Empleados de Disney en Estados Unidos decidieron salir de sus lugares de trabajo esta semana para manifestarse durante su descanso diario. ¿El motivo de su descontento? La reacción de la empresa ante una ley que prohíbe enseñar asuntos relacionados con la orientación sexual en escuelas de Florida.
La ley se ha convertido en un quebradero de cabeza para Disney desde antes de su aprobación la semana pasada en el Parlamento de ese estado, donde el gigante del entretenimiento emplea a más de 75,000 personas en su parque de atracciones de Orlando.
Los problemas empezaron con una nota interna enviada por el director ejecutivo de la empresa, Bob Chapek, el 7 de marzo, después de reunirse con miembros de la comunidad LGBTI de la compañía.
En el documento, citado por varios medios locales, el directivo se mostró reacio a que Disney se opusiera a la ley floridana. Chapek alegó que los comunicados de empresa «hacen muy poco por cambiar las cosas o las mentes» y, en cambio, «son utilizados, a menudo, como armas por uno u otro lado para dividir».
Los problemas empezaron con una nota interna enviada por el director ejecutivo de la empresa, Bob Chapek, el 7 de marzo, después de reunirse con miembros de la comunidad LGBTI de la compañía.
La publicación de esas declaraciones desató una lluvia de críticas, ya que muchos las consideraron como una falta de apoyo hacia la comunidad LGBTI. Una campaña para boicotear la compañía empezó a circular en las redes sociales.
Entre los detractores más duros apareció Abigail Disney, nieta de Roy O. Disney, cofundador de la compañía con su hermano Walt.
«Muchas personas LGBTI y sus aliados trabajan para Disney o buscan su apoyo», escribió la activista y productora de documentales en Twitter. «Pero Chapek está más preocupado por la reacción de la derecha que por sus fieles seguidores y empleados».
La ley de Florida, apodada «No Digas Gay» por sus opositores, prohíbe a los profesores hablar de cuestiones de identidad de género y orientación sexual con sus alumnos desde el preescolar hasta el tercer grado, cuando tienen ocho años o nueve años.
Sus críticos afirman que el texto perjudica a los jóvenes y a los padres de la comunidad LGBTI y es parte de una ofensiva conservadora emprendida hace meses por el Partido Republicano, que controla el Parlamento y el gobierno de ese estado del sureste de Estados Unidos.