Los privados de libertad en las granjas penitenciarias cultivan, cocinan y consumen sus propios alimentos. Los proyectos que impulsa la Dirección General de Centros Penales forman parte del Plan Cero Ocio, donde se forma disciplina laboral en los reos.
Para el cultivo de hortalizas, los mismos reos construyeron la estructura ideal para cultivar todo tipo de hortalizas como chile dulce, tomates y pepino, permitiendo la entrada de agua en una estructura que protege de plagas y da un buen rendimiento de las cosechas.
La producción agrícola en las granjas penitenciarias permite al Estado un importante ahorro en cuanto a la alimentación de los privados de libertad.
Dentro de algunos centros penales se mantienen el cultivo de hortalizas y la crianza de 32 mil gallinas en las granjas penitenciarias.
Una de las granjas que está en pleno funcionamiento en este momento es la que está situada en la penitenciaría de Santa Ana.
En ese lugar las 55 manzanas de terreno, los privados de libertad realizan trabajos agrícolas y otras actividades productivas para generar hábitos de trabajo y promover la rehabilitación y reinserción.
En todas las granjas penitenciarias del país, se ha fortalecido el cultivo de tilapia en los estanques de agua, además de la crianza de conejos y cerdos, entre otros animales de granja, junto con la siembra de maíz, cacao y plátano.