Un fiscal anticorrupción pidió este jueves prisión preventiva para la candidata derechista Keiko Fujimori, lo que elevó todavía más la tensión en Perú por la definición a cuentagotas del balotaje presidencial del domingo, que lidera el izquierdista Pedro Castillo.
El fiscal José Domingo Pérez solicitó al juzgado anticorrupción «que se revoque la comparecencia con restricciones [libertad condicional] y se dicte nuevamente prisión preventiva contra la acusada Keiko Fujimori», por infringir la prohibición de reunirse con testigos del caso Odebrecht, por el que está bajo investigación.
La candidata, que debe ir a juicio por este caso si no gana la presidencia, estuvo acompañada en una rueda de prensa el miércoles por el político fujimorista Miguel Angel Torres -testigo de la causa de Odebrecht- cuando pidió que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) anulara los resultados de 802 mesas de votación -que implican unos 200,000 votos-, por supuestas irregularidades.
La petición del fiscal Pérez aumentó aún más la tensión en un país que sigue sin conocer quién será su nuevo presidente, cuatro días después de la votación.
Fujimori había denunciado el lunes «indicios de fraude» y el miércoles pidió anular los 200,000 votos, acentuando un clima de incertidumbre total en un país sumido en convulsiones políticas en los últimos cinco años, que llevaron a tener tres presidentes en cinco días en noviembre pasado.
«Da la sensación de que ella quisiera cuestionar todo el proceso electoral. Esta incertidumbre, gane quien gane, va a golpear mucho al estado de ánimo nacional», dijo a la AFP el analista Hugo Otero.
Cuestionar con 99,1% de escrutinio
Las solicitudes de revisión podrían decidirse en unos 10 días en el JNE, por lo que la contienda sigue abierta, con caída desde el lunes de la bolsa limeña y un dólar que va alcanzando precios récord de 3,9 soles.
El último reporte del órgano electoral da cuenta de 50,2 % de los votos para Castillo y 49,7 % para ella, con poco más del 99,1 % de las mesas escrutadas.
Castillo tiene ahora una ventaja de 72,000 votos, que le ha llevado a lanzar mensajes en tono de vencedor.
Pero si el JNE le da la razón a Fujimori, esa tendencia podría modificarse.
«Keiko alega [como fraude] que hay mesas de votación en Cusco que tienen 90 % de votos para Castillo, pero no ha dicho que en La Molina [un distrito acomodado de Lima] hay mesas que tienen 90 % para ella», indicó Otero.
En el balotaje de 2016, el banquero Pedro Pablo Kuczynski derrotó a la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori por apenas 41,000 votos (50,12 % contra 49,88 %), y se prevé que la actual contienda también se defina por un margen similar.
Solo 29 mesas en 2016
Fujimori «está en su derecho» al pedir una revisión, pero «estamos seguros de que el Jurado tendrá que desestimar las razones», dijo este jueves el parlamentario electo izquierdista Roberto Sánchez al canal N.
El presidente del Jurado, Jorge Luis Salas, expresó su sorpresa por la solicitud de Fujimori de anular 802 mesas y recordó que en 2016 «solo se presentaron cuestionamientos contra 29 mesas».
El órgano electoral (ONPE) niega la posibilidad de fraudes, lo mismo que la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), que calificó el proceso de normal y transparente.
La ONPE organiza la votación, pero el JNE revisa los resultados y proclama al vencedor. Ambos organismos públicos son autónomos.
«Un milagro»
Castillo, un maestro de escuela rural de Cajamarca (norte), recibió el miércoles el saludo del expresidente boliviano Evo Morales por su «victoria».
En tanto, el mandatario ultraconservador brasileño Jair Bolsonaro declaró que solo un «milagro» impediría que el profesor izquierdista sea el nuevo gobernante peruano.
«Ahora perdimos a Perú. Según todo indica, porque falta 1% del escrutinio, solo un milagro podrá revertirlo, va a reasumir [el poder] un tipo del Foro de Sao Paulo», dijo en un discurso en un evento evangélico en el interior de Brasil, en el que criticó otros gobiernos izquierdistas de la región.
Partidarios de ambos candidatos se manifestaron el miércoles en Lima, mientras el tramo final del escrutinio del balotaje del domingo avanza a cuentagotas por las impugnaciones de actas y las últimas solicitudes del partido de Fujimori.
La segunda vuelta presidencial volvió a dejar en evidencia no solo la división política en el país, sino también la brecha entre Lima y el «Perú profundo», postergado por siglos y muy golpeado por la recesión económica causada por la pandemia.
A pesar de la alta tensión, no se han registrado disturbios en el país y las actividades laborales y comerciales se desarrollan normalmente.