El pasado 7 de diciembre, los acordes de José Madero resonaron con fuerza en las instalaciones de Be Sport, en Nuevo Cuscatlán, El Salvador. Por segunda vez, el exvocalista de PXNDX regresó al país para deleitar a una audiencia cuya energía y devoción se sintieron desde la primera canción. Este encuentro marcó un hito para los fans salvadoreños del artista regiomontano, quienes desbordaron el recinto con su entusiasmo por un repertorio que combina la nostalgia y la evolución musical de un creador inquieto.
Desde tempranas horas, las inmediaciones de Be Sport estuvieron llenas de seguidores que aguardaban con ansias la aparición de Pepe Madero en el escenario. Cuando el reloj marcó las 9 de la noche, las luces del recinto se atenuaron y los gritos eufóricos llenaron el lugar. En ese instante, comenzó el viaje.
Acompañado por una banda conformada por siete talentosos músicos, José Madero hizo su entrada, recibiendo una ovación. Desde los primeros acordes, quedó claro que este concierto no sería un evento cualquiera; sería una celebración de su evolución musical y una oportunidad para reconectar con una base de fans que no ha dejado de crecer en El Salvador.
Un viaje de canciones por dos mundos
El concierto arrancó con piezas de su discografía en solitario, incluyendo éxitos de su álbum debut «Carmesí». Canciones como «Plural siendo singular» y «Sinmigo» fueron coreadas a todo pulmón, demostrando que el público salvadoreño conoce y aprecia cada rincón de su obra. La mezcla de baladas introspectivas y piezas con tintes de rock alternativo capturó la esencia de su transición como artista solista.
A lo largo de más de 30 canciones, Pepe mostró su versatilidad y la profundidad de su propuesta musical. Temas como «MCMLXXX» llevaron al escenario ritmos llenos de percusión y arreglos complejos que encendieron la energía de la noche. Sin embargo, nunca perdió de vista su esencia melódica y emocional, una característica que lo ha definido tanto en su etapa con PXNDX como en su camino en solitario.
Nostalgia y conexión
Uno de los momentos más memorables llegó cuando Pepe decidió abrir el baúl de los recuerdos y regalarle a su público canciones de PXNDX. La primera de ellas fue «Solo a terceros», un himno que provocó una reacción electrizante. El recinto entero se transformó en un coro masivo, evocando memorias de una época dorada para los fans que crecieron escuchando al icónico grupo de Monterrey.
El pico de la nostalgia se alcanzó con «Los malaventurados no lloran», uno de los mayores éxitos de PXNDX. La energía en el recinto se elevó, con cada voz del público unida en un grito de emoción pura. Era imposible no sentir la conexión entre el artista y su audiencia, un vínculo cimentado en años de música y memorias compartidas.
Intimidad bajo las estrellas
Pepe también logró momentos de gran intimidad durante el concierto. En un gesto que mostró su confianza y aprecio por su equipo, cedió el micrófono a su corista para interpretar una canción que llenó de melancolía el ambiente. La atmósfera se tornó casi etérea, con el cielo estrellado como telón de fondo y las luces del escenario brillando como faros de nostalgia.
El carisma de Pepe brilló en estos instantes, demostrando que es un narrador no solo a través de sus letras, sino también mediante su presencia en el escenario. Sus interacciones con el público, aunque breves, estuvieron cargadas de sinceridad y cercanía. Fue un recordatorio de por qué su música sigue conectando con su creciente base de fans.
Tras un viaje musical que abarcó más de dos horas, el concierto llegó a su fin con una recta final que dejó al público pidiendo más. Canciones como «Ojalá» y «Puerto Partida» pusieron el broche de oro a una noche llena de emociones. Mientras los últimos acordes resonaban en el aire, Pepe agradeció a los presentes con una sonrisa y una reverencia.
La salida del público fue lenta, como si nadie quisiera abandonar la magia que se había creado en Be Sport. Las conversaciones se centraban en los mejores momentos del concierto, y otros, en comparaciones entre su etapa con su anterior banda y su evolución como solista.