El período de tránsito en el fútbol se define como el tiempo que transcurre desde el final de una temporada hasta el inicio de la preparación de la próxima.
Esto no quiere decir que el futbolista deja de serlo en este período, no; al contrario, es una ventana de oportunidades que, bien planificada, puede beneficiar en gran medida.
Por lo general, la planificación de un torneo consta de tres períodos de preparación: pretemporada, competitivo y transitorio.
En esta oportunidad nos enfocaremos en el período transitorio, que no es menos importante que los otros dos. Es fundamental saberlo llevar para reiniciar una preparación.
Este período puede constar de tres a seis semanas. Dependiendo del calendario, se planifican las actividades a partir del momento en que el equipo dejó de competir.
Para ponerlos en contexto, los efectos del desentrenamiento afectan directamente la forma en que los jugadores se preparan durante la pretemporada. Como las pretemporadas se caracterizan por altas frecuencias de entrenamiento, para optimizar el rendimiento y/o prevenir posibles lesiones comunes en este período se recomienda que los jugadores se preparen de antemano.
Para comprender mejor, pondremos de ejemplo al jugador A, quien mantiene una actividad física durante el período de vacaciones junto con su familia, y al jugador B, quien decidió no hacer ninguna actividad física.
Es predecible pensar que el jugador A, al regresar al inicio de la pretemporada, disminuirá considerablemente las posibilidades de lesionarse al compararlo con el jugador B.
Nuestro cuerpo sufre una importante disminución en las capacidades aeróbicas, anaeróbicas y en factores neuromusculares al no llevar a cabo ninguna actividad.
Sin duda habrá un aumento de masa grasa, disminución del tono muscular y lo que considero más importante: una pérdida notable de VO2 máx, que es la capacidad del organismo de transportar oxígeno hacia los músculos.
Entonces, ¿qué hacer en este período transitorio? Esta planificación, porque no deja de serlo, va a depender del deportista y de su actividad durante la competición. El último día, cada jugador debería llevarse su trabajo para este período. Alguno va a necesitar más volumen de trabajo que otro, pero, por lo general, se sugieren de dos a cuatro sesiones durante la semana.
Básicamente consta de un mantenimiento de la parte aeróbica, que se puede controlar con tiempo, repeticiones y pulsaciones. La idea en esta parte es variarle la actividad aeróbica, por ejemplo, andar en bicicleta, un «cross country» en campo, natación, máquina elíptica, practicar otro deporte que no lo exponga en riesgo de lesión.
También se combina con trabajos de fortalecimiento de tono muscular y trabajos de fuerza específica.
La mejor intervención es aquella que cumple con las necesidades específicas del jugador.
En definitiva, este período busca la regeneración física y mental del futbolista, dándole opciones de actividades y ofreciéndole una variedad de la carga física con la que se debe sentir cómodo, y hacer sesiones diferentes de una manera controlada, para que posteriormente le cueste menos el inicio de la próxima pretemporada.