El 2022 ha iniciado con buenas noticias y esperanza para los salvadoreños. La semana anterior, el presidente de la república, Nayib Bukele, anunció el Plan Nacional de Bacheo, un proyecto estratégico sin precedentes en nuestro país, que en su primera fase intervendrá la deteriorada red vial del país en 22 municipios y 13 departamentos.
Las calles y avenidas del país sirvieron como una oferta de campañas presidenciales y municipales a cuantos exfuncionarios recordamos por sus ofrecimientos, promesas, maquetas, y, en la década anterior, hasta con modelos 3D y simuladores que eran espectaculares. Al momento de ser la autoridad y disponer del poder, todo quedaba en el olvido, y lo único que interesaban eran las licitaciones de grandes obras, como los «by-pass» que no son más que derivaciones, desvíos o corte de una ruta, autopistas, pasos a desnivel y similares, que son donde estaba la oportunidad de lograr comisiones, negociaciones ilícitas, corrupción, que generaban enriquecimiento ilícito.
A escala municipal era similar, ofrecer la reparación de calles, avenidas, balastro de calles, adoquinar, compactar el polvo, caminos vecinales y otras obras que nunca llegaron a la población; algunas solo quedaron con el acto de la primera piedra. Y, al salir de las comunas, los exfuncionarios habían cambiado drásticamente sus estilos de vida. Se popularizó incluso, con mucho descaro, que se ofrecían puentes sin existir ríos, y decían «entonces se lo hacemos». Una corrupción institucionalizada.
Gran parte de estos despilfarros, hurtos, corrupción, tráfico de influencia y malversaciones de fondos fueron hurtados del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de los municipios (Fodes). Muchos aspiraban a llegar a las alcaldías porque mediante el Fodes con empresas y personas naturales existían estructuras corruptas, esa era la razón de ser. Solo existía la danza de los millones, pero sin obras que fueran equivalentes a esos montos millonarios, y se decidían por intereses de pocos.
El Plan Nacional de Bacheo cambiará y transformará la vida de los ciudadanos. Ahora el Fodes sí va a beneficiar a la población con obras reales, que se pueden ver, que traen beneficio. Esta intervención vial sin precedentes va a transformar las calles y avenidas en malas condiciones, que han causado daños a la salud y a la economía, a los vehículos de los residentes y a las empresas, que han contribuido con la inseguridad porque las patrullas y las unidades de la Policía Nacional Civil se demoraban en atravesar baches y lodo, dañaban los vehículos y eso permitía que los «postes» avisaran a las estructuras delictivas criminales.
Los incumplimientos, las mentiras y los actos de corrupción de administraciones anteriores han llegado a su fin para traer esperanza y desarrollo a El Salvador. Qué bueno que exista un proyecto de unidad nacional con el presidente de la república, un proyecto especial desde su despacho; el Gabinete de Gobierno apoyando a la Dirección de Obras Municipales (DOM), cumpliendo las órdenes del presidente y ejecutando; la Asamblea Legislativa y los alcaldes participando, decidiendo y presentando carpetas técnicas.