, de mantener una clase permanente de lenguaje musical, teoría, lectura, armonía, de historia, cosas así, que nos sirvan. Tener tipo una especie de escuela donde pueda entrenar también a otras directoras para que en algún momento ellos dirijan el coro. Gente que esté entrenando con nosotros para ser parte del coro en un futuro, algo así. Pero todo eso es difícil, incluso alquilar un espacio es complejo porque debe tener una buena acústica para ensayar; y más que todo la cuestión de tiempo, porque ellos trabajan, no están a tiempo completo.

De cara al bicentenario, ¿ya tienen agenda?
Sí, de hecho ya se está planeando. Ayer hubo una reunión y ya se está viendo el programa. Se va a hacer con todos los elencos, será algo multidisciplinario y sí, estamos preparando música salvadoreña, no solo música folclórica o música popular, sino también música formal, académica, de compositores salvadoreños. ¿Qué huella quieres dejar como directora? Impulsar y visibilizar el montaje de obras salvadoreñas no solo de música popular sino de obras grandes, obras de nivel académico, que queden aquí, hechas por nosotros, interpretadas por nosotros y exportadas, ojalá.