Los resultados electorales del pasado 28 de febrero fueron, sin lugar a dudas, sorpresivos para aquellos que acostumbraban a hacer la labor legislativa a su estilo. Los pesos y contrapesos se llamarán: pueblo salvadoreño. A partir del 1.º de mayo, las promesas del Gobierno se encaminan a transformar al país desde los sueños inconclusos.
1. No permitir el surgimiento de una nueva clase política deshonesta. Con las nuevas autoridades a instalarse el 1.º de mayo de 2021, se tiene la oportunidad de oro para no retroceder en este importante peso y contrapeso. Los nuevos alcaldes no continuarán administrando de manera amañada el dinero del Fodes, y en los contratos no harán ilegalidades. La contraloría ciudadana no es negociable. Claro, ha habido alcaldes sabios y respetuosos, que son las excepciones que confirman la regla de la corrupción generalizada.
2. Una reforma justa a la temática de las pensiones administrada en la actualidad por empresarios privados, que debería seriamente incorporar también a las personas que se pensionaron en el marco de la irracional denominada «puñalada al pueblo por con el decreto 787 de septiembre 2017»
3. Combatir de una vez por todas la evasión fiscal, que fácilmente alcanza, según algunos economistas, hasta el 49 %. El dinero se ha quedado en manos de intermediarios inescrupulosos.
4. Evaluar racionalmente el desarrollo del país, haciendo uso de los empréstitos que sean fielmente necesarios para no sobrepasar el PIB.
5. Hacer cambios para que el sistema de salud brinde servicios de calidad a las mayorías.
6. Llevar a la justicia a los que se enriquecieron con el dinero del Estado, respetándose el debido proceso y la presunción de inocencia; aunque es de reconocer que hubo alcaldes sabios y honestos. Pocos, pero los hubo.
7. Consolidar los avances significativos alcanzados en la seguridad y el abordaje de la violencia a partir del trabajo territorial desarrollado, que la creatividad se convierta en la llave de una sociedad nueva, pacífica y pacifista.
8. Trabajar para una verdadera alianza con la empresa privada y los sectores vivos sin excepción, y que no se busque alcanzar los sueños fuera de las fronteras patrias.
9. Llevar a la justicia a los que se han manchado las manos de sangre con masacres y actos genocidas: el Mozote, padres jesuitas, monseñor Óscar Arnulfo Romero, etcétera, de manera legal, aplicando los marcos normativos sin favoritismos. Dejar sentado para las presentes y futuras generaciones que estos actos no serán repetidos nunca más en la historia. A escribir una nueva página, que cuan[1]do un servidor público no sea realmente honrado que se aparte o sea apartado y dar lugar a alguien que sí desee realmente servir a su pueblo. En nuestra Zacatecoluca y en el departamento de la Paz estaremos altamente vigilantes.
El padre Ellacuría, en 1989, recuerdo que exclamó con fortaleza a la sociedad salvadoreña: «Demos una oportunidad a que el presidente Cristiani ejecute su gobierno».
Así, los pesos y contrapesos de las autoridades que administrarán la patria a partir del 1.º de mayo será la voz vigilante del pueblo salvadoreño para dejar atrás la antigua clase política que hizo las cosas de atrás para adelante, en detrimento de las mayorías, que llevó a la organización del soberano.
Manos a la obra.