En la cuarta emisión de «Si el dinero hablara», un programa de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF) en conjunto con «Diario El Salvador» que busca compartir historias alcanzables de éxito financiero, se entrevistó a Alejandro Rogel, fundador de la empresa Aleye.
La historia de esta firma de cosmética natural tiene en su ADN dos elementos importantes: la búsqueda de superación y la determinación de tomar riesgos.
En junio de 2015, Alejandro y su ahora esposa invirtieron cerca de $125 en el desarrollo de una estructura de distribución de productos cosméticos de una marca para poder costear sus estudios; sin embargo, aunque mantuvieron el éxito en sus ventas, no podían seguir trabajando con los productos con los que iniciaron. Entonces, decidieron fundar su propia marca y así iniciaron su travesía en el mundo empresarial.
«Nosotros estábamos en la universidad y no nos salía ningún trabajo. Por esa razón, decidimos hacer esa inversión con esa marca, pero al final ya no pudimos seguir con ella y optamos por poner la nuestra. Con la fusión de nuestros dos nombres, Alejandro y el de mi esposa Yesenia, se conformó la marca Aleye», indicó.
De acuerdo a Rogel, echar a andar su negocio significó un gran reto, pues en sus planes no se encontraba solicitar créditos para financiar sus operaciones. Iniciaron con ahorros propios, arriesgándose a perder todo.
«Manteníamos un cierto ahorro mensual, pero no nos salía ningún trabajo y necesitábamos seguir pagando los estudios. Entonces, tomamos el riesgo e hicimos uso de los ahorros», aseguró.
Además, el empresario narró que en el proceso de crecimiento les tocó hacer sacrificios y vivir estrictamente con lo necesario, pero esa determinación y enfoque en sus objetivos les llevó a triunfar.
«Uno de los puntos fundamentales para establecer un emprendimiento es ser organizado. Un emprendimiento requiere de bastante organización y planificación», apuntó.
Ahora, son dueños de una marca reconocida con alrededor de 100 tipos de productos naturales, como champú, acondicionadores, cremas corporales, jabones en barra para rostro, aceites de coco y almendra, entre otros.
Además, generan al menos dos empleos. Uno dedicado a la producción de cosméticos, y otro destinado a la gestión de redes sociales y ventas.