El Salvador tiene un espacio único en el interior de mi ser. Siento un cariño especial por este país, pequeño si lo calificamos por su tamaño, pero enorme si lo valoramos como nación. Por razones profesionales viví acá en la época de la posguerra, cuando aún se percibían los traumas de un lamentable, largo y sangriento conflicto armado. Casi 30 años después he regresado y aquel doloroso episodio ha quedado en el pasado. El país es otro, la esperanza brota a flor de piel y las nuevas generaciones evidencian una visión optimista del futuro.
A escala mundial y específicamente en América Latina y el Caribe, el PNUD trabaja con los gobiernos, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil para ayudar a impulsar un crecimiento sostenible destinado a mejorar la vida de la población salva- doreña y proteger el medioambiente. En El Salvador estamos en la misma frecuencia, guiados por nuestro Programa de País, basado en prioridades nacionales convenidas con el Ministerio de Relaciones Exteriores y en armonía con el Marco de Cooperación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
Lo anterior evidencia que el PNUD es un socio confiable en la compleja misión de impulsar el desarrollo humano integral. Los esfuerzos que realizan las instituciones gubernamentales por ampliar el acceso a la conectividad son —definitivamente— plau- sibles y consecuentes con los objetivos globales.
La recién anunciada alianza entre el Gobierno de El Salvador y Google Cloud seguramente será el motor de un rápido proceso de transformación digital, innovación y modernización del país, no obstante, el valor agregado está en nuestro enfoque de digitalización inclusiva como método de superación de la pobreza.
Está comprobado que la digitalización mejora la vida de las familias. Me permitiré citar el proyecto Canastas Di-ñgitales —Digi-Chiquihuites— que implementamos con algunas instituciones del Gobierno como el Mitur y el ISTU, incidiendo en la reducción de la brecha digital y financiera, principalmente de mujeres emprendedoras y microempresarias. Con el ISBM mejoramos la protección social de la población docente del sector público y sus familias, por medio de la digitalización de los servicios de salud. En consecuencia, la digitalización inclusiva es una labor que el PNUD se plantea continuar impulsando en coordinación con los sectores priorizados: salud, educación, transporte, seguridad vial y territorialización.
El país, indudablemente, tiene muchos desafíos y los está enfrentando con el potencial de una sociedad decidida a su superación. La resiliencia de la población salvadoreña es notable, la juventud, las mujeres y los pueblos originarios se esfuerzan por salir adelante con indiscutible capacidad emprendedora. A tal efecto, la reestructuración municipal apunta hacia resultados progresivos que beneficien a quienes viven mayores vulnerabilidades, y el PNUD, en coordinación con el Gobierno y la comunidad internacional, podría coadyuvar a impulsar una lógica de territorialización del desarrollo humano. Desde esa óptica, la digitalización es crucial.
Lo anterior implica seguir transformando el modelo tradicional de desarrollo, como ya lo está haciendo el Estado con estrategias audaces y disruptivas que impacten positivamente en la juventud a fin de mover las agujas del desarrollo.
El PNUD, como red mundial del conocimiento, tiene sustentación para cooperar con el Gobierno nacional, los gobiernos territoriales, la sociedad civil, el sector privado y cumplir con su misión de privilegiar las prioridades nacionales y construir consensos alrededor de la digitalización para el desarrollo humano de El Salvador.